miércoles, 25 de febrero de 2015

Lectura 18

EN PIE DE GUERRA

Estoy sentado en una banca de piedra mientras mis compañeros hacen los arreglos para rentar las barcazas. Necesitaremos al menos tres. Somos casi cuarenta estudiantes celebrando la culminación del ciclo escolar.
Jordy, el Zorrillo, se acerca a mí y dice:
--- ¡Mira, Felipe! Esa lancha se llama “Jenny”. ¿Quieres ir en ella? Como homenaje a nuestra compañera.
Digo que sí. Jennifer estaría celebrando también la culminación de su primer año en bachillerato, si no hubiera ido conmigo a ese antro. Han pasado cuatro meses desde que murió. Ya casi nadie habla de ella, pero yo todavía me siento confuso y enojado. Pienso que el mundo es una porquería.
Mis padres me han llevado a varias sesiones con el psicólogo. Dicen que estoy en una especie de shock post traumático.
Mi prima, Itzel, también ha cambiado. Ya no anda corriendo de un lado a otro, ni trata de componer el mundo. Aunque quisiera, no puede. La golpiza que recibió en aquella casa le dejo secuelas que aún no logra superar. Cuando está haciendo sus ejercicios de rehabilitación platica el problema que casi le costó la vida, como si al decirlo una y otra vez pudiera borrarlo de su pasado.
Ese día, decidí investigas por cuenta propia. Comencé a hacer llamadas. Primero le hable al Cadáver. No contesto. Luego me comunique con Jordy.
--- Soy prima de Felipe --- le dije seductoramente ---. Un día, te vi de lejos, en tu escuela y me pareciste muy guapo.
Jordy cayó en la trampa. Comenzó a galantear. Me comento que tenía rachas de buena suerte con las mujeres, pues incluso una de ella le había pagado por salir con él.
--- Si --- le conteste ---, supe de eso. La niña que te dio dinero se llama Modesta ¿verdad?
Entonces, Jordy me dijo la cantidad que recibió. Me quede impactada. ¡Era el equivalente al sueldo mensual de un director!
--- ¿Modesta es millonaria? --- le pregunte.
--- No sé --- contesto el Zorrillo ---, pero me cayó muy mal aquella tarde en el antro. Se la paso mirando a Felipe, como si estuviera enamorada de él. ¡Nunca me hizo caso a mí!
Entonces me di cuenta de que debía conocer a Modesta. Había mucha información extraña respecto a ella. Platique un rato más con Jordy de temas tontos.
Después marque el teléfono de Modesta. Nadie contesto. Vi que en el directorio escolar de Felipe estaba la dirección de esa chica, así que me anime a visitarla. Nunca debí hacerlo sola.
Le lleve un pequeño regalito. Ella me abrió la puerta.
--- Soy prima de Felipe --- le dije ---, tu compañero del salón. El me comento que te ha visto triste. Felipe está preocupado por ti. Es tímido y no sabe cómo ayudarte. Por eso vine. Yo puedo ser tu amiga.
Modesta me dejo entrar a su casa. Seguía muy enferma por la infección que le produjo el piercing en la lengua. Casi no podía hablar, así que trajo un cuaderno y escribió sus respuestas durante la conversación. Me senté con ella en la sala. No parecía haber nadie más en esa casa.
--- Felipe me platica de ti --- le dije ---, él te quiere mucho.
Use esa estrategia tratando de obtener información. Nunca me imaginé que con ella abría una cloaca de rencores y sentimientos putrefactos. Modesta escribió en su cuaderno:
¿Felipe te pidió que me lo dijeras?
--- No. El jamás haría eso, pero lo veo sufrir por ti. Le preocupa que faltes a clases.
 ¿Entonces me quiere?
--- ¡Claro! --- respondí ---, eres su compañera favorita.
¿Y por qué nunca me lo ha dicho? Yo también lo quiero.
--- ¿De veras? --- el juego estaba logrando su propósito ---, pues por lo que veo, aquí va a haber un romance.
Cerda, embustera.
--- ¿Perdón?
Felipe amaba a Jennifer. Esa chava era una resbalosa. Le gustaba llamar la atención. Igual que mi madre. Felipe jamás se fijó en mí.
--- E… este… A mi primo le caes muy bien. Me lo ha dicho varias veces.
Entonces ¿Por qué no me invito a bailar a mí? Si lo hubiera hecho, yo jamás.
Modesta dejo de escribir. Se veía muy energizada y abierta. Como si estuviese bajo el efecto de algún estimulante. Me sentí nerviosa. No lo pude ocultar. Trate de cambiar el tema.
--- ¿Tu… tu mamá es bailarina?
Mi madre le puso los cuernos a papá. Hizo que se largara. Luego ella se juntó con otros hombres. El último es malo. Por suerte anda de viaje. Fue a Sudamérica.
--- ¿Y tú mami? ¿Ya no baila?
Modesta volvió a escribir.
Mi madre es una perra.
--- No digas eso, Modesta.
Me está enseñando a fumar.
En ese momento apareció una mujer desaliñada y sucia. Estaba drogada. Llego por un costado de forma imprevista. No me di cuenta. Me arrebato el cuaderno y grito:
--- ¿Quién eres? ¿Qué están escribiendo?
--- Disculpe, señora. Yo ya me iba.
Me puse de pie y trate de ir hacia la puerta. La mujer me obstruyo el paso. Entonces corrí al interior de la casa. Fue un error. Entre a un cuarto que tenía cajas con frascos de GHB y pacas de cocaína. Me di cuenta de inmediato. Quise ocultarme, pero lo hice mal. Pensé que las había despistado y cuando me asome la cabeza, vi como una enorme pala de metal se estampaba en mi frente. Me desmaye.
Cuando volví en mí, tenía una cadena y un candado sujetándome la pierna derecha. Al fondo de la habitación, junto a varios bultos de ropa vieja, Modesta fumaba en una pipa de porcelana. Me puse de pie muy despacio. En la mesa que estaba cerca, había un teléfono. Apenas logre alcanzarlo. Trate de hacer unas llamadas con voz muy baja. Modesta me vio. Deje el aparato.
--- Jola --- me dijo ---, ¿ya gespertaste?
--- Si, Modesta. Déjame ir.
--- Gescubriste mi pozo de miejda. Sabes que mi papá venjde ejsto y que nosocras lo ujsamos. Si sales se lo giras a la pogicia…
--- No --- respondí ---. ¡Te lo prometo! Déjame ir, y guardare el secreto toda mi vida.
Uno de los bultos de ropa vieja comenzó a moverse. Era la madre de Modesta. Se puso de pie apoyándose en la pala de metal y camino hacia mí. Tenía un rostro horrible. Comenzó a gritarme. Me pregunto por qué me había metido donde nadie me llamo, me dijo que su esposo llegaría al día siguiente y el decidiría que hacer conmigo. De seguro me mataría. Quise suplicar y comenzó a pegarme sin piedad con la pala. Entonces alcance el teléfono y marque de nuevo. Pude dejar un recado antes de que me lo arrebatara. Siguió golpeándome una y otra vez hasta que me hizo perder el conocimiento.
Es increíble que años atrás, esa mujer haya sido una hermosa bailarina de jazz. Comenzó a consumir anfetaminas para adelgazar, probó cosas más fuertes, destruyo su matrimonio y acaba viviendo con el distribuidor de la droga.
Modesta le puso varios frascos de GHB a la bebida de Jennifer, porque la odiaba. Modesta odiaba a todas las bailarinas. En especial si eran hermosas.
--- ¡Felipe! --- escucho que me llaman ---, apúrate o nos iremos sin ti.
Todos acaban de subir a las barcazas para iniciar el paseo por los canales. Me levanto despacio.
Recuerdo que cuando era niño veníamos a este sitio cada vez que llegaba alguna visita a la casa. Todo el trayecto en los canales escuchábamos música de marimbas, mariachis y jaraneros. Era un recorrido típico de mi ciudad. Algo de lo que siempre me sentí orgulloso. Ahora, como todo a mí alrededor, ha perdido su magia.
Camino hacia la lancha que se llama Jenny. Tomo asiento y observo.
Mis compañeros colocan botanas, sándwiches y refrescos sobre la mesa central. Iniciamos el recorrido. Casi de inmediato se acerca a nosotros un grupo folclórico que entona canciones de amor y desamor. Los más desinhibidos comienzan a cantar. Después, todos secundamos la tonada. Algunos bailan en los extremos de las barcas.
Hace calor. Los vendedores en canoas nos ofrecen toda clase de alimentos y bebidas. A uno de mis amigos se le ocurre comprar una cubeta de cervezas bien frías. Recibe muchos aplausos. Las latas y botellas empiezan a circular por todo el grupo. Pero no son suficientes. Aparecen billetes. En cuestión de minutos las mesas se encuentran adornadas con cubetas de cervezas que van de mano en mano.
Como es mi costumbre, yo solo las paso. No me quedo con ninguna.
--- ¡Felipe se está haciendo el gracioso y no quiere celebrar!
--- dice un amigo.
--- Hoy es un día especial --- dice otro ---, Felipe. Acompáñanos con una cerveza. No te va a pasar nada…
Sonrió con tristeza. Me siento muy apesadumbrado. ¿Por qué tengo que seguir luchando? Lo que paso es mi escuela fue una situación extrema, fuera de lo común. Mis amigos y familiares saben convivir con las drogas sin dejarse atrapar por ellas. Estoy cansado de tener miedo. Cansado de llorar por las noches recordando aquello de lo que no tuve la culpa. Cansado de ser anormal. Cuando estoy frente al espejo no veo más que a un inadaptado.
--- No seas tonto, Felipe. El mundo no es negro o blanco. También existen diversos tonos de gris. Toma un poco. ¿Qué te puede pasar? ¡Todos lo hacemos!
Acepto. Ya no aguanto más. Voy a emborracharme como nunca. Necesito saber lo que se siente. Ser como los demás.
El sabor de la cerveza me parece amargo. Desagradable. No entiendo por qué les gusta tanto.
--- Para que te acostumbres --- me explican ---, comienza tomando esta lata. Ponle limón y sal.
Así sabe mucho mejor. Después de un rato, descubro que es un líquido fresco y reconfortable. Ya no me siento tan triste. Pido más. Disfruto el ambiente festivo; las risas, la música y el baile. Pronto, todos nos movemos a un mismo ritmo haciendo que la barcaza se menee sobre el agua. Después, comenzamos a brincar de una lancha a otra para aumentar la diversión y compartir el momento con el resto de nuestros amigos. ¡Esta es nuestra fiesta de fin de fin de año escolar! Hay que disfrutarla.
El tiempo transcurre con rapidez. Los vendedores de cervezas nos acompañan a lo largo de todo el recorrido. Solo se alejan para abastecer su cargamento, y regresan.
Estoy muy mareado. Casi no puedo caminar. Una de mis compañeras se siente tan mal que saca la cabeza por entre las vigas del respaldo y sin ningún recato comienza a vomitar.
Todo me da vueltas. Recuerdo cuando venía con mis padres a estas chinampas. Esto no se parece nada a aquellos paseos familiares. Es un bar flotante.
Camino dando tumbos por mi lancha con intenciones de pasarme a la otra, pero al dar el salto, tropiezo.
Entonces caigo al canal. Veo mi movimiento en el aire como en cámara lenta. Mi cuerpo entra al agua fría en medio de dos barcazas. Me estremezco. Reacciono cual si hubiera sido despertado de un horrible letargo. Sin poder controlar la caída me sumerjo en la helada oscuridad de aquel líquido sucio. Siento las algas enredarse por mi cuerpo. Asustando, trato de salir a flote, pero choco con las plataformas de las enormes barcazas de madera. Abro los ojos en el agua; hay cero visibilidad. Me desespero. Con movimientos bruscos y enloquecidos trato de alcanzar la superficie. Mis brazos y cabeza chocan de nuevo con las plataformas. El aire se me agota. Sin poder soportarlo más, mi boca se abre y aspiro el agua de los canales. Comienzo a toser. Inhalo otra vez. Trago más agua. La sensación de ahogamiento va más allá de la angustia. Es indescriptible. Un pánico enloquecedor. Quiero gritar y mi voz se sofoca.
De pronto, la zozobra se va. El terror se desvanece. Mi cuerpo se vuelve ligero y flota como un bebé que se mece en los brazos de su madre. Las escenas de mi vida pasan ante mis ojos como una película en alta velocidad. No hay más voces que el eco del agua resonando en mi cerebro. Ya no necesito el aire. Todo se detiene.
Una intensa luz emerge de los profundo del canal e ilumina mi vista por completo.
Poco a poco, la silueta de una hermosa mujer comienza a acercarse hasta que puedo ver su rostro. Yo lo conozco. Lo he visto antes. ¿Cómo lo olvide?
Es Ivi.
El ángel con el que pude hablar hace muchos años, cuando era niño… Pero también… ¡Dios mío! La reconozco plenitud. ¡Es la misma mujer hermosa que tanta curiosidad me causo hace algunos meses!
--- ¡Ivi! --- la saludo ---. ¿Por qué te pusiste el piercing en el ombligo?
--- Quise que vieras el procedimiento para que no lo hicieras --- contesta.
--- ¿Y por qué estabas en el hospital de rehabilitación?
--- Siempre he estado cerca de ti. Orientándote. Auxiliándote.
--- Santiago, el guardaespaldas experto en drogas que mandaste con nosotros ¿también era un ángel?
--- Si, Felipe.
Ahora entiendo por qué no lo encontraron dentro de la casa de Modesta; creímos que había huido.
--- El mundo es horrible --- comento ---. Todos los placeres giran alrededor de la droga.
--- Te equivocas, Felipe. El mundo es hermoso. Los verdaderos gozos de la vida no tienen que ver con drogas.
--- ¡Ivi! Mis amigos dicen que es tonto ser radical; que debo aprender a ser gris. ¿No crees que, metas loables para los jóvenes hoy, son tomar alcohol sin emborracharnos, fumar sin abusar del tabaco, bailar en antros sin caer en libertinajes, vestirnos de forma original sin caer en depravación?
--- ¡No! --- su respuesta es contundente ---. ¿Quieres saber cuáles son metas loables para un joven moderno? ¡Atreverse a ser distinto, pero no con piercings, tatuajes o disfraces, sino volviéndose enemigo absoluto de las drogas! ¡De todas! Incluyendo el alcohol y el cigarro. Lo que acabas de decirme es el cuento de muchos. No tiene nada de original ¿Quieres ser especial? ¡Demuestra carácter! ¡Valor! ¡Inteligencia! La mayoría de los jóvenes ahora, son cobardes, y tibios. Eso es abominable. No se puede ser un poco bueno y un poco malo. ¡Y tú lo has sido! Felipe, has querido agradar a los demás y te traicionaste a ti mismo. No te falto información. ¡La has tenido toda! Profesores, conferencias, libros, Internet… ¡Toda! Jamas podras decir: “Dios mío, perdóname porque no sabía lo que hacía”. ¡Si lo sabias, y tuviste miedo de actuar! Fuiste un cobarde… te estas pudriendo porque dejaste que entraran pequeñas bacterias en ti. Solo se necesita abrir una puerta al mal para comenzar a contaminarse. Y el mal se disemina como peste. La droga es un virus silencioso que penetra en las heridas abiertas. Personas como tú que se creen muy astutas, dicen que nunca les pasara nada y convierten esa idea en su frase favorita. Casi se ha vuelto el himno de la mediocridad: No pasa nada… No pasa nada… No pasa nada… Pues ya ves que si pasa…
--- Ivi… ¿Por qué me dices eso? Tú siempre me has hablado con amor.
--- ¡Porque te estas muriendo, y de una forma tonta! ¡Por culpa del alcohol! ¿Te das cuenta? Felipe, ¡perdiste! Un día se lo dije a tu prima en sueños y ella de lo comento: Los jóvenes de hoy están en medio de una guerra. Nadie les pregunto si querían participar, pero se encuentran en el campo de batalla. No pueden coquetear con el enemigo ni ir a sus terrenos, desprevenidos, con el absurdo argumento de que desean ser grises. El enemigo los acribillara. Tarde o temprano. En la guerra no hay puntos medios, Felipe. Los bandos son radicales. O defines a qué lado pertenece o mueres.
--- Ivi, por favor. Dame otra oportunidad. Ya entendí. Estamos en pie de guerra. ¡Te lo suplico! Solo cometí un error.
--- Cuando hay guerra, un error es suficiente para morir. No estás en un videojuego. ¡La vida real es implacable! Además yo no soy nadie para darte otra oportunidad. No puedo hacerlo.
La luz de Ivi comienza a alejarse, me doy cuenta de que mi cuerpo flota en el canal de las chinampas. Puedo verlo.
Entre varios compañeros me sacan del agua y me ponen boa arriba sobre la plataforma de madera.
Le ruego a Dios con todas mis fuerzas que me deje vivir. He aprendido la lección.
--- Dios mío --- exclamo, atribulado ---. Perdóname por mi arrogancia. He sido necio. Dame la oportunidad de demostrarte que puedo ser un joven distinto. Me alejare de la droga para siempre. De toda. Incluyendo el alcohol y el tabaco. Seré radical. No gris. ¡No tibio! Te lo prometo. A mis amigos que fuman o beben no los regañare ni los juzgare. Observaran que yo soy feliz sin alcohol o drogas. Sabrán, al verme, que existe otra opción. Por favor, Dios mío. Voy a poner el ejemplo.
Comienzo a expulsar agua desde lo más profundo de mí ser. Siento convulsiones horribles. Toso una y otra vez. Me estalla la cabeza. El aire por fin entra a mis pulmones.
No alcanzo a identificar si lo que vi, escuche y dije cuando me estaba ahogando fue solo un sueño, pero me ha quedado muy claro lo que soy y lo que creo. Y eso jamás cambiara…
  



 .....   Y COLORÍN COLORADO.... ESTE LIBRO SE HA TERMINADO .....

EN PIE DE GUERRA
CARLOS SANCHEZ

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