martes, 17 de febrero de 2015

Lectura 17

Éxtasis
LA DROGA DE LA FELICIDAD Y EL AMOR

Droga sintética que causa alucinaciones, choque térmico,
 Depresión posterior y daño mental.


En ese instante, el joven que señale se pone de pie e intenta dirigirse a los sanitarios. Santiago avanza a toda prisa y lo detiene por el brazo. Comienzan a discutir.
En un santiamén nos rodean varios darketos dispuestos a defender a su compañero.
El escenario es intimidante.
Entra la policía a toda prisa. Son seis oficiales, seguido de mi padre. Por lo visto, los patrulleros hallaron refuerzos cerca. Traen una mano en la pistola, dispuestos a desenfundarla si es necesario.
El hombre a quien acuse, levanta los brazos al darse cuenta de que está rodeado.
Sus amigos se hacen a un lado.
Los administradores del antro no encienden la luz, ni el grupo musical interrumpe su actuación. Permiten que las autoridades saquen al sospechoso como si se tratara de algo rutinario.
Camino en medio del grupo. Estoy temblando. Cuando descubran que señale a una persona equivocada solo por su calzado, y porque creí que se escondí de mí, habré hecho el peor ridículo de mi vida.
Ya en la calle, a la luz de las lámparas urbanas, veo que el detenido esta maquillado a la usanza de los darketos mas excesivos. Un policía le alumbra la cara con su linterna.
--- ¡Me deslumbra! --- se tapa los ojos.
--- ¿Tu nombre es Pascual?
--- Sí.
¿Sera posible?
Le ponen las esposas. Me acerco para verlo bien. Casi no puedo creerlo. ¡Es el!
Papá le dice a uno de los policías:
--- Mi sobrina ha desaparecido. Tenemos la sospecha de que este sujeto sabe dónde está. No podemos irnos de aquí sin antes buscarla.
--- Sí, señor --- responde el uniformado ---, acabo de hablar con el comandante y nos indicó que esperemos. El viene para acá.
A los pocos minutos llegan dos patrullas más. Los cinco carros policiacos le dan a la calle una apariencia espectacular. El comandante baja de la primera patrulla seguido de mi tía Beky y el director de la escuela. Papá abraza a su hermana.
Ella le habla llorando, casi a gritos.
--- ¡Owin! No encontramos a Itzel por ningún lado.
--- Cálmate, Beky.
--- Ya fuimos a casa de Jordy Ramírez --- continua mi tía ---. Al que le dicen el Zorrillo. Es el hijo único de dos médicos. Estaba dormido. Nos dijo que Itzel lo llamo por teléfono y platico con el de cosas sin importancia. Jordy no dio más datos. Sus padres nos invitaron a pasar. Son gente normal y aparentemente buena. También atrapamos a Rodrigo y revisamos donde vive. ¡Nada! ¿Qué está pasando? ¿Dónde está mi hija?
--- Mira, Beky. Acabamos de atrapar al tipo que debe tener información.
Vemos como los policías revisan a Pascual de forma minuciosa. Le encuentran una bolsita con pastillas.
--- ¿Qué es esto?
No responde. Si vendía anfetaminas en la preparatoria, es lógico suponer que lo siga haciendo afuera.
El comandante toma el paquete de plástico y le pide a su ayudante que alumbre con la linterna.
--- Aquí hay una Ketamina. Tiene impresa la letra K. ¿Tú le diste una de estas a Jennifer?
--- No voy a hablar --- dice Pascual ---, sin mi abogado.
El comandante le da una fuerte bofetada.
Pascual lanza una maldición. No se lo esperaba.
--- ¡Respóndeme! ¿Le diste a Jennifer esta droga, sí o no?
--- Solo una pastilla --- confiesa ---, pero yo no le mande poner GHB  a su bebida.
--- ¿Cómo sabes que alguien lo hizo?
--- Me dijeron.
--- ¿Dónde está Itzel?
--- No sé. Ni siquiera la conozco.
--- ¡Más vale que me lo digas! ¿Dónde está Itzel?
--- Si tanto le interesa, búsquela.
Todos nos quedamos congelados con su cínica respuesta.
Los policías vuelven a entrar al antro para registrar cuartos y baños.
Esta vez escuchamos como la música es interrumpida por unos minutos. Comienzan a salir tipos góticos a la calle. Algunos, curiosos de averiguar lo que sucede y otros dispuestos a huir.
Después de un rato, los inspectores aparecen y dicen a su jefe que no encontraron nada.
--- Vámonos. En nuestras oficinas hay persona experto que interrogara a Pascual.
Mi tía Beky y el director de la escuela vuelven a subirse a la patrulla en la que venían. Papá, Santiago y yo corremos a nuestro auto. Avanzamos todos como en procesión.
Camino al Ministerio Publico no hablamos. Llegamos en menos de quince minutos. Son casi las dos de la mañana.
Mi papá, tía Beky, el director y la policía entran con Pascual a los separos. A mí no me dejan pasar. El señor Santiago y yo nos quedamos afuera.
A pesar de mi nerviosismo, el sueño comienza a vencerme.
Después de un rato bostezo varias veces. Es desesperante y aburrido estar afuera de las oficinas policiacas. Para no quedarme dormido, platico con Santiago:
--- En el primer sitio al que nos llevaste --- recuerdo ---, pude ver a un grupo de jóvenes pasándose pastillas de colores por debajo de la mesa.
--- Era Éxtasis --- contesta con seguridad absoluta.
--- ¿Cómo sabes?
--- Es la droga sintética más común.
--- ¿Son pastillas de colores?
--- Sí.
--- Oí que les dicen “tachas”.
--- Por su troquelado. Las pastillas de Éxtasis vienen grabadas con una silueta: mariposa, paloma, manzana, estrella, conejito, Snoopy o simplemente un tache. Tienen el tamaño de una aspirina. En los antros corren ríos de este tipo de pastillas, aunque el Éxtasis puede encontrarse también en capsulas o polco cristalino que se disuelve.
--- ¿Y dices que es una de las drogas más populares ahora?
--- Sí. Porque produce sensación de amor y felicidad. La persona se siente cariñosa, perdonadora, conciliadora, deseosa de hacer amistad con todos. Quiere abrazar y acariciar a los demás, pero sin deseo sexual. La vida le parece hermosa. La música le suena con sonidos profundos desde su interior; tiene gran energía y deseos de bailar toda la noche unida a la gente que ama. A la persona drogada con Éxtasis se le quita el hambre, la sed y el cansancio. Por otro lado aumenta su autoestima, el deseo de hablar “con el corazón” y su romanticismo. Por eso el Éxtasis es tan buscado. ¿Quién no desearía vivir en un mundo de amor y felicidad, con energía para bailar y reír por horas? Al Éxtasis se le llama la disco-droga, club-drug, o dance-drug.
--- ¡Oh! Así como me lo platicas --- comento ---, suena muy divertido tomar una de esas pastillas.
--- No digas tonterías, Felipe. El Éxtasis o MDMA es una sustancia vasoconstrictora que eleva la presión arterial, el pulso y la temperatura del cuerpo; produce un efecto llamado choque térmico: el cerebro se inflama por el calor y con frecuencia ocasiona convulsiones y colapso por hipertermia. Bajo el efecto del Éxtasis es común tener alucinaciones, sentir tristeza, delirios de persecución y pánico. Los siguientes cinco días después de tomar Éxtasis se siente un estado de nerviosismo, agotamiento, pesimismo, irritabilidad, depresión, y actitud negativa. Muchos jóvenes describen el espacio entre el lunes y el jueves como un “infierno”, solo aliviado por la idea de volver a tomar Éxtasis el fin de semana. En altas dosis, el Éxtasis impide el flujo de sangre hacia el cerebro por lo que es común que cause parálisis permanente en la mitad del cuerpo, demencia, mal de Parkinson y daño mental.
--- ¿Hay jóvenes que mueren por culpa del Éxtasis?
--- Claro. ¿Recuerdas el juego suicida en el que se coloca una sola bala en un revolver, para después dispararse a la cabeza con la esperanza de que no salga la bala? Se llama ruleta rusa. Algo así se juega al tomar Éxtasis. El problema más grave de esta droga, es que los efectos de amor y felicidad que produce casi no se consiguen porque las pastillas que se venden ahora no tienen la droga en estado puro. Como el Éxtasis verdadero, MDMA o Metilendioximetanfetamina es caro, las pastillas se mezclan con otras drogas más baratas como Ketamina, o con el MDA la “madre” del éxtasis que es más burda y venenosa, o con MDEA o Eva que produce mayores efectos alucinantes y es más toxica. Solo con un análisis químico es posible determinar las sustancias que hay en la pastilla. Incluso si se trata de verdadero Éxtasis, la cantidad de MDMA varía desde cero hasta doscientos cincuenta miligramos en una grajea. Así los efectos pueden no aparecer, o provocar la muerte. La pistola se dispara sobre tu cabeza en cualquier momento.
--- Pues, viéndolo así --- comento en tono intelectual ---, basta con alejarse de ese tipo de sustancias. No jugar “ruleta rusa” y ¡eso es todo! Solo los jóvenes de carácter débil o fracasados que se arriesgan a lo tonto se hacen drogadictos.
--- Te equivocas, Felipe. Es fácil caer en el mundo de las drogas. Quien bebe alcohol con sus amigos todos los fines de semana, está cayendo poco a poco. También corre graves riesgos la persona con insomnio que comienza a tomar medicamentos para dormir todas las noches, o quien, para estudiar horas, toma Coca Cola con aspirinas o café cargado con Taurina, o el que fuma, o el que acepta una pastilla para sentirse de mejor humor. La droga no es algo mitológico y lejano que le ocurre a otros… puede afectar a cualquiera. La gran mayoría de las drogas se inventaron en un laboratorio farmacéutico, y después fueron prohibidas por sus efectos secundarios. Algunas todavía se emplean como medicamentos en hospitales bajo control clínico. Otras son para uso veterinario.
--- Mmmmh --- gimo, meditabundo.
Mi padre sale acompañado de su hermana. El director de la escuela los sigue. Todos tienen un gesto agotado y desmoralizado.
Papá abraza a la tía Beky. Ella agacha la cara y llora.
--- ¿Qué paso? --- pregunto.
--- Nada --- dice papá ---, Pascual asegura que no tiene idea de donde esta Itzel.
--- ¿Entonces qué hacemos?
--- El comandante nos sugirió que vayamos a descansar. Enviara a dos policías para que estén de guardia en nuestra casa. Debemos permanecer atentos al teléfono.
--- ¡No puede ser! --- digo ---. ¿Y mi prima va a pasar la noche en quién sabe dónde?
--- Felipe, comprende. Tu prima no anda por ahí con unos amigos. Alguien la secuestró. Las dos llamadas telefónicas que hizo indican lo mismo. Está encerrada en algún lugar donde no la dejan salir.
El señor Santiago pregunta con su voz grave y circunspecta:
--- ¿Qué dijo exactamente Itzel cuando hablo por teléfono?
--- Dijo que había ido a investigar y que la habían raptado --- comenta papá ---, susurraba para que no la descubrieran.
Luego me pidió ayuda. Eso fue todo.
--- ¿Su celular no registro el número de dónde marco?
--- No. era un número privado. De esos que se pagan, especiales para que no dejen rastro.
--- En mi casa --- dice tía Beky ---, dejo una grabación. Casi me la sé de memoria. Dijo: “mamá, me encerraron, no me dejan salir. Están fumando. ¡Son muy agresivos! Ayúdame. ¡No! ¿Por qué quiere golpearme? ¡Váyase! ¡Déjeme! Eso es todo --- la voz se le quiebra. Está a punto de soltarse a llorar de nuevo.
Santiago se queda pensando unos segundos, luego dice: --- Hay dos datos interesantes… Ella comento que eran “muy agresivos”, y también que “estaban fumando”. Existe un tipo de drogadictos que fuman y son especialmente agresivos --- hace una pausa para concluir ---. Los fumadores de Crack.
--- ¡Crack! --- repite mi tía Beky ---. ¿Qué es eso?
--- Rocas cristalinas producidas cuando se deja enfriar rápidamente la Cocaína caliente mezclada con amoniaco. También se hace Crack en forma de pasta lavando la Cocaína con éter. Se puede decir que el Crack es Cocaína elevada a una mayor potencia. Produce multiplicados todos sus efectos y es varias veces más adictiva.
--- ¿Entonces --- pregunto ---, los fumadores de Crack, primero son adictos a la Cocaína?
--- Sí.
Siento un leve mareo. No logro identificar si es por el agotamiento o por los recuerdos de un dialogo que me viene a la mente.
--- Congegui angescesia local. Ejo me ha ayugago.
Y después:
--- ¿No la notaste agresiva?
--- Sí. ¡Te digo que primero me empujo para salir corriendo y luego me abofeteo! Deshonro su nombre. ¡Ella no es así! Dicen que tiene serios problemas familiares, pero eso no justifica…
--- ¡Esperen! --- digo con voz muy alta ---. ¡Ya sé dónde está mi prima!

  


crack
LA DROGA DE LA VIOLENCIA

Rocas de cocaína que se fuman y producen efectos multiplicados. Es adictiva y mortal.

Todos me escuchan con atención mientras explico. Mi tía Beky y papá están ávidos de seguir otra pista. Solo el director de la escuela se muestra irritado. Mira su reloj y protesta:
--- No podemos irrumpir con la policía en la casa de otro alumno a las tres de la mañana.
--- ¿Y si Felipe tiene razón? --- pregunta mi tía ---, ¡tampoco podemos quedarnos con los brazos cruzados!
--- Director --- le digo ---. ¡Hable con la maestra de Biología! Ella atendió a Modesta y pudo darse cuenta de lo mal que estaba.
El director lo piensa unos segundos, pero se ve tan presionado que acepta. Como su teléfono celular, según dice, ya no tiene batería, le pide prestado el suyo a mi papá.
Marca el número de la profesora. Tardan mucho en contestar.
--- ¿Maestra? --- expresa al fin ---. Disculpe que la llame a esta hora, pero se trata de una emergencia. Soy el director de la escuela. Sí. Perdone. Una joven desapareció. No. No es alumna nuestra. Es la prima de Felipe Meneses. Sí. Ella estaba investigando sobre quien pudo drogar a Jennifer la semana pasada y por lo visto descubrió algo… La raptaron. Sí, estamos seguros. Tenemos la sospecha de que fue a visitar a una alumna llamada Modesta. Usted puede… --- se detiene; comienza a sentir una y otra vez ---. ¿Cómo? ¿Le dijo todo eso? --- abre los ojos y levanta las cejas ---. ¿Cuándo? ¡Profesora, eso es gravísimo! ¿Y por qué no me entere? ¡Pero estuve en mi oficina al día siguiente! --- suspira ---, de acuerdo. El lunes hablamos. Gracias…
El director cuelga su teléfono y nos mira, sin salir de su asombro.
--- Modesta es sospechosa… En su casa fuman Crack.
--- ¡Cielos! --- dice mi tía ---. ¡Vamos por el comandante!
Papá corre de regreso a los separos.
El director aprovecha para sentarse; abre el portafolios que ha traído con el todo el tiempo y busca en el registro de alumnos los datos de Modesta.
A papá le cuesta mucho trabajo convencer al comandante de que vuelvan a apoyarnos. Solo acepta que dos policías nos acompañen.
Escoltados por una patrulla, emprendemos el camino al domicilio indicado por el director.
En el trayecto, cuestiono:
--- ¿Mi prima corre peligro, señor Santiago?
--- ¿Perdón?
--- ¿Las personas que fuman Crack, son peligrosas?
--- Si --- contesta con preocupación ---. En los lugares en donde el Crack se pone de moda, hay crímenes y peleas.
--- Oh, no --- se queja mi tía ---. ¿Y mi hija está encerrada con personas que fuman esa cosa? ¿Qué hace la gente cuando está bajo los efectos de la droga?
El señor Santiago maneja el auto y habla con voz alta, como complacido de poder presumir sus vastos conocimientos.
--- El efecto del Crack se divide en tres etapas, señora Beky: Primero, euforia. La persona se siente optimista, se le quita el hambre, la sed y el sueño; le sube la presión y el ritmo cardiaco. Segundo, angustia. De forma repentina, la persona se siente insegura y con miedo. Los efectos físicos se confunden y provocan que perciba como si le caminaran arañas por la piel. Entonces trata a toda costa de seguir fumando. Tercero, psicosis. La persona sigue consumiendo Crack y le sobrevienen alucinaciones, nerviosismo extremo y deseos de pelear o matar.
--- ¡No, Señor! Por favor…
--- ¿Pero lo que más me preocupa --- sigue diciendo Santiago ---, es que traten de obligar a Itzel a probar eso. Quien usa Crack una sola vez puede quedar atrapado en adicción.
El Crack es la única droga del mundo que los animales de laboratorio escogen por encima de la comida hasta el punto de llegar a morirse de hambre. El adicto es capaz de robar, prostituirse, asesinar o hacer cualquier cosa con tal de conseguir Crack. Es una de las drogas más enajenantes que existen.
--- ¡Ya cállense! --- dice mi padre con verdadero enfado ---. ¡Sabemos que usted es experto, pero por lo visto también es imprudente! ¿Se da cuenta de la angustia que nos está causando?
--- Perdón.
Llegamos a la zona residencial indicada. Reconozco las calles. Jordy, el Zorrillo me llevo en su Beatle blanco a casa de Modesta para recogerla antes de pasar por Jennifer cuando fuimos al antro. Les doy las indicaciones finales. Al fin damos con el domicilio. La casa es grande y lujosa.
Me quede en el auto con mi tía y el director. Papá, Santiago y los oficiales se bajan para tocar la puerta. No hay respuesta. Caminan de un lado a otro, frente a la enorme barda. Oprimen el timbre varias veces. Se escuchan perros ladrando, pero nadie abre.
El director opina:
--- Están dormidos. Jamás saldrán. Si alguien llegara a mi casa a esta hora, yo tampoco abriría.
--- ¿Quiere guardar silencio? --- lo regaña mi tía.
Después de un rato, papá regresa al vehículo.
--- Es inútil --- nos dice.
Mi tía se baja del coche.
--- Tenemos que insistir. Algo me dice que aquí está mi hija. Golpea la puerta con mucha fuerza. Luego toca el timbre. Los perros en el interior siguen ladrando, pero no se percibe el menor movimiento humano.
De pronto, y sin que nadie se lo espere, uno de los policías grita:
--- ¡Hey! ¿Qué está haciendo? ¡Bájese de ahí!
El señor Santiago se ha subido a la marquesina y trata de escalar la enorme barda.
--- Solo voy a asomarme.
--- Tenga cuidado --- dice papá ---. Arriba puede haber una cerca electrificada.
 --- Solo hay alambre de púas. Desde aquí se ve.
Se estira y alcanza el filo del muro con ambas manos, luego moviéndose como levantador de pesas, alza su cuerpo y logra poner los codos en el borde. Ahí, se balancea para alzar una pierna y sube. Queda agazapado hasta arriba de la barda. Esquiva la cerca de alambres.
--- ¿Logra ver algo? --- pregunta mi tía.
--- Si… ¡Acaban de apagar las luces de la casa! Estaban encendidas. ¡Saben que estamos aquí!
--- Tenga cuidado.
--- Voy a bajar al patio y les abriré la puerta.
--- ¡No haga eso! --- ordena la policía.
Pero Santiago ya ha comenzado el movimiento descolgándose hacia el otro. Entonces oímos un fuerte estallido.
--- ¿Qué fue eso?
--- ¡Un disparo! --- dice la policía.
Santiago queda como petrificado.
--- ¿Le dieron?
--- No.
Se vuelve a oír otro balazo. Santiago trata de regresar hacia la zona exterior del muro, pero es demasiado tarde. Lo tienen en la mira. Emite un grito, exasperado y salta hacia dentro de la casa. Lo perdemos de vista.
Sobreviene un tercer disparo.
--- ¡Santiago! --- vocea mi papá ---. ¿Está bien?
No contesta. Los perros ladran.
De inmediato, un policía corre de vuelta a la patrulla para hablar por el radio. Informa de la situación y pide apoyo urgente. Ordena que subamos al carro y vayamos hasta la esquina. Nos movemos con rapidez. Papá conduce hasta el final de la calle y esperamos. A los pocos minutos comienzan a llegar patrullas y autos de la policía antinarcóticos.
Observamos la movilización silenciosa desde lejos. Solo en las películas habíamos visto algo parecido. Estamos impresionados.
--- ¿No es peligroso estar aquí? --- pregunta el director ---.
Podría haber una balacera.
--- Si --- concede mi padre ---, tiene razón.
Echa en reversa el coche de modo que quedamos protegidos por las construcciones; pero perdemos toda visibilidad.
--- Yo quiero ver qué sucede --- protesto.
--- ¡No, Felipe! Guarda silencio y estate quieto.
Los minutos pasan. Parecen eternos. Oímos algunos gritos de policías y ordenes que no podemos entender. Luego tronidos. No sabemos si han derribado la puerta o están golpeando algo. Más gritos y después silencio.
Entonces comienza la parte más larga de la espera. Durante casi media hora no escuchamos nada. Papá arranca y avanza muy despacio hacia la calle. Las patrullas están ahí, con las torretas encendidas. También ha llegado una ambulancia.
La casa se encuentra abierta de par en par. Varios policías, en posición de alerta, hacen guardia. Entonces mi tía Beky abre la portezuela del carro y camina hacia ellos. Los oficiales levantan sus armas y le apuntan. Ella alza las manos. Sigue acercándose.
--- ¡Soy yo! Beky Meneses. ¿Encontraron a mi hija?
La deja pasar.
Mi padre estaciona el carro, lo apaga y sale también con las manos arriba para ir tras su hermana. No necesito que me digan que debo permanecer en el vehículo con el director.
Después de un rato vemos como salen de la casa varios oficiales deteniendo a dos personas que vienen esposadas.
Las obligan a subir a la patrulla.
Detrás de ellas aparecen mi tía Beky y papá abrazando a alguien.
Salgo del auto y echo a correr.
Es mi prima.
--- ¡Itzel! --- grito.
Llego hasta ella. Tiene la cara manchada de sangre y un enorme parche blanco que acaban de colocarle en la frente. Camina con dificultad. Le han puesto una cobija encima como para protegerla del frio. Esta despeinada y tiene los ojos muy rojos.
Me abraza, llorando. --- ¡Felipe! --- dice ---. Gracias por buscarme. Tu les dijiste donde podían encontrarme, ¿verdad?
--- Si, primita. ¿Qué te paso? ¿Por qué estás aquí?
--- Modesta lo hizo…
--- Sí, sí. Tranquilízate…
--- ¿No me estas escuchando? ¡Ella lo hizo!
--- ¿Qué hizo?
--- Mato a Jennifer.

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