miércoles, 25 de febrero de 2015

Lectura 18

EN PIE DE GUERRA

Estoy sentado en una banca de piedra mientras mis compañeros hacen los arreglos para rentar las barcazas. Necesitaremos al menos tres. Somos casi cuarenta estudiantes celebrando la culminación del ciclo escolar.
Jordy, el Zorrillo, se acerca a mí y dice:
--- ¡Mira, Felipe! Esa lancha se llama “Jenny”. ¿Quieres ir en ella? Como homenaje a nuestra compañera.
Digo que sí. Jennifer estaría celebrando también la culminación de su primer año en bachillerato, si no hubiera ido conmigo a ese antro. Han pasado cuatro meses desde que murió. Ya casi nadie habla de ella, pero yo todavía me siento confuso y enojado. Pienso que el mundo es una porquería.
Mis padres me han llevado a varias sesiones con el psicólogo. Dicen que estoy en una especie de shock post traumático.
Mi prima, Itzel, también ha cambiado. Ya no anda corriendo de un lado a otro, ni trata de componer el mundo. Aunque quisiera, no puede. La golpiza que recibió en aquella casa le dejo secuelas que aún no logra superar. Cuando está haciendo sus ejercicios de rehabilitación platica el problema que casi le costó la vida, como si al decirlo una y otra vez pudiera borrarlo de su pasado.
Ese día, decidí investigas por cuenta propia. Comencé a hacer llamadas. Primero le hable al Cadáver. No contesto. Luego me comunique con Jordy.
--- Soy prima de Felipe --- le dije seductoramente ---. Un día, te vi de lejos, en tu escuela y me pareciste muy guapo.
Jordy cayó en la trampa. Comenzó a galantear. Me comento que tenía rachas de buena suerte con las mujeres, pues incluso una de ella le había pagado por salir con él.
--- Si --- le conteste ---, supe de eso. La niña que te dio dinero se llama Modesta ¿verdad?
Entonces, Jordy me dijo la cantidad que recibió. Me quede impactada. ¡Era el equivalente al sueldo mensual de un director!
--- ¿Modesta es millonaria? --- le pregunte.
--- No sé --- contesto el Zorrillo ---, pero me cayó muy mal aquella tarde en el antro. Se la paso mirando a Felipe, como si estuviera enamorada de él. ¡Nunca me hizo caso a mí!
Entonces me di cuenta de que debía conocer a Modesta. Había mucha información extraña respecto a ella. Platique un rato más con Jordy de temas tontos.
Después marque el teléfono de Modesta. Nadie contesto. Vi que en el directorio escolar de Felipe estaba la dirección de esa chica, así que me anime a visitarla. Nunca debí hacerlo sola.
Le lleve un pequeño regalito. Ella me abrió la puerta.
--- Soy prima de Felipe --- le dije ---, tu compañero del salón. El me comento que te ha visto triste. Felipe está preocupado por ti. Es tímido y no sabe cómo ayudarte. Por eso vine. Yo puedo ser tu amiga.
Modesta me dejo entrar a su casa. Seguía muy enferma por la infección que le produjo el piercing en la lengua. Casi no podía hablar, así que trajo un cuaderno y escribió sus respuestas durante la conversación. Me senté con ella en la sala. No parecía haber nadie más en esa casa.
--- Felipe me platica de ti --- le dije ---, él te quiere mucho.
Use esa estrategia tratando de obtener información. Nunca me imaginé que con ella abría una cloaca de rencores y sentimientos putrefactos. Modesta escribió en su cuaderno:
¿Felipe te pidió que me lo dijeras?
--- No. El jamás haría eso, pero lo veo sufrir por ti. Le preocupa que faltes a clases.
 ¿Entonces me quiere?
--- ¡Claro! --- respondí ---, eres su compañera favorita.
¿Y por qué nunca me lo ha dicho? Yo también lo quiero.
--- ¿De veras? --- el juego estaba logrando su propósito ---, pues por lo que veo, aquí va a haber un romance.
Cerda, embustera.
--- ¿Perdón?
Felipe amaba a Jennifer. Esa chava era una resbalosa. Le gustaba llamar la atención. Igual que mi madre. Felipe jamás se fijó en mí.
--- E… este… A mi primo le caes muy bien. Me lo ha dicho varias veces.
Entonces ¿Por qué no me invito a bailar a mí? Si lo hubiera hecho, yo jamás.
Modesta dejo de escribir. Se veía muy energizada y abierta. Como si estuviese bajo el efecto de algún estimulante. Me sentí nerviosa. No lo pude ocultar. Trate de cambiar el tema.
--- ¿Tu… tu mamá es bailarina?
Mi madre le puso los cuernos a papá. Hizo que se largara. Luego ella se juntó con otros hombres. El último es malo. Por suerte anda de viaje. Fue a Sudamérica.
--- ¿Y tú mami? ¿Ya no baila?
Modesta volvió a escribir.
Mi madre es una perra.
--- No digas eso, Modesta.
Me está enseñando a fumar.
En ese momento apareció una mujer desaliñada y sucia. Estaba drogada. Llego por un costado de forma imprevista. No me di cuenta. Me arrebato el cuaderno y grito:
--- ¿Quién eres? ¿Qué están escribiendo?
--- Disculpe, señora. Yo ya me iba.
Me puse de pie y trate de ir hacia la puerta. La mujer me obstruyo el paso. Entonces corrí al interior de la casa. Fue un error. Entre a un cuarto que tenía cajas con frascos de GHB y pacas de cocaína. Me di cuenta de inmediato. Quise ocultarme, pero lo hice mal. Pensé que las había despistado y cuando me asome la cabeza, vi como una enorme pala de metal se estampaba en mi frente. Me desmaye.
Cuando volví en mí, tenía una cadena y un candado sujetándome la pierna derecha. Al fondo de la habitación, junto a varios bultos de ropa vieja, Modesta fumaba en una pipa de porcelana. Me puse de pie muy despacio. En la mesa que estaba cerca, había un teléfono. Apenas logre alcanzarlo. Trate de hacer unas llamadas con voz muy baja. Modesta me vio. Deje el aparato.
--- Jola --- me dijo ---, ¿ya gespertaste?
--- Si, Modesta. Déjame ir.
--- Gescubriste mi pozo de miejda. Sabes que mi papá venjde ejsto y que nosocras lo ujsamos. Si sales se lo giras a la pogicia…
--- No --- respondí ---. ¡Te lo prometo! Déjame ir, y guardare el secreto toda mi vida.
Uno de los bultos de ropa vieja comenzó a moverse. Era la madre de Modesta. Se puso de pie apoyándose en la pala de metal y camino hacia mí. Tenía un rostro horrible. Comenzó a gritarme. Me pregunto por qué me había metido donde nadie me llamo, me dijo que su esposo llegaría al día siguiente y el decidiría que hacer conmigo. De seguro me mataría. Quise suplicar y comenzó a pegarme sin piedad con la pala. Entonces alcance el teléfono y marque de nuevo. Pude dejar un recado antes de que me lo arrebatara. Siguió golpeándome una y otra vez hasta que me hizo perder el conocimiento.
Es increíble que años atrás, esa mujer haya sido una hermosa bailarina de jazz. Comenzó a consumir anfetaminas para adelgazar, probó cosas más fuertes, destruyo su matrimonio y acaba viviendo con el distribuidor de la droga.
Modesta le puso varios frascos de GHB a la bebida de Jennifer, porque la odiaba. Modesta odiaba a todas las bailarinas. En especial si eran hermosas.
--- ¡Felipe! --- escucho que me llaman ---, apúrate o nos iremos sin ti.
Todos acaban de subir a las barcazas para iniciar el paseo por los canales. Me levanto despacio.
Recuerdo que cuando era niño veníamos a este sitio cada vez que llegaba alguna visita a la casa. Todo el trayecto en los canales escuchábamos música de marimbas, mariachis y jaraneros. Era un recorrido típico de mi ciudad. Algo de lo que siempre me sentí orgulloso. Ahora, como todo a mí alrededor, ha perdido su magia.
Camino hacia la lancha que se llama Jenny. Tomo asiento y observo.
Mis compañeros colocan botanas, sándwiches y refrescos sobre la mesa central. Iniciamos el recorrido. Casi de inmediato se acerca a nosotros un grupo folclórico que entona canciones de amor y desamor. Los más desinhibidos comienzan a cantar. Después, todos secundamos la tonada. Algunos bailan en los extremos de las barcas.
Hace calor. Los vendedores en canoas nos ofrecen toda clase de alimentos y bebidas. A uno de mis amigos se le ocurre comprar una cubeta de cervezas bien frías. Recibe muchos aplausos. Las latas y botellas empiezan a circular por todo el grupo. Pero no son suficientes. Aparecen billetes. En cuestión de minutos las mesas se encuentran adornadas con cubetas de cervezas que van de mano en mano.
Como es mi costumbre, yo solo las paso. No me quedo con ninguna.
--- ¡Felipe se está haciendo el gracioso y no quiere celebrar!
--- dice un amigo.
--- Hoy es un día especial --- dice otro ---, Felipe. Acompáñanos con una cerveza. No te va a pasar nada…
Sonrió con tristeza. Me siento muy apesadumbrado. ¿Por qué tengo que seguir luchando? Lo que paso es mi escuela fue una situación extrema, fuera de lo común. Mis amigos y familiares saben convivir con las drogas sin dejarse atrapar por ellas. Estoy cansado de tener miedo. Cansado de llorar por las noches recordando aquello de lo que no tuve la culpa. Cansado de ser anormal. Cuando estoy frente al espejo no veo más que a un inadaptado.
--- No seas tonto, Felipe. El mundo no es negro o blanco. También existen diversos tonos de gris. Toma un poco. ¿Qué te puede pasar? ¡Todos lo hacemos!
Acepto. Ya no aguanto más. Voy a emborracharme como nunca. Necesito saber lo que se siente. Ser como los demás.
El sabor de la cerveza me parece amargo. Desagradable. No entiendo por qué les gusta tanto.
--- Para que te acostumbres --- me explican ---, comienza tomando esta lata. Ponle limón y sal.
Así sabe mucho mejor. Después de un rato, descubro que es un líquido fresco y reconfortable. Ya no me siento tan triste. Pido más. Disfruto el ambiente festivo; las risas, la música y el baile. Pronto, todos nos movemos a un mismo ritmo haciendo que la barcaza se menee sobre el agua. Después, comenzamos a brincar de una lancha a otra para aumentar la diversión y compartir el momento con el resto de nuestros amigos. ¡Esta es nuestra fiesta de fin de fin de año escolar! Hay que disfrutarla.
El tiempo transcurre con rapidez. Los vendedores de cervezas nos acompañan a lo largo de todo el recorrido. Solo se alejan para abastecer su cargamento, y regresan.
Estoy muy mareado. Casi no puedo caminar. Una de mis compañeras se siente tan mal que saca la cabeza por entre las vigas del respaldo y sin ningún recato comienza a vomitar.
Todo me da vueltas. Recuerdo cuando venía con mis padres a estas chinampas. Esto no se parece nada a aquellos paseos familiares. Es un bar flotante.
Camino dando tumbos por mi lancha con intenciones de pasarme a la otra, pero al dar el salto, tropiezo.
Entonces caigo al canal. Veo mi movimiento en el aire como en cámara lenta. Mi cuerpo entra al agua fría en medio de dos barcazas. Me estremezco. Reacciono cual si hubiera sido despertado de un horrible letargo. Sin poder controlar la caída me sumerjo en la helada oscuridad de aquel líquido sucio. Siento las algas enredarse por mi cuerpo. Asustando, trato de salir a flote, pero choco con las plataformas de las enormes barcazas de madera. Abro los ojos en el agua; hay cero visibilidad. Me desespero. Con movimientos bruscos y enloquecidos trato de alcanzar la superficie. Mis brazos y cabeza chocan de nuevo con las plataformas. El aire se me agota. Sin poder soportarlo más, mi boca se abre y aspiro el agua de los canales. Comienzo a toser. Inhalo otra vez. Trago más agua. La sensación de ahogamiento va más allá de la angustia. Es indescriptible. Un pánico enloquecedor. Quiero gritar y mi voz se sofoca.
De pronto, la zozobra se va. El terror se desvanece. Mi cuerpo se vuelve ligero y flota como un bebé que se mece en los brazos de su madre. Las escenas de mi vida pasan ante mis ojos como una película en alta velocidad. No hay más voces que el eco del agua resonando en mi cerebro. Ya no necesito el aire. Todo se detiene.
Una intensa luz emerge de los profundo del canal e ilumina mi vista por completo.
Poco a poco, la silueta de una hermosa mujer comienza a acercarse hasta que puedo ver su rostro. Yo lo conozco. Lo he visto antes. ¿Cómo lo olvide?
Es Ivi.
El ángel con el que pude hablar hace muchos años, cuando era niño… Pero también… ¡Dios mío! La reconozco plenitud. ¡Es la misma mujer hermosa que tanta curiosidad me causo hace algunos meses!
--- ¡Ivi! --- la saludo ---. ¿Por qué te pusiste el piercing en el ombligo?
--- Quise que vieras el procedimiento para que no lo hicieras --- contesta.
--- ¿Y por qué estabas en el hospital de rehabilitación?
--- Siempre he estado cerca de ti. Orientándote. Auxiliándote.
--- Santiago, el guardaespaldas experto en drogas que mandaste con nosotros ¿también era un ángel?
--- Si, Felipe.
Ahora entiendo por qué no lo encontraron dentro de la casa de Modesta; creímos que había huido.
--- El mundo es horrible --- comento ---. Todos los placeres giran alrededor de la droga.
--- Te equivocas, Felipe. El mundo es hermoso. Los verdaderos gozos de la vida no tienen que ver con drogas.
--- ¡Ivi! Mis amigos dicen que es tonto ser radical; que debo aprender a ser gris. ¿No crees que, metas loables para los jóvenes hoy, son tomar alcohol sin emborracharnos, fumar sin abusar del tabaco, bailar en antros sin caer en libertinajes, vestirnos de forma original sin caer en depravación?
--- ¡No! --- su respuesta es contundente ---. ¿Quieres saber cuáles son metas loables para un joven moderno? ¡Atreverse a ser distinto, pero no con piercings, tatuajes o disfraces, sino volviéndose enemigo absoluto de las drogas! ¡De todas! Incluyendo el alcohol y el cigarro. Lo que acabas de decirme es el cuento de muchos. No tiene nada de original ¿Quieres ser especial? ¡Demuestra carácter! ¡Valor! ¡Inteligencia! La mayoría de los jóvenes ahora, son cobardes, y tibios. Eso es abominable. No se puede ser un poco bueno y un poco malo. ¡Y tú lo has sido! Felipe, has querido agradar a los demás y te traicionaste a ti mismo. No te falto información. ¡La has tenido toda! Profesores, conferencias, libros, Internet… ¡Toda! Jamas podras decir: “Dios mío, perdóname porque no sabía lo que hacía”. ¡Si lo sabias, y tuviste miedo de actuar! Fuiste un cobarde… te estas pudriendo porque dejaste que entraran pequeñas bacterias en ti. Solo se necesita abrir una puerta al mal para comenzar a contaminarse. Y el mal se disemina como peste. La droga es un virus silencioso que penetra en las heridas abiertas. Personas como tú que se creen muy astutas, dicen que nunca les pasara nada y convierten esa idea en su frase favorita. Casi se ha vuelto el himno de la mediocridad: No pasa nada… No pasa nada… No pasa nada… Pues ya ves que si pasa…
--- Ivi… ¿Por qué me dices eso? Tú siempre me has hablado con amor.
--- ¡Porque te estas muriendo, y de una forma tonta! ¡Por culpa del alcohol! ¿Te das cuenta? Felipe, ¡perdiste! Un día se lo dije a tu prima en sueños y ella de lo comento: Los jóvenes de hoy están en medio de una guerra. Nadie les pregunto si querían participar, pero se encuentran en el campo de batalla. No pueden coquetear con el enemigo ni ir a sus terrenos, desprevenidos, con el absurdo argumento de que desean ser grises. El enemigo los acribillara. Tarde o temprano. En la guerra no hay puntos medios, Felipe. Los bandos son radicales. O defines a qué lado pertenece o mueres.
--- Ivi, por favor. Dame otra oportunidad. Ya entendí. Estamos en pie de guerra. ¡Te lo suplico! Solo cometí un error.
--- Cuando hay guerra, un error es suficiente para morir. No estás en un videojuego. ¡La vida real es implacable! Además yo no soy nadie para darte otra oportunidad. No puedo hacerlo.
La luz de Ivi comienza a alejarse, me doy cuenta de que mi cuerpo flota en el canal de las chinampas. Puedo verlo.
Entre varios compañeros me sacan del agua y me ponen boa arriba sobre la plataforma de madera.
Le ruego a Dios con todas mis fuerzas que me deje vivir. He aprendido la lección.
--- Dios mío --- exclamo, atribulado ---. Perdóname por mi arrogancia. He sido necio. Dame la oportunidad de demostrarte que puedo ser un joven distinto. Me alejare de la droga para siempre. De toda. Incluyendo el alcohol y el tabaco. Seré radical. No gris. ¡No tibio! Te lo prometo. A mis amigos que fuman o beben no los regañare ni los juzgare. Observaran que yo soy feliz sin alcohol o drogas. Sabrán, al verme, que existe otra opción. Por favor, Dios mío. Voy a poner el ejemplo.
Comienzo a expulsar agua desde lo más profundo de mí ser. Siento convulsiones horribles. Toso una y otra vez. Me estalla la cabeza. El aire por fin entra a mis pulmones.
No alcanzo a identificar si lo que vi, escuche y dije cuando me estaba ahogando fue solo un sueño, pero me ha quedado muy claro lo que soy y lo que creo. Y eso jamás cambiara…
  



 .....   Y COLORÍN COLORADO.... ESTE LIBRO SE HA TERMINADO .....

EN PIE DE GUERRA
CARLOS SANCHEZ

martes, 17 de febrero de 2015

Lectura 17

Éxtasis
LA DROGA DE LA FELICIDAD Y EL AMOR

Droga sintética que causa alucinaciones, choque térmico,
 Depresión posterior y daño mental.


En ese instante, el joven que señale se pone de pie e intenta dirigirse a los sanitarios. Santiago avanza a toda prisa y lo detiene por el brazo. Comienzan a discutir.
En un santiamén nos rodean varios darketos dispuestos a defender a su compañero.
El escenario es intimidante.
Entra la policía a toda prisa. Son seis oficiales, seguido de mi padre. Por lo visto, los patrulleros hallaron refuerzos cerca. Traen una mano en la pistola, dispuestos a desenfundarla si es necesario.
El hombre a quien acuse, levanta los brazos al darse cuenta de que está rodeado.
Sus amigos se hacen a un lado.
Los administradores del antro no encienden la luz, ni el grupo musical interrumpe su actuación. Permiten que las autoridades saquen al sospechoso como si se tratara de algo rutinario.
Camino en medio del grupo. Estoy temblando. Cuando descubran que señale a una persona equivocada solo por su calzado, y porque creí que se escondí de mí, habré hecho el peor ridículo de mi vida.
Ya en la calle, a la luz de las lámparas urbanas, veo que el detenido esta maquillado a la usanza de los darketos mas excesivos. Un policía le alumbra la cara con su linterna.
--- ¡Me deslumbra! --- se tapa los ojos.
--- ¿Tu nombre es Pascual?
--- Sí.
¿Sera posible?
Le ponen las esposas. Me acerco para verlo bien. Casi no puedo creerlo. ¡Es el!
Papá le dice a uno de los policías:
--- Mi sobrina ha desaparecido. Tenemos la sospecha de que este sujeto sabe dónde está. No podemos irnos de aquí sin antes buscarla.
--- Sí, señor --- responde el uniformado ---, acabo de hablar con el comandante y nos indicó que esperemos. El viene para acá.
A los pocos minutos llegan dos patrullas más. Los cinco carros policiacos le dan a la calle una apariencia espectacular. El comandante baja de la primera patrulla seguido de mi tía Beky y el director de la escuela. Papá abraza a su hermana.
Ella le habla llorando, casi a gritos.
--- ¡Owin! No encontramos a Itzel por ningún lado.
--- Cálmate, Beky.
--- Ya fuimos a casa de Jordy Ramírez --- continua mi tía ---. Al que le dicen el Zorrillo. Es el hijo único de dos médicos. Estaba dormido. Nos dijo que Itzel lo llamo por teléfono y platico con el de cosas sin importancia. Jordy no dio más datos. Sus padres nos invitaron a pasar. Son gente normal y aparentemente buena. También atrapamos a Rodrigo y revisamos donde vive. ¡Nada! ¿Qué está pasando? ¿Dónde está mi hija?
--- Mira, Beky. Acabamos de atrapar al tipo que debe tener información.
Vemos como los policías revisan a Pascual de forma minuciosa. Le encuentran una bolsita con pastillas.
--- ¿Qué es esto?
No responde. Si vendía anfetaminas en la preparatoria, es lógico suponer que lo siga haciendo afuera.
El comandante toma el paquete de plástico y le pide a su ayudante que alumbre con la linterna.
--- Aquí hay una Ketamina. Tiene impresa la letra K. ¿Tú le diste una de estas a Jennifer?
--- No voy a hablar --- dice Pascual ---, sin mi abogado.
El comandante le da una fuerte bofetada.
Pascual lanza una maldición. No se lo esperaba.
--- ¡Respóndeme! ¿Le diste a Jennifer esta droga, sí o no?
--- Solo una pastilla --- confiesa ---, pero yo no le mande poner GHB  a su bebida.
--- ¿Cómo sabes que alguien lo hizo?
--- Me dijeron.
--- ¿Dónde está Itzel?
--- No sé. Ni siquiera la conozco.
--- ¡Más vale que me lo digas! ¿Dónde está Itzel?
--- Si tanto le interesa, búsquela.
Todos nos quedamos congelados con su cínica respuesta.
Los policías vuelven a entrar al antro para registrar cuartos y baños.
Esta vez escuchamos como la música es interrumpida por unos minutos. Comienzan a salir tipos góticos a la calle. Algunos, curiosos de averiguar lo que sucede y otros dispuestos a huir.
Después de un rato, los inspectores aparecen y dicen a su jefe que no encontraron nada.
--- Vámonos. En nuestras oficinas hay persona experto que interrogara a Pascual.
Mi tía Beky y el director de la escuela vuelven a subirse a la patrulla en la que venían. Papá, Santiago y yo corremos a nuestro auto. Avanzamos todos como en procesión.
Camino al Ministerio Publico no hablamos. Llegamos en menos de quince minutos. Son casi las dos de la mañana.
Mi papá, tía Beky, el director y la policía entran con Pascual a los separos. A mí no me dejan pasar. El señor Santiago y yo nos quedamos afuera.
A pesar de mi nerviosismo, el sueño comienza a vencerme.
Después de un rato bostezo varias veces. Es desesperante y aburrido estar afuera de las oficinas policiacas. Para no quedarme dormido, platico con Santiago:
--- En el primer sitio al que nos llevaste --- recuerdo ---, pude ver a un grupo de jóvenes pasándose pastillas de colores por debajo de la mesa.
--- Era Éxtasis --- contesta con seguridad absoluta.
--- ¿Cómo sabes?
--- Es la droga sintética más común.
--- ¿Son pastillas de colores?
--- Sí.
--- Oí que les dicen “tachas”.
--- Por su troquelado. Las pastillas de Éxtasis vienen grabadas con una silueta: mariposa, paloma, manzana, estrella, conejito, Snoopy o simplemente un tache. Tienen el tamaño de una aspirina. En los antros corren ríos de este tipo de pastillas, aunque el Éxtasis puede encontrarse también en capsulas o polco cristalino que se disuelve.
--- ¿Y dices que es una de las drogas más populares ahora?
--- Sí. Porque produce sensación de amor y felicidad. La persona se siente cariñosa, perdonadora, conciliadora, deseosa de hacer amistad con todos. Quiere abrazar y acariciar a los demás, pero sin deseo sexual. La vida le parece hermosa. La música le suena con sonidos profundos desde su interior; tiene gran energía y deseos de bailar toda la noche unida a la gente que ama. A la persona drogada con Éxtasis se le quita el hambre, la sed y el cansancio. Por otro lado aumenta su autoestima, el deseo de hablar “con el corazón” y su romanticismo. Por eso el Éxtasis es tan buscado. ¿Quién no desearía vivir en un mundo de amor y felicidad, con energía para bailar y reír por horas? Al Éxtasis se le llama la disco-droga, club-drug, o dance-drug.
--- ¡Oh! Así como me lo platicas --- comento ---, suena muy divertido tomar una de esas pastillas.
--- No digas tonterías, Felipe. El Éxtasis o MDMA es una sustancia vasoconstrictora que eleva la presión arterial, el pulso y la temperatura del cuerpo; produce un efecto llamado choque térmico: el cerebro se inflama por el calor y con frecuencia ocasiona convulsiones y colapso por hipertermia. Bajo el efecto del Éxtasis es común tener alucinaciones, sentir tristeza, delirios de persecución y pánico. Los siguientes cinco días después de tomar Éxtasis se siente un estado de nerviosismo, agotamiento, pesimismo, irritabilidad, depresión, y actitud negativa. Muchos jóvenes describen el espacio entre el lunes y el jueves como un “infierno”, solo aliviado por la idea de volver a tomar Éxtasis el fin de semana. En altas dosis, el Éxtasis impide el flujo de sangre hacia el cerebro por lo que es común que cause parálisis permanente en la mitad del cuerpo, demencia, mal de Parkinson y daño mental.
--- ¿Hay jóvenes que mueren por culpa del Éxtasis?
--- Claro. ¿Recuerdas el juego suicida en el que se coloca una sola bala en un revolver, para después dispararse a la cabeza con la esperanza de que no salga la bala? Se llama ruleta rusa. Algo así se juega al tomar Éxtasis. El problema más grave de esta droga, es que los efectos de amor y felicidad que produce casi no se consiguen porque las pastillas que se venden ahora no tienen la droga en estado puro. Como el Éxtasis verdadero, MDMA o Metilendioximetanfetamina es caro, las pastillas se mezclan con otras drogas más baratas como Ketamina, o con el MDA la “madre” del éxtasis que es más burda y venenosa, o con MDEA o Eva que produce mayores efectos alucinantes y es más toxica. Solo con un análisis químico es posible determinar las sustancias que hay en la pastilla. Incluso si se trata de verdadero Éxtasis, la cantidad de MDMA varía desde cero hasta doscientos cincuenta miligramos en una grajea. Así los efectos pueden no aparecer, o provocar la muerte. La pistola se dispara sobre tu cabeza en cualquier momento.
--- Pues, viéndolo así --- comento en tono intelectual ---, basta con alejarse de ese tipo de sustancias. No jugar “ruleta rusa” y ¡eso es todo! Solo los jóvenes de carácter débil o fracasados que se arriesgan a lo tonto se hacen drogadictos.
--- Te equivocas, Felipe. Es fácil caer en el mundo de las drogas. Quien bebe alcohol con sus amigos todos los fines de semana, está cayendo poco a poco. También corre graves riesgos la persona con insomnio que comienza a tomar medicamentos para dormir todas las noches, o quien, para estudiar horas, toma Coca Cola con aspirinas o café cargado con Taurina, o el que fuma, o el que acepta una pastilla para sentirse de mejor humor. La droga no es algo mitológico y lejano que le ocurre a otros… puede afectar a cualquiera. La gran mayoría de las drogas se inventaron en un laboratorio farmacéutico, y después fueron prohibidas por sus efectos secundarios. Algunas todavía se emplean como medicamentos en hospitales bajo control clínico. Otras son para uso veterinario.
--- Mmmmh --- gimo, meditabundo.
Mi padre sale acompañado de su hermana. El director de la escuela los sigue. Todos tienen un gesto agotado y desmoralizado.
Papá abraza a la tía Beky. Ella agacha la cara y llora.
--- ¿Qué paso? --- pregunto.
--- Nada --- dice papá ---, Pascual asegura que no tiene idea de donde esta Itzel.
--- ¿Entonces qué hacemos?
--- El comandante nos sugirió que vayamos a descansar. Enviara a dos policías para que estén de guardia en nuestra casa. Debemos permanecer atentos al teléfono.
--- ¡No puede ser! --- digo ---. ¿Y mi prima va a pasar la noche en quién sabe dónde?
--- Felipe, comprende. Tu prima no anda por ahí con unos amigos. Alguien la secuestró. Las dos llamadas telefónicas que hizo indican lo mismo. Está encerrada en algún lugar donde no la dejan salir.
El señor Santiago pregunta con su voz grave y circunspecta:
--- ¿Qué dijo exactamente Itzel cuando hablo por teléfono?
--- Dijo que había ido a investigar y que la habían raptado --- comenta papá ---, susurraba para que no la descubrieran.
Luego me pidió ayuda. Eso fue todo.
--- ¿Su celular no registro el número de dónde marco?
--- No. era un número privado. De esos que se pagan, especiales para que no dejen rastro.
--- En mi casa --- dice tía Beky ---, dejo una grabación. Casi me la sé de memoria. Dijo: “mamá, me encerraron, no me dejan salir. Están fumando. ¡Son muy agresivos! Ayúdame. ¡No! ¿Por qué quiere golpearme? ¡Váyase! ¡Déjeme! Eso es todo --- la voz se le quiebra. Está a punto de soltarse a llorar de nuevo.
Santiago se queda pensando unos segundos, luego dice: --- Hay dos datos interesantes… Ella comento que eran “muy agresivos”, y también que “estaban fumando”. Existe un tipo de drogadictos que fuman y son especialmente agresivos --- hace una pausa para concluir ---. Los fumadores de Crack.
--- ¡Crack! --- repite mi tía Beky ---. ¿Qué es eso?
--- Rocas cristalinas producidas cuando se deja enfriar rápidamente la Cocaína caliente mezclada con amoniaco. También se hace Crack en forma de pasta lavando la Cocaína con éter. Se puede decir que el Crack es Cocaína elevada a una mayor potencia. Produce multiplicados todos sus efectos y es varias veces más adictiva.
--- ¿Entonces --- pregunto ---, los fumadores de Crack, primero son adictos a la Cocaína?
--- Sí.
Siento un leve mareo. No logro identificar si es por el agotamiento o por los recuerdos de un dialogo que me viene a la mente.
--- Congegui angescesia local. Ejo me ha ayugago.
Y después:
--- ¿No la notaste agresiva?
--- Sí. ¡Te digo que primero me empujo para salir corriendo y luego me abofeteo! Deshonro su nombre. ¡Ella no es así! Dicen que tiene serios problemas familiares, pero eso no justifica…
--- ¡Esperen! --- digo con voz muy alta ---. ¡Ya sé dónde está mi prima!

  


crack
LA DROGA DE LA VIOLENCIA

Rocas de cocaína que se fuman y producen efectos multiplicados. Es adictiva y mortal.

Todos me escuchan con atención mientras explico. Mi tía Beky y papá están ávidos de seguir otra pista. Solo el director de la escuela se muestra irritado. Mira su reloj y protesta:
--- No podemos irrumpir con la policía en la casa de otro alumno a las tres de la mañana.
--- ¿Y si Felipe tiene razón? --- pregunta mi tía ---, ¡tampoco podemos quedarnos con los brazos cruzados!
--- Director --- le digo ---. ¡Hable con la maestra de Biología! Ella atendió a Modesta y pudo darse cuenta de lo mal que estaba.
El director lo piensa unos segundos, pero se ve tan presionado que acepta. Como su teléfono celular, según dice, ya no tiene batería, le pide prestado el suyo a mi papá.
Marca el número de la profesora. Tardan mucho en contestar.
--- ¿Maestra? --- expresa al fin ---. Disculpe que la llame a esta hora, pero se trata de una emergencia. Soy el director de la escuela. Sí. Perdone. Una joven desapareció. No. No es alumna nuestra. Es la prima de Felipe Meneses. Sí. Ella estaba investigando sobre quien pudo drogar a Jennifer la semana pasada y por lo visto descubrió algo… La raptaron. Sí, estamos seguros. Tenemos la sospecha de que fue a visitar a una alumna llamada Modesta. Usted puede… --- se detiene; comienza a sentir una y otra vez ---. ¿Cómo? ¿Le dijo todo eso? --- abre los ojos y levanta las cejas ---. ¿Cuándo? ¡Profesora, eso es gravísimo! ¿Y por qué no me entere? ¡Pero estuve en mi oficina al día siguiente! --- suspira ---, de acuerdo. El lunes hablamos. Gracias…
El director cuelga su teléfono y nos mira, sin salir de su asombro.
--- Modesta es sospechosa… En su casa fuman Crack.
--- ¡Cielos! --- dice mi tía ---. ¡Vamos por el comandante!
Papá corre de regreso a los separos.
El director aprovecha para sentarse; abre el portafolios que ha traído con el todo el tiempo y busca en el registro de alumnos los datos de Modesta.
A papá le cuesta mucho trabajo convencer al comandante de que vuelvan a apoyarnos. Solo acepta que dos policías nos acompañen.
Escoltados por una patrulla, emprendemos el camino al domicilio indicado por el director.
En el trayecto, cuestiono:
--- ¿Mi prima corre peligro, señor Santiago?
--- ¿Perdón?
--- ¿Las personas que fuman Crack, son peligrosas?
--- Si --- contesta con preocupación ---. En los lugares en donde el Crack se pone de moda, hay crímenes y peleas.
--- Oh, no --- se queja mi tía ---. ¿Y mi hija está encerrada con personas que fuman esa cosa? ¿Qué hace la gente cuando está bajo los efectos de la droga?
El señor Santiago maneja el auto y habla con voz alta, como complacido de poder presumir sus vastos conocimientos.
--- El efecto del Crack se divide en tres etapas, señora Beky: Primero, euforia. La persona se siente optimista, se le quita el hambre, la sed y el sueño; le sube la presión y el ritmo cardiaco. Segundo, angustia. De forma repentina, la persona se siente insegura y con miedo. Los efectos físicos se confunden y provocan que perciba como si le caminaran arañas por la piel. Entonces trata a toda costa de seguir fumando. Tercero, psicosis. La persona sigue consumiendo Crack y le sobrevienen alucinaciones, nerviosismo extremo y deseos de pelear o matar.
--- ¡No, Señor! Por favor…
--- ¿Pero lo que más me preocupa --- sigue diciendo Santiago ---, es que traten de obligar a Itzel a probar eso. Quien usa Crack una sola vez puede quedar atrapado en adicción.
El Crack es la única droga del mundo que los animales de laboratorio escogen por encima de la comida hasta el punto de llegar a morirse de hambre. El adicto es capaz de robar, prostituirse, asesinar o hacer cualquier cosa con tal de conseguir Crack. Es una de las drogas más enajenantes que existen.
--- ¡Ya cállense! --- dice mi padre con verdadero enfado ---. ¡Sabemos que usted es experto, pero por lo visto también es imprudente! ¿Se da cuenta de la angustia que nos está causando?
--- Perdón.
Llegamos a la zona residencial indicada. Reconozco las calles. Jordy, el Zorrillo me llevo en su Beatle blanco a casa de Modesta para recogerla antes de pasar por Jennifer cuando fuimos al antro. Les doy las indicaciones finales. Al fin damos con el domicilio. La casa es grande y lujosa.
Me quede en el auto con mi tía y el director. Papá, Santiago y los oficiales se bajan para tocar la puerta. No hay respuesta. Caminan de un lado a otro, frente a la enorme barda. Oprimen el timbre varias veces. Se escuchan perros ladrando, pero nadie abre.
El director opina:
--- Están dormidos. Jamás saldrán. Si alguien llegara a mi casa a esta hora, yo tampoco abriría.
--- ¿Quiere guardar silencio? --- lo regaña mi tía.
Después de un rato, papá regresa al vehículo.
--- Es inútil --- nos dice.
Mi tía se baja del coche.
--- Tenemos que insistir. Algo me dice que aquí está mi hija. Golpea la puerta con mucha fuerza. Luego toca el timbre. Los perros en el interior siguen ladrando, pero no se percibe el menor movimiento humano.
De pronto, y sin que nadie se lo espere, uno de los policías grita:
--- ¡Hey! ¿Qué está haciendo? ¡Bájese de ahí!
El señor Santiago se ha subido a la marquesina y trata de escalar la enorme barda.
--- Solo voy a asomarme.
--- Tenga cuidado --- dice papá ---. Arriba puede haber una cerca electrificada.
 --- Solo hay alambre de púas. Desde aquí se ve.
Se estira y alcanza el filo del muro con ambas manos, luego moviéndose como levantador de pesas, alza su cuerpo y logra poner los codos en el borde. Ahí, se balancea para alzar una pierna y sube. Queda agazapado hasta arriba de la barda. Esquiva la cerca de alambres.
--- ¿Logra ver algo? --- pregunta mi tía.
--- Si… ¡Acaban de apagar las luces de la casa! Estaban encendidas. ¡Saben que estamos aquí!
--- Tenga cuidado.
--- Voy a bajar al patio y les abriré la puerta.
--- ¡No haga eso! --- ordena la policía.
Pero Santiago ya ha comenzado el movimiento descolgándose hacia el otro. Entonces oímos un fuerte estallido.
--- ¿Qué fue eso?
--- ¡Un disparo! --- dice la policía.
Santiago queda como petrificado.
--- ¿Le dieron?
--- No.
Se vuelve a oír otro balazo. Santiago trata de regresar hacia la zona exterior del muro, pero es demasiado tarde. Lo tienen en la mira. Emite un grito, exasperado y salta hacia dentro de la casa. Lo perdemos de vista.
Sobreviene un tercer disparo.
--- ¡Santiago! --- vocea mi papá ---. ¿Está bien?
No contesta. Los perros ladran.
De inmediato, un policía corre de vuelta a la patrulla para hablar por el radio. Informa de la situación y pide apoyo urgente. Ordena que subamos al carro y vayamos hasta la esquina. Nos movemos con rapidez. Papá conduce hasta el final de la calle y esperamos. A los pocos minutos comienzan a llegar patrullas y autos de la policía antinarcóticos.
Observamos la movilización silenciosa desde lejos. Solo en las películas habíamos visto algo parecido. Estamos impresionados.
--- ¿No es peligroso estar aquí? --- pregunta el director ---.
Podría haber una balacera.
--- Si --- concede mi padre ---, tiene razón.
Echa en reversa el coche de modo que quedamos protegidos por las construcciones; pero perdemos toda visibilidad.
--- Yo quiero ver qué sucede --- protesto.
--- ¡No, Felipe! Guarda silencio y estate quieto.
Los minutos pasan. Parecen eternos. Oímos algunos gritos de policías y ordenes que no podemos entender. Luego tronidos. No sabemos si han derribado la puerta o están golpeando algo. Más gritos y después silencio.
Entonces comienza la parte más larga de la espera. Durante casi media hora no escuchamos nada. Papá arranca y avanza muy despacio hacia la calle. Las patrullas están ahí, con las torretas encendidas. También ha llegado una ambulancia.
La casa se encuentra abierta de par en par. Varios policías, en posición de alerta, hacen guardia. Entonces mi tía Beky abre la portezuela del carro y camina hacia ellos. Los oficiales levantan sus armas y le apuntan. Ella alza las manos. Sigue acercándose.
--- ¡Soy yo! Beky Meneses. ¿Encontraron a mi hija?
La deja pasar.
Mi padre estaciona el carro, lo apaga y sale también con las manos arriba para ir tras su hermana. No necesito que me digan que debo permanecer en el vehículo con el director.
Después de un rato vemos como salen de la casa varios oficiales deteniendo a dos personas que vienen esposadas.
Las obligan a subir a la patrulla.
Detrás de ellas aparecen mi tía Beky y papá abrazando a alguien.
Salgo del auto y echo a correr.
Es mi prima.
--- ¡Itzel! --- grito.
Llego hasta ella. Tiene la cara manchada de sangre y un enorme parche blanco que acaban de colocarle en la frente. Camina con dificultad. Le han puesto una cobija encima como para protegerla del frio. Esta despeinada y tiene los ojos muy rojos.
Me abraza, llorando. --- ¡Felipe! --- dice ---. Gracias por buscarme. Tu les dijiste donde podían encontrarme, ¿verdad?
--- Si, primita. ¿Qué te paso? ¿Por qué estás aquí?
--- Modesta lo hizo…
--- Sí, sí. Tranquilízate…
--- ¿No me estas escuchando? ¡Ella lo hizo!
--- ¿Qué hizo?
--- Mato a Jennifer.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Lectura 16

ALCOHOL
LAS DROGAS “CULTURAL” QUE SIRVE DE PUERTA

Entrada para las demás drogas; produce más daño social y familiar que ninguna.

Salimos a toda prisa del hospital. Ya ha comenzado a oscurecer. Cuando vamos corriendo hacia el auto, le pregunto a mi padre, jadeando:
--- ¿Por qué no le llamas por teléfono a mamá o a la tía Beky para ver si ellas saben algo?
--- Solo las preocuparía.
--- ¿Recuerdas nuestra regla familiar? --- insisto ---. Para permanecer fuertes y unidos debemos decimos la verdad de toda lo que nos pasa.
--- Tienes razón.
Casi al llegar al auto, papá marca su teléfono. Lo hace despacio, como dándose tiempo para recuperar el aliento.
--- ¿Lorena? --- pregunta ---, soy yo. Owin. ¿No recibiste una llamada de Itzel? ¿Sí? ¿Qué dijo? ¿Mi hermana está ahí? ¡Tranquilízate! ¿Ya le hablaron a la policía? ¡Pues háganlo! ¡Pásame a Beky!
Mi padre se queda callado y comienza a caminar. Habla con monosílabos. Trato de seguirlo, pero no entiendo lo que dice. Después de un rato cuelga y regresa al coche.
--- ¿Qué ocurre?
--- Itzel hablo a su casa, pero mi hermana no contesto el teléfono a tiempo y su hija le dejo un recado. Me lo pusieron en el auricular para que yo mismo lo escuchara. La voz de Itzel sonaba muy angustiada. Decía: “mamá, me encerraron, no me deja salir. Están fumando. ¡Son muy agresivos! Ayúdame. ¡No! ¿Por qué quiere golpearme? ¡Váyase! ¡Déjeme!”. Después se cortó la comunicación.
--- ¿E… ese fu… fue el re… recado que dejo mi prima?
--- Textual.
--- No…
--- Felipe, ¿Dónde pudo ir Itzel?
Estoy tan asustado que no razono. Papá quita la alarma del carro con el control remoto. Santiago, nuestro nuevo guardaespaldas experto en drogas, abre la puerta de atrás.
--- ¿Usted --- pregunta mi padre con cierto desazón ---, de verdad quiere ir con nosotros?
--- Sí. Puedo ayudar, se lo aseguro.
--- No me lo tome a mal --- dice papá ---, pero yo no lo conozco y me siento invadido en nuestra intimidad. Tenemos un problema muy serio. Preferiría que se quedara. Dele las gracias a su jefa.
--- Como usted guste, señor. Solo estoy cumpliendo una orden, pero lo que sí puedo decirle es que conozco los lugares donde se reúnen personas que usan drogas. Antros, discotecas y tiendas de piercings. También soy amigo de gente que puede darnos información.
--- Papá --- sugiero ---, déjalo venir.
Mi padre lo piensa unos segundos.
--- De acuerdo --- dice al fin ---. Suba.
Mi padre conduce el auto a toda velocidad. Lo hace con una mano, mientras llama por su celular con la otra.
Se comunica con el comandante de la policía, quien, por lo visto, ya está enterado del problema. Luego vuelve a llamar a mi madre y le recomienda que tenga calma (pues él no la tiene). La señal del celular se pierde. Por fin toma el volante con ambas manos. Suspiro. Santiago también lo hace.
--- Piensa, Felipe --- me insiste después ---, ¿dónde crees que fue tu prima?
Lo he reflexionado y contesto con seguridad:
--- A ver a su ex novio.
--- ¿Perdón?
--- Hace como un año ella anduvo saliendo con un muchacho llamado Rodrigo. Es un joven apuesto, pasante de veterinaria, que trabaja por las noches en un antro…
--- ¿Lo conozco?
--- Sí. Es el portero que me echo la culpa de todo.
--- ¿Cómo? ¿Itzel conoce a ese sujeto? ¿Salió con él?
--- Sí. Es un tipo tramposo y grosero. Le gusta fumar y tomar. En una fiesta dejo que quemaran a Itzel con un cigarro.
--- No puedo creer lo que me estás diciendo. ¿Y por qué habría de ir tu prima a buscarlo?
--- Porque ella piensa que Rodrigo drogo a Jennifer.
Vuelve a tomar su teléfono y se cerciora de que tenga señal. Marca el número de mi casa.
--- Explícale todo eso a tu tía.
Me pasa el aparato. Contesta mamá. Apenas comienzo a hablar sobre Rodrigo, me interrumpe para decirme que la policía ya tiene esos datos y que están abocados a buscarlo. La señal del celular es débil y la llamada vuelve a perderse. Mi padre lanza una interjección de rabia. Disminuye la velocidad. Parece que hubo un accidente en la carretera.
Los autos se han detenido.
--- Es lo único que nos faltaba.
Avanzamos a vuelta de rueda. Después de un rato, me pregunta:
--- Este tipo, Rodrigo, dices que toma alcohol y fuma, pero ¿también usa drogas?
--- No sé --- contesto ---, Itzel sospecha que quiso darle una pastilla depresora, pero no está segura.
Durante largos minutos permanecemos en silencio observando el impresionante congestionamiento de tránsito.
--- Tu prima parecía tan asustada --- dice papá ---, que si esta con Rodrigo y sus amigos, de seguro todos se encuentran drogados o muy borrachos, que para el caso es lo mismo.
La fila de automóviles se vuelve a detener. Algunas personas salen de sus coches para asomarse. Nadie se explica él porque del atasco.
Pregunto:
--- ¿Es igual estar drogado que borracho?
--- Técnicamente, sí.
--- ¿Entonces el alcohol es una droga?
--- Tú contéstame. ¿Cuál es la definición de droga?
--- No me acuerdo bien. ¿Algo así como que las moléculas viajan al cerebro y actúan sobre el alterando sus sensaciones y cambiando la conducta?
--- Más o menos. Con base en eso que dijiste ¿el alcohol es una droga?
--- Tal vez, pero hay muchísima gente que se va a enojar si decimos que lo es.
--- Pues debemos ser objetivos, aunque algunos se molesten. Para saber si algo es una droga hay que responder dos preguntas. Primero: ¿Es una sustancia no alimenticia que produce tolerancia y a veces adicción?
--- He oído --- respondo ---, que el alcohol es alimento.
--- El alcohol tiene exceso de calorías huecas que solo producen obesidad y “panza”. Sus complejas moléculas tardan horas en ser procesadas por el hígado, pero no posee propiedades nutritivas y si produce dependencia y tolerancia. La primera pregunta se contesta con un rotundo. La segunda: ¿Actúa molecularmente sobre el cerebro alterando las sensaciones físicas o psicológicas y cambiando el comportamiento de la persona?
--- Si… ¿rotundo, también?
--- ¡Claro, Felipe! El alcohol traspasa la pared del estómago en segundos. Va directo al cerebro para deprimirlo. Los reflejos de la persona bajan, su razonamiento se vuelve torpe y pierde sus frenos de precaución y prudencia. Por eso, después de tomar, nos sentimos atrevidos, decimos chistes, bailamos y hacemos comentarios tontos. En mayoría cantidades, el alcohol deprime el sentido del equilibrio. Cada vez que el alcohol entra al cerebro, causa daños. Las neuronas se mueren. Con los años, la persona pierde inteligencia, memoria y facilidad de hablar.
Por el acotamiento del carril contrario avanza una fila de patrullas y ambulancias. Las luces y ruidos de las sirenas nos ponen nerviosos.
--- Si esto sigue así --- comento ---, tardaremos horas en llegar a la ciudad.
Durante mucho tiempo estamos callados. Parece que esa noche será muy oscura. Pienso en Itzel. En este momento puede estar en peligro. Agacho la cara y le pido a Dios por ella. Papá mira su celular con desesperación. No tiene señal.
Me está dando sueño.
Para tratar de distraerme, retomo el tema.
--- ¿Por qué --- pregunto ---, una droga tan dañina como el alcohol es legal?
--- Porque la fermentación de frutos y granos se descubrió hace miles de años. Egipcios, romanos, griegos y hebreos usaban y abusaban de los líquidos fermentados que producen alcohol --- contesta mi padre ---. El alcohol es una droga que ha acompañado siempre a la humanidad. Se ha heredado de generación en generación. Dicen que es “cultural”. Además, todos los gobiernos del mundo reciben mucho dinero por la producción, venta e impuestos que genera esta droga. Miles de millones de personas la consumen, y cerca del 20% de la población del mundo es adicta a ella… Por eso es legal.
--- En conclusión… --- digo ---, ¡el alcohol es una droga!
--- Así es --- confirma papá con cierta vehemencia ---. ¡Repite esa frase mil veces en tu cerebro hasta que te quede grabada! El alcohol es una droga… El alcohol es una droga.
--- Pero ¿entonces toda la gente que toma una copa es drogadicta?
--- No. Un drogadicto es quien tiene adicción y necesita su droga de forma continua para vivir. La persona que toma una copa no necesariamente es drogadicta, pero si está tomando droga. ¿Verdad, señor Santiago?
El hombre responde halagado de que mi padre lo haya tomado en cuenta.
--- Si --- dice voz grave ---. Aunque la Organización Mundial de la Salud asegura que el alcohol es la droga de entrada, porque funciona como puerta. O, como lo diría el director del hospital, es el agujero en el piso que se rompe y nos lleva al subsuelo infernal con más frecuencia.
--- ¿Usted también ha visto la pintura? --- pregunto.
--- Muchas veces.
--- Su jefa nos comentó que tiene una gran experiencia y conocimientos sobre estos temas. ¿Qué más puede decirnos sobre el alcohol, Santiago?
El hombre se suelta hablando.
--- Como las mujeres tienen menos agua y encimas para metabolizar el alcohol en sus cuerpos, ellas acumulan mayor concentración y los efectos les resultan varias veces más graves. Sin necesidad de usar drogas ilegales como Rohipnol o GHB,  hombres emborrachan a las mujeres para desinhibirlas y seducirlas. Muchas violaciones, embarazos no deseados y contagios de enfermedades venéreas, ocurren porque hay alcohol de por medio. Los novios que beben alcohol, son mucho más propensos a tener relaciones sexuales. Las bebidas dulces o efervescentes preparadas con alcohol nos inducen a tomar mayores cantidades. La persona a quien se le pasan las copas se vuelve impertinente, impulsiva y ególatra; no necesita estar cayéndose o vomitando para que su conducta cambie. Todos a su alrededor la detectan. El alcohol es el principal agente de accidentes automovilísticos, destrucción de hogares, familias, empresas y fortunas. En cantidades muy grandes el alcohol bloquea al bulbo raquídeo que regula las funciones vitales. Los jóvenes que hacen concursos para ver quien toma vasos completos de alcohol sin detenerse, pueden morir al instante por un paro respiratorio.
En sobredosis recurrentes se produce el Delirium tremens, un fenómeno que consiste en alucinaciones horribles, por lo regular conformadas por enormes serpientes, arañas, ratas o cualquier otra amenaza que causara pavor y deseos de morir al alcoholizado.
--- Vaya --- dice papá ---, supongo que usted es abstemio.
--- Sí, señor.
Al fin parece que hemos llegado al cuello de botella.
Un tráiler con doble caja cargado de refrescos, se volteo obstruyendo la carretera. Varias grúas hacen esfuerzos por moverlo. El piso está lleno de líquido y cristales rotos. Cuando logramos pasar por el acotamiento, papá acelera a fondo y vuelve a tomar su celular. Hay señal otra vez. Mamá contesta.
El rostro de mi padre se ilumina por un momento, luego parece decaer mientras escucha. Se disculpa por no haber llegado, todavía. Sí. Ya sabe que son casi las once de la noche. Explica que hubo un accidente en la carretera y llegaremos a la casa en treinta minutos. Cuelga.
--- ¿Qué paso? --- pregunto.
--- La policía capturo a Rodrigo, el portero del antro, cuando llego a trabajar – me explica ---. Fueron a su casa para revisar cada habitación. ¡No había nada! El tipo vive solo. Hallaron muchas botellas de licor y revistas obscenas, pero no había droga ni rastros de Itzel. Nadie sabe quién la rapto.


ETER EN EL HIELO
FORMAS DE ADULTERAR LAS BEBIDAS ALCOHOLICAS

La droga legal, barata, es el negocio del siglo.
Cada vez hay más muertes de jóvenes por alcohol adulterado

Llegamos a la casa en menos de media hora. Bajamos corriendo del auto. Afuera hay una patrulla con dos policías. Mamá se encuentra sola. La televisión esta prendida con el volumen muy bajo. Mi hermanito se ha quedado dormido en el sillón.
--- Hola, cariño --- saluda mi padre ---. ¿Ha vuelto a hablar Itzel?
--- No. Escuchamos varias veces el recado que dejo, sin entender donde pueda estar.
--- ¿Y Beky?
--- Anda con el jefe de la policía. Llevaron a Rodrigo al Ministerio Publico para seguirlo interrogando. El confeso que Itzel lo llamo en la tarde y le pregunto varias cosas sobre Jennifer. Eso fue todo. Estoy muy preocupada.
--- ¿Ya revisaron el cuarto de Itzel? ¿Hay alguna pista de con quien más pudo haberse comunicado últimamente?
--- En su estudio solo encontraron esta libreta. Me la devolvieron porque es de Felipe.
La tomo para examinarla. Busco con rapidez en la última página. La hojita con el número telefónico del Cadáver ha desaparecido.
--- ¡Ya sé a quién más llamo! --- digo ---. Yo tenía un papel aquí y no esta. Itzel se enojó muchísimo ayer cuando supo que el Cadáver se saltó la reja para amenazarme. Yo vi la rabia en los ojos de mi prima. Por eso no quiso ir con nosotros al hospital. Quería tomar el asunto por su cuenta.
--- ¡Eso es una tontería! --- exclama mi padre ---. ¿Quién rayos se cree esa niña?
Mamá asoma por la ventana y pregunta:
--- ¿El hombre que está afuera, viene con ustedes?
--- Si, es una migo; quiere ayudarnos.
--- ¡Pues hagan algo! El comandante nos dejó a dos patrulleros. ¡Llévenselos! Investiguen donde están los darketos.
Le hablamos al señor Santiago y le explicamos que necesitamos encontrar a un joven de la comunidad dark.
--- Hay tres lugares cercanos --- contesta de inmediato ---, donde se reúnen metaleros, punketos y darketos los viernes por la noche. Los puedo llevar.
--- Felipe --- dice papá ---, quédate aquí. Con tu madre.
--- ¡No! --- respondo ---. ¡Yo tengo que acompañarlos! Conozco al Cadáver y vi cómo se disfraza Pascual. ¡Nunca los reconocerán si mí!
Es evidente. Papá acepta. Habla con los patrulleros. Se comunican con su comandante y reciben la autorización para seguirnos.
Me subo al carro de nuevo. De inmediato recuerdo algo. En mi libreta de notas también tengo el calendario escolar con las direcciones y teléfonos de todos mis amigos… incluyendo algunos no muy fraternos, como Jordy, el Zorrillo.
--- ¡Espera! --- le digo a papá que ya estaba listo para arrancar el auto ---. Tal vez Itzel llamo a otra persona.
Me bajo y voy corriendo con mamá. Le pido la libreta. Busco en las primeras páginas. Hay varios números de teléfono subrayados con lápiz. Uno de ellos encerrado en un círculo. El de Jordy.
--- Yo no hice estas rayas --- digo ---, fue mi prima. Este compañero también es sospechoso --- entonces relato lo que el Zorrillo me dijo en el antro sobre los Poppers, y los comentarios que profirió sobre lo bueno que era la Efedrina para ayudar a las chicas a tener energía rave.
Cuando acabo de hablar, papá se muestra sorprendido y me dice con sarcasmo:
--- Que bueno que sigues nuestra regla de platicarnos todo lo que pasa.
--- Se lo conté a Itzel…
--- ¡Claro! Y tu prima, a quien todos tus comentarios le enfurecen, sabrá Dios adonde se fue a meter.
--- No lo regañes --- me defiende mamá ---, déjenme esta libreta. Voy a hablar con el director de la escuela y con el comandante para que vayan a la casa del tal Zorrillo a investigar. Ustedes averigüen en los antros.
Volvemos al carro. Santiago pregunta:
--- ¿Puedo manejar? Iremos más rápido y es más seguro.
Papá le da las llaves. La patrulla nos sigue.
A los pocos minutos llegamos a un antro. Está en plena avenida principal.
--- ¿Aquí? --- pregunto ---, ¡pero a este lugar llegan jóvenes de dinero! Incluso a mis compañeros de la escuela les fascina. ¿No se supone que íbamos a ir al “bajo mundo”, señor Santiago?
--- Créeme. Felipe. Este mundo puede ser más bajo de lo que te imaginas.
--- ¿Pero los darks vienen aquí? --- pregunta papá.
--- Algunos… Compruébelo.
Santiago le da las llaves del auto a un conocido suyo que sale a saludarlo. Los policías se quedan dentro de su patrulla.
Pasamos al antro sin ningún problema. Santiago camina con desenvoltura y autoridad. En el interior vemos como decenas de parejas se besan, bailan y toman. El alcohol es el motivo, dios y centro verdadero de la fiesta. Hay una larga fila de personas bajo un letrero fosforescente que dice “barra libre”.
Casi todas las chicas llevan vestidos muy cortos y escotados.
Los hombres traen camisas abiertas. Solo después de unos minutos identifico a los góticos. Personas con indumentaria negra y peinados extravagantes. En medio de la estridencia no llaman la atención.
Santiago se detiene y le hace una seña a mi padre para que haga lo mismo. Luego me indica con las manos que camine y observe. Los adultos se quedan rezagados. Yo me muevo entre las mesas mirando para todos lados. Como soy un joven, no causo sospechas. En esa zona del antro se ven pocas botellas de alcohol. Puedo detectar con claridad como varios asistentes en la esquina se pasan por debajo de la mesa una cajita con pastillas de colores.
No veo a ninguno de los hombres sombríos que conocí en la tienda de hot topics.
Regreso con mi padre. Me acerco a su oído y grito:
--- Nada. Vámonos.
Pasamos por la “barra libre”. Hombres y mujeres parecen a punto de caerse.
En la calle, Santiago pide el carro a su amigo. Casi de inmediato se lo traen. Les dice a los policías que iremos a otro lado.
--- ¿No viste a nadie conocido? --- me pregunta cuándo vamos en camino.
--- No --- contesto ---. Esos jóvenes más bien eran bastante lights. Los que buscamos son verdaderos esperpentos salidos de las tinieblas…
--- Muy bien. Ya sé adónde llevarte. No está lejos.
Papá permanece meditabundo. Luego dice:
--- ¿Se fijaron cuantos muchachos borrachos había?
--- Si --- responde Santiago ---, lo malo es que a veces, en los centro nocturnos, adulteran las bebidas. Los dueños mezclan las botellas con alcohol barato. El truco es siempre dar copas a bajo costo.
--- Eso es muy peligroso.
--- Claro. Han muerto jóvenes y otros han quedado ciegos a causa del alcohol adulterado. Por eso, el gobierno hace inspecciones y clausura los negocios que adulteran bebidas. Lo malo es que ahora en los lugares donde hay barra libre, les ponen éter a los hielos. ¡Y nadie inspecciona los hielos!
--- ¿Éter? --- pregunta papá ---, ¿qué hace el éter con el alcohol?
--- Lo potencia. El éter es un anestésico, un depresor del sistema nervioso que mezclado con alcohol ocasiona una borrachera tremenda casi de inmediato. Así, aunque los jóvenes quieran tomar varias copas, apenas con dos o tres quedan en la lona. Cada semana llegan al pabellón de servicios forenses, jóvenes muertos por paros cardiorrespiratorios a causa de estas mezclas depresoras.
--- ¡Éter en el hielo! --- repite mi padre como pensando en voz alta.
--- No se imagina lo común que es… Cuando lo prohíban, de seguro los comerciantes encontraran otra forma de seguir vendiendo alcohol a bajo costo. La droga legal y barata es el negocio del siglo.
Llegamos a otro centro nocturno. Esta vez se trata de un lugar más escondido. Santiago no intenta hallar amigos que le reciban el carro. Conduce hasta la esquina y se detiene frente a un garaje. Baja el vidrio y le dice al patrullero:
--- Dejare el carro aquí. Esa casa está abandonada. Ustedes vayan a la puerta del lugar. No estaría mal que preguntaran por radio si hay alguna patrulla cerca, por si necesitamos ayuda.
Bajamos del cocho. Caminamos los tres juntos. Apenas llegamos al antro percibimos un ambiente distinto. Se escucha música heavy metal tocada por un grupo en vivo. En el acceso hay un hombre espeluznante. Santiago habla con él. Al principio amablemente, después con fuerza. Por lo visto nuestro amigo no es bien recibido, pero su corpulencia y energía le abren las puertas.
--- Adelante --- nos dice Santiago ---. Pon atención, Felipe.
La gente que encontramos es del verdadero clan de las tinieblas. Algo macabro. Papá voltea a verme, impresionado.
--- Si --- le digo con voz baja ---, este tipo de gente es la que buscamos.
Como es imposible pasar desapercibidos esta vez no nos separamos. Vamos los tres juntos, en fila, caminando entre las mesas. Varios darketos se levantan de sus sillas y comienzan a murmurar entre ellos mientras nos observan también.
Mi corazón se acelera. Son la misma clase de sujetos que vi en la tienda de piercings. Se ven grupos de punks, con las cabezas rapadas en partes y los cabellos de colores levantados. Al llegar a las últimas mesas noto como uno de los más extravagantes agacha la cabeza y se tapa la cara con la mano.
Me detengo. Aunque las luces cambiantes me confunden un poco, veo sus botas de charol con agujetas blancas. Son inconfundibles.
--- Ahí está --- le digo a Santiago ---. ¡Es Pascual!
--- ¿Seguro? --- pregunta ---. Obsérvalo bien.
El tipo me ha dado la espalda casi por completo. Calculo su estatura y complexión. Tiene que ser él.
---Si --- confirmo ---. Estoy seguro.
--- Señor Owin --- le dice a mi padre ---, vaya afuera, por la policía. Tú, Felipe, se discreto y mira para otro lado.
Hago lo que se me indica mientras papá sale dando algunos traspiés.
Para mi sorpresa y desgracia detecto que alguien más tiene botas de charol con agujetas blancas. Es un joven gordito y bajo de estatura. Luego localizo a otro con el mismo calzado. Me llevo una mano a la cabeza. ¡No puede ser! Esas botas están de moda… Acabo de acusar a un inocente.