miércoles, 3 de diciembre de 2014

Lectura 13

Barbitúricos y-benzodiacepinas

LA DROGA DE LOS SUICIDAS
Medicamentos depresivos que causan borrachera y, a la larga, daño cerebral.

Aunque vamos todos en la camioneta de mi tía Beky, rumbo al sepelio de Jennifer, papá maneja y mamá lo acompaña como copiloto. En la segunda fila de asientos están Itzel y mi tía. En la tercera, Riky y yo.
Mi hermano se inclina hacia delante para insistir.
--- ¿De que murió mi abuelito?
Papá carraspea y mi tía Beky se queda como estatua. Es algo de lo que jamás han hablado, sin embargo nuestra familia está demasiado dañada por lo que ha pasado, y no vale la pena guardar secretos. Mucho menos si están relacionados con el tema de la droga.
Papá levanta la voz y dice estoico:
--- Se suicidó.
--- ¿Cómo? --- pregunta mi prima---. ¿No dijeron que murió por causa del PCP?
--- Cuando salió de la cárcel --- aclara mi tía---, lo llevamos a una clínica de rehabilitación. Ahí lo desintoxicaron y trabajaron con él, pero para ayudar a sanar a un adicto al PCP se le dan otro tipo de drogas más leves: Barbitúricos o Benzodiacepinas. Como mi padre se sentía muy culpable de todo el desastre que ocasiono con sus hijos, robo un frasco de Barbitúricos y se tomó todas las partillas al mismo tiempo.
Comienza a lloviznar. Papá enciende los limpiadores. La noche parece demasiado lúgubre.
--- Felipe --- dice mamá ---, revisa esas hojas que tienes impresas con todos los tipos de drogas. A lo mejor ahí encuentras algo sobre Barbitúricos.
Papá enciende la luz interior de la camioneta.
--- No hay nada con ese nombre --- digo.
--- Tal vez aparezcan como “medicinas tranquilizantes”.
Busco entre párrafos.
--- Si, tienes razón. Aquí están. ¿Lo leo?
--- Adelante.
--- Las medicinas tranquilizantes más conocidas son dos: Numero uno, Barbitúricos. Dependiendo de su fórmula tienen un efecto sedante (tranquilizan), hipnótico (inducen el sueño), anti convulsivo (evitan convulsiones) o anestésico. Durante mucho tiempo los Barbitúricos se han utilizado en el tratamiento de enfermedades, pero cuando la dosis se eleva, producen síntomas similares al alcohol (borrachera de Barbitúrico) y originan una intensa dependencia física. Es común que el uso de Barbitúricos produzca la muerte, por que bajan el ritmo cardíaco, disminuyen la presión arterial, hacen lenta y superficial la respiración. El margen de seguridad al tomarlos es muy pequeño, por lo que resulta fácil sufrir una sobredosis. Los Barbitúricos son la droga preferida de los suicidas. Tomar varias partillas equivale a una muerte segura, a veces con un previo delirium tremens parecido al del alcohol. En dosis medias, provocan tanta dependencia que el adicto a Barbitúricos se convierte en una especie de zombi con ojos perdidos que anda siempre como atontado. Sufren un daño cerebral, por lo que se vuelven torpes, poco inteligentes y de memoria escasa.
--- Que barbaridad --- dice mi prima---, esas medicinas son peligrosísimas.
Sigo leyendo el segundo inciso.
--- Benzodiacepinas. Aunque menos fuertes que los Barbitúricos, también deprimen el sistema nervioso central, alivian la preocupación y dan sueño. Se usan como medicamentos controlados. El más famoso es el Valium. Las dosis altas ocasionan nauseas, confusión, falta de coordinación, pesadillas y cansancio extremo. Producen una fuerte dependencia física y, como su nombre lo dice (depresores), ocasiona depresiones crónicas (tristeza y aislamiento).
Después de un breve silencio, Itzel comenta con aire de exacerbación:
--- ¡Estos es demasiado! No lo puedo creer.
--- ¿A qué te refieres? --- pregunta su mamá.
--- ¡Tantas drogas! Tantas coincidencias. ¡Estamos viviendo algo absurdo! En pocas horas conocido y hablado sobre muchas sustancias distintas. ¡Toda mi vida ignore el tema de las drogas y, de pronto, para cualquier lado que volteo las detecto! Están ahí, afectándonos o amenazándonos --- reitera ---. ¡Esto es absurdo!
--- No, Itzel --- contesta mi padre ---, lo que ocurre es lógico. En el mundo de la droga hay una regla básica: el que busca, encuentra.
--- Pues ni Felipe ni yo hemos buscado y siento que caímos en una espiral…
--- A ver. Analiza los hechos. Un sujeto dio droga a varios estudiantes de la preparatoria y guardo las pastillas en el casillero de Felipe. Lo inmiscuyo en un delito de narcomenudeo. Luego Felipe salió con Jennifer, una de tus jovencitas quien estaba involucrada en el problema sin que tú lo supieras.
Abrimos varias rendijas. El mundo de la droga es avasallador. Solo necesitas entrar un poco en el para descubrirlo… Repito: El que busca, encuentra.
--- Si --- agrega mi mamá ---, es como cuando usas un microscopio por primera vez. Te asombras al conocer el universo de microbios y organismos diminutos. Si sigues explorando, tu percepción de la vida cambia y te vuelves alerta a lo que antes ignorabas.
Itzel se queda callada. La veo asentir una y otra vez. La entiendo a la perfección. Yo tampoco imagine que hubiera tantas drogas cerca de mi vida. En verdad, hemos abierto una puerta que me hubiera gustado mantener cerrada.
Llegamos a los velatorios.
La lluvia ha arreciado. Bajamos a toda prisa.
En la recepción hay cientos de jóvenes. Prácticamente todos nuestros compañeros de la preparatoria y las niñas del orfanato.
Nos cuesta trabajo pasar entre ellos. Yo saludo a algunos, pero prefiero agachar la cabeza y fingir que tengo prisa.
Llego a la sala donde se encuentra el féretro. Es una caja blanca de tamaño mediano. Me quedo como clavado en el piso sin atreverme a dar un paso más. No puedo asimilar la fragilidad de la vida ni los giros del destino.
Itzel se encuentra a mi lado. Me toma de la mano como para darse o darme fortaleza. Estamos juntos en esta tragedia. Los dos amábamos a Jennifer, los dos sentimos confusión, y culpa por la idea de que quizá otras personas la dañaron por nuestra causa.
--- No creo que pueda estar mucho tiempo aquí --- dice.
--- Ni yo.
Varios compañeros de la escuela comienzan a desfilar hacia el féretro asomándose en la tapa abierta.
--- ¿Para qué hacen eso? --- pregunto con voz baja.
Mi prima contesta:
--- Así le dan el último adiós a nuestra a miga. ¿Quieres ir?
Niego con la cabeza.
--- Jennifer no está en esa caja. Ella ya se fue.
--- Bien dicho. Vámonos.
Dejamos a nuestros padres y a Riky. Camino con mi prima a la sala de al lado. Es el recinto para fumadores. Está lleno de humo. No es posible respirar. De forma automática, damos la vuelta y nos dirigimos hacia afuera, donde está la aglomeración de jóvenes.
Muchos, al verme, se dicen frases cortas al oído. Algunos me miran sin poder ocultar sus sentimientos de furia y odio hacia mí.
Se ha corrido la vos de que yo soy el culpable de esa muerte.
--- Vamos a la calle --- dice mi prima.
Pero la lluvia cae sin piedad y es imposible salir. Entonces ocurre lo que tanto temía. Una de las amigas de Jennifer se pone frente a mí y reclama:
--- Tú la mataste. ¿Por qué lo hiciste?
De inmediato se suma otra compañera.
--- Si, Felipe. Eres un degenerado. Quisiste abusar de ella.
Lo sabemos todo. Usante droga para seducirla.
--- ¡Maldito! --- grita alguien más ---. ¿A qué vienes?
--- ¿Cómo puedes ser tan cínico? ¡Largo de aquí!
--- ¡Deberías estar en la cárcel!
--- Jennifer no merecía morir así.
--- Si te gusta la droga, ¿por qué no te la tomaste tú?
Trato de escapar. Mis compañeros y las chicas del orfanato me arrinconan, aumentando el volumen y el tono de sus reclamos. Se contagian unos a otros, y comienzan a actuar de forma colectiva como una turba dispuesta a lincharme.
--- ¡Alto! --- grita mi prima, poniéndose frente a mí ---. ¿Qué están haciendo?
--- ¡El mato a nuestra amiga!
--- ¡Es un asesino!
Parecen a punto de golpearme.
--- ¡Basta! --- Itzel se ha sonrojado por una mezcla de temor y enfado ---, ¡Felipe no tiene la menor idea de lo que le paso a Jennifer! Esta desesperado. Igual que ustedes --- la concurrencia embravecida deja de atacar; Itzel es una joven mayor, con gran aplomo y autoridad, al menos frente a las chicas del orfanato, así que la escuchan.
--- ¡A Jennifer le pusieron GHB en su refresco! --- dice una muchachita regordeta --- ¿Quién lo hizo?
--- ¿Ahora resulta que saben mucho sobre drogas? --- contesta Itzel ---. A ver. ¿Díganme cuantos tipos hay, como se toman, que efectos producen?
--- ¿Para qué nos preguntas eso? ¡Te quieres salir por la tangente!
--- No --- dice Itzel ---. Los jóvenes somos perezosos. Investigamos apenas lo indispensable, y eso cuando ya estamos metidos en problemas. Si en la escuela se habla de drogas, nos mostramos aburridos. Creemos saberlo todo. Odiamos oir consejos de padres y maestros. Siempre les decimos que están exagerando. ¡No sabemos nada sobre drogas a pesar de que vivimos en un mundo donde hay muchas! Algunos las hemos visto y jugamos con ellas. No le damos la importancia que tienen. Creemos estúpidamente que jamás nos afectaran. Pero ya ven --- repite ---. ¡Si nos afectan! ¡Felipe no mato a Jennifer! Fue nuestra flojera, nuestra imbecilidad. ¡Todos!, y me incluyo, hemos sido responsables. Ni siquiera tenemos la menor idea de lo que paso. Eso sí. Seguimos mal informados y nos apuramos a escupirle en la cara a un amigo que esta tan asustado como cualquiera de nosotros.
Mi padre y otros adultos logran abrirse paso hasta donde nos encontramos Itzel y yo. Los compañeros han guardado silencio.
--- Vámonos --- le digo a papá al verlo llegar.
--- No, Felipe --- contesta ---. Tu prima tiene razón. Tu no mataste a Jennifer ni tienes por que huir. Volvamos adentro.
Regresamos a la sala donde está el féretro.

Agacho la cabeza y me siento en un rincón.


efedrina

LA DROGA DE LOS GIMNASIOS
Tiene fama de producto naturista. Algunos a usan para adelgazar
y otros para tener fuerza. Todos están arriesgando su vida.

El lunes voy a la escuela. Modesta no lo hace. Es normal que ella falte, pero se siente quizá mal por haberse perforado la lengua. Para mi sorpresa, nadie hable de lo ocurrido el pasado fin de semana. Los maestros, como pocas veces, se dedican a dar clases con seriedad y los estudiantes, como nunca, escuchamos y obedecemos todas las instrucciones.
A la hora del descanso casi o se ven chicos corriendo por los pasillos ni se escucha el bullicio habitual. La escuela parece aletargada por los efectos de una enorme benzodiacepina imaginaria.
Esa tarde, en mi casa, cuando estoy preparándome para hacer la tarea, veo un papelito sobre la mesa. Lo reconozco. Es el número telefónico del Cadáver. De seguro mamá lo encontró en el bolsillo de mi pantalón y lo dejo ahí antes de llevarse la ropa a lavar.
Me pregunto si podré hacerme amigo de alguno de esos sujetos siniestros sin que me obliguen a perforarme el cuerpo. Los darketos son la mejor pista que tengo para encontrar a Pascual.
Voy a la sala y marco el teléfono. En cada tono de llamada mi corazón se agita. Una voz muy grave me contesta.
--- Si, diga.
Paso saliva.
--- Di… disculpe, el sábado estuve en la Plaza de arte y un joven con maquillaje, vestido de negro, me regalo una rosa; no se su nombre pero quisiera hablar con él.
--- Estas equivocado. En esta casa no hay nadie con esas características.
--- Pero él me dio este número.
--- Ya te dije que estas equivocado.
El hombre me cuelga. Asiento. Tal vez es lo mejor.
Voy a mi cuarto y guardo el papelito con el número telefónico del Cadáver en la última página de mi libreta de notas.
A las diez de la noche, cuando estamos a punto de dormir, dejo a Riky en su cama hojeando un libro y voy a la habitación de mis padres. Me despido de ellos y les platico sobre lo que paso el sábado en la Plaza de arte. Les digo como fue que creí ver a Pascual, como me metí a la tienda oscura y como mi compañera Modesta se perforo la lengua. Por supuesto, no comento nada sobre Riky ni sobre la pandilla de jóvenes que quiso darle a inhalar solventes.
Se muestran muy preocupados. Me regañan por no haberles contado todo eso antes y me dicen que son datos importantes para la policía. Les doy la razón. Me disculpo con ellos y me voy a mi cuarto.
Cuando camino de regreso por la sala, suena el teléfono. Contesto de inmediato. Lo que escucho del otro lado del auricular me deja frio:
--- Hola… soy el rostro de un ángel caído en la oscuridad.
--- ¿Quién habla?
--- Un cadáver viviente.
--- Ho… Hola. Te llame hace rato…
--- Si, Felipe. Estaba junto a mi padre cuanto contesto. Él no sabe que pertenezco a la comunidad dark. Solo mira lo que la luz le deja ver y desconoce lo que las sombras le muestran.
--- ¿Cómo averiguaste mi nombre y número telefónico?
--- Tengo identificador de llamadas; además investigo--- su voz suena tranquila; habla con tono bajo ---. ¿Qué se te ofrece?
--- En realidad solo tenía curiosidad por tu club. No quiero hacerme perforaciones, pero me gustaría saber más sobre ustedes.
Felipe. La Santa Muerte me acompaña y me protege. Pídele que haga lo mismo contigo… Luego te explico más.
Corta la comunicación. Me quedo varios minutos sin poderme mover. Alguna vez escuche hablar de la Santa Muerte. Le pregunte a mi padre que era eso, y él me contesto con absoluta seguridad: “Una forma novedosa de satanismo; quienes se encomiendan a ella, pagan un precio muy caro”.
Regreso a mi cuarto. Riky ya se ha dormido.
Me meto a la cama. Apenas apago la luz, tengo una extraña sensación, como si las sombras me estuvieran observando. No lo soporto. Tapo mi cara con las cobijas hasta la cabeza.
Hace tiempo yo conocí un ángel. Se llamaba Ivi. Ella me enseño que existe un mundo espiritual; aunque no podemos verlo, influye sobre nosotros. Gracias a Ivi, aprendí a cubrir mi vida con la luz y no con oscuridad.
Me levanto y enciendo la lámpara. Riky se mueve, pero o despierta. Me pongo de rodillas y comienzo a pedirle a Dios que me proteja… Poco a poco, la sensación de tinieblas en el ambiente se desvanece.
Dejo prendida la luz toda la noche.
Al día siguiente voy a la escuela.
En cuento llego, busco con la mirada a Modesta. Su silla esta vacía. Sigue sin asistir a clases.
Aunque en el ambiente del salón todavía se respiran emociones de dolor y confusión de las que nadie hable, poco a poco y de vez en cuando surgen algunas bromas.
A la hora de salida, veo a Jordy, el Zorrillo, recargado en un poste. Me acerco. De inmediato percibo su peculiar olor.
--- Jordy --- le digo---, ¿sabes algo de Modesta? Estoy preocupado por ella.
--- No --- contesta ---, ¿qué le pasa?
--- El sábado fui a la Plaza de arte. Creo que vi a Pascual. Trate de perseguirlo y entre a una tienda donde hacen piercings y tatuajes. Ahí encontré a Modesta. No me la vas a creer, pero se hizo una perforación en la lengua.
--- ¿Modesta? ¿En la lengua? ¡No! ¿Cómo crees? Ellas es muy tímida. ¿Se atrevió?
--- No ha venido a la escuela. ¿Lo notaste?
--- A lo mejor se le hincho la lengua --- suelta una carcajada ---, y se la tuvieron que amputar. No es una gran pérdida --- sigue riéndose ---. Nunca la usa.
Me siento extrañado por la burla.
--- Modesta --- pregunto---, ¿no es tu novia?
--- ¿Cómo crees, Felipe? Tengo malos ratos pero no malos gustos. Fui con ella a bailar al antro, porque me pago. ¡Así como lo oyes, cuate! ¡Me dio dinero! Lo puso en un sobre. Dijo que era un regalo por mi cumpleaños de hace dos semanas, pero ¿quién regala dinero en los cumpleaños? Solo los abuelos. ¡Ella quiso comprarme! Sentí lastima y la invite al antro. Yo solo quería estar con ustedes y ver a las chavas moverse. Tú sabes. El baile es algo muy sensual.
Estoy asombrado. Casi no puedo creer que el Zorrillo sea tan cínico después de lo que le paso a Jennifer.
Recuerdo que en el baño del antro él fue quien me hablo de los Poppers, la droga que se inhala para excitarse sexualmente.
--- ¿Tienes el teléfono de Modestas? --- le pregunto ---, voy a hablarle para ver cómo sigue.
--- Ni idea, cuate. Búscalo en el calendario del grupo que nos dieron a principio de año.
--- Claro --- recuerdo que ahí hay un directorio con los teléfonos y domicilios de todos los compañeros del salón; lo pegue en mi libreta de notas ---. Se me había olvidado.
--- Y cuéntame, Felipe. ¿Dices que fuiste a la Plaza de arte? ¿No te ofrecieron alguna hierba?
--- ¿Cómo sabes?
--- Ahí abundan, cuate. Hay una que se llama Efedra. Con ella se hacen sustancias muy fregonas que o son drogas. Solo te sirven para estar alerta. Las puedes poner en la comida. Te dan energía rave. Pero ten cuidado de que tu novia no coma mucha… Ya ves lo que paso…
--- Si, Jordy… Gracias por los consejos. --- veo pasar el carro de mi mamá ---. Ya llegaron por mí.
En cuanto subo al auto, saco las hojas con el resumen de las drogas. Busco Efedra y no encuentro nada. Mamá me pregunta si me fue bien. Finjo tranquilidad y contesto que sí. Llegando a casa voy al Internet e investigo. Hallo varios sitios que hablan de esa sustancia. Hago un resumen y los imprimo para leerlo.
La Efedra forma parte de una gran familia de plantas estimulantes que crecen en tierras arenosas de climas cálidos. De ella se obtiene la Efedrina.
La Efedrina es un polvo cristalino blanco parecido a la Cocaína pero de composición similar a las Anfetaminas. Como proviene de una hierba, tiene fama de producto naturista. Además, se ha promovido como la sustancia natural perfecta para bajar de peso porque acelera el metabolismo, aumenta la energía física, y quita el hambre.
Mucho atletas y fisicoculturistas toman Efedrina. Una capsula de 50 miligramos media hora antes de una competencia le brinda al deportista un aumento del 10% de energía. Por supuesto, está prohibida en el deporte. Actualmente se calcula que hay más de 20 millones de consumidores de Efedrina que desean adelgazar, tonificar sus músculos o evitar el cansancio. La Efedrina suele combinarse con cafeína y aspirinas para multiplicar sus efectos.
Hoy en día, la Efedrina es una droga contenida en algunos medicamentos broncodilatadores y vasoconstrictores, pero su uso libre está prohibido en muchos países. Algunos de los narcotraficantes más peligrosos de la actualidad hicieron una fortuna legalmente vendiendo Efedrina cuando aún era permitida. También aparece en medicamentos naturistas para gimnasios en cuyas etiquetas se anuncia con los siguientes nombres: Ma huang, chinese aphedra, extract, ephedra alkaloids, ephedra extract, ephedra herb poder, epitonin, ephedrine, squaw tea o mormon tea.
En la calle de dicen éxtasis herbal.
La Corporación Rand realizo un estudio en febrero del 2003 que revelo que se registraron 16,000 casos con efector secundarios por el consumo de Efedrina como insomnio crónico, temblores, arritmia cardiaca, dolores de cabeza, vértigo, alta presión. También se han registrado varias muertes. En febrero del 2003, falleció el jugador de beisbol Steve Bechler de los Orioles de Baltimore por consumir Efedrina.
Cuando dejo de leer, me llevo las manos a la cara y respiro con rapidez. Recuerdo que el viernes, en el antro, todas mis compañeras estaban muy alegres y extrovertidas.
Muevo la cabeza. Este tema me está causando delirio de persecución. ¿Sera posible? El Zorrillo me dijo que él, solo fue a ese lugar para ver moverse a las chicas, porque el baile es algo muy sensual. ¡Utilizo a Modesta de parapeto! Vi sus ojos libidinosos en el baño cuando me hablo de los Poppers y ahora me advirtió de que si le daba Efedrina a mi novia debía tener cuidado de que no “se me pasara la mano”.  
Caramba. La conclusión es obvia. Alguien en ese antro le puso droga a la bebida de Jennifer. Pudo ser Jordy, el Zorrillo. Quizá, incluso le agrego la misma sustancia a la bebida de todas mis compañeras para verlas bailar con sensualidad, pero con Jennifer ¡”se le paso la mano”!
Siento que algo se me atora en la garganta y no me deja respirar.

jueves, 20 de noviembre de 2014

LECTURA 12

sustancias volátiles
LA DROGA DE LOS “SUPERHEROES”
Al inhalar solventes, la persona se cree “invencible”, se emborracha y tiene alucinaciones.

Entro al local de videojuegos y corro como loco en todas direcciones, preguntando por Riky.
--- ¡Es un niño rubio de doce años! Estaba en aquella esquina. ¿Lo han visto?
Recibo la misma respuesta una y otra vez. Algunos lo vieron, pero nadie sabe dónde fue.
--- Yo ya lo busque hasta el cansancio --- dice mi prima ---.
No está aquí. Tenemos que ir a la calle. Vamos a separarnos.
--- ¡No! --- digo ---. ¡hagámoslo juntos!
Seguimos preguntando a las personas. Después de veinte minutos, comienzo a sentir una angustia paralizante.
--- ¡Por favor! --- grito ---, ¿alguien vio a mi hermano?
Al fin, una de las pintoras que está promoviendo sus cuadros nos dice:
--- Yo vi a varios niños que salieron de los videojuegos. Se fueron por la avenida.
--- ¿Adonde? ¿No sabe?
--- A lo mejor a la tlapalería, dando la vuelta en el crucero.
Ahí venden pinturas.
--- ¿Pinturas? ¿Para que las quieren?
--- Juegan a cosas peligrosas como subirse a las bardas para saltar desde arriba, y atravesarse la calle corriendo con los ojos cerrados. Ya ha habido varios accidentes.
--- No entiendo.
--- ¡Los solventes los hacen sentirse poderosos!
--- Oh, no --- dice Itzel echando a correr.
Voy tras ella.
Apenas damos la vuelta en la esquina vemos venir a un grupo de jóvenes como de quince años. No parecen vagabundos ni pordioseros. Todo lo contrario. Lucen aseados y bien vestidos. Dos, detienen un trapo en su boca, como si no quisieran respirar la contaminación del aire.
Riky camina en medio de ellos.
Mi prima le grita, casi con desesperación:
--- ¿Dónde andas? ¿Por qué te saliste de donde te dejamos?
Los muchachos al ver que nos acercamos, le arrebatan a Riky algo de las manos, dan media vuelta y echan a correr en sentido opuesto.
Llegamos hasta mi hermano.
--- ¿Por qué nos haces eso? --- lo sacudo ---, se suponía que no ibas a causar problemas. ¡Eres un desobediente!
--- Se tardaron mucho, Felipe. Estuve en las maquinitas con unos amigos nuevos y ellos me dijeron que conocían juego al que le dicen el cohete. Fuimos a la tlapalería a comprar el combustible. Les dije que tenía prisa. Ya sabía que te ibas a enojar si no me veías.
--- ¿Riky, te dieron algo para oler? --- pregunta mi prima.
--- ¿Cómo sabes?
--- ¡Contéstame!
--- Sí. Una franela. Dijeron que necesitaba respirar eso para que pudiera sentir los efectos especiales del juego. Yo trate de ponerme el trapo en la cara como ellos, pero me picaba mucho la nariz. En ese momento ustedes nos encontraron.
--- ¡Riky! --- le dije ---, te estaban tratando de drogar.
--- No es cierto.
--- Claro, bruto.
Itzel interviene y se pone en medio de nosotros. Nos abraza por sobre los hombres a los dos. Caminamos de regreso.
Riky le pregunta.
--- ¿Es cierto lo que dice Felipe?
--- Si, primo. Muchos creen que respirar los vapores en una bolsa de pegamento es costumbre de vagabundos o niños de la calle, pero los jóvenes de clase media también lo hacen. Como no quieren “rebajarse” inhalando Resistol cinco mil, porque dicen que es “corriente”, usan otras sustancias: Esmaltes de uñas, líquidos para limpieza, pinturas, disolventes como el tinner, aguarrás, gasolina o cemento para unir PVC.
--- ¡Exacto! --- dice Riky ---. Eso es lo que compramos. Le dijeron al chavo de la tienda que necesitaban pegar uso tubos.
--- ¿Y se los vendió?
--- Sí.
--- ¡Es increíble! Está prohibido vender esos líquidos a los niños.
--- ¿Por qué son tan malos?
--- Desprenden partículas volátiles, si las respiras, sentirás alegría y borrachera, pero al mismo tiempo te llenaras de una sensación de que eres invencible. Hace rato una señora nos platicó que ha habido muchos accidentes cerca de aquí. Después de inhalar solventes, algunos jóvenes saltan de lugares altos, queriendo volar como Superman o tratan de detener un camión con la mano. Quien se droga con esas sustancias suele tener alucinaciones y salir corriendo sin prudencia.
--- ¡Y ocasionan adicción! --- digo como queriendo contribuir a la nota.
--- No física --- aclara Itzel ---, pero si psicológica. Cuando le quitan los solventes, el joven adicto se siente nervioso, deprimido, triste y con miedo.
--- ¿Estás seguro de que no estuviste respirando esa cosa?
--- insisto en tono regañón.
--- Ya te dije que no.
Llegamos de nuevo a la plaza de artistas.
Procuro tranquilizarme y le digo a mi prima:
--- Vi a Pascual.
--- ¡Cómo! --- me toma por los hombros ---. ¿Estás seguro?
--- Más o menos… Usaba un disfraz de dark-punk. Se veía horrible… paso junto a mí, me miro y se fue. Quise seguirlo. Llegue a la tienda de la calavera. Había varios darketos. Les dije que deseaba pertenecer a su grupo y estuvieron a punto de hacerme un piercing. Apenas pude escapar. No volví a ver a Pascual, pero si a una compañera de la escuela que se llama Modesta. ¡Ella se perforo la lengua!
--- ¿Por qué hiciste todo eso tu solo, Felipe?
--- ¡Te andaba buscando!
Cambia el tono de su voz; vuelve a abrazarnos y camina en medio de nosotros.
--- Yo también estuve en esa tienda y comprobé que ahí fue donde Jennifer se hizo la perforación, es el único sitio en la ciudad donde se ponen aretes y broches grabados con ese símbolo. Se han vuelto populares porque perforan como a treinta jóvenes cada fin de semana.
--- ¡Treinta!
Llegamos a la avenida.
Riky opina:
--- Quiero conocer el lugar de la calavera. ¡Llévenme!
--- ¿De qué hablas, primo? --- dice Itzel ---. No sabes la angustia que sentí cuando te perdiste. ¡Yo soy responsable de ustedes! ¿Te imaginas si te pasa algo? Debemos regresa a la casa ya.
--- ¡No me paso nada!
--- ¡Basta! Pongan atención. Si ven un taxi, levantan la mano.
Esperamos.
Junto a nosotros hay un teléfono público. Saco una moneda y la depósito para marcar el número de la casa.
--- ¿Qué haces? --- pregunta mi prima.
--- A lo mejor nuestros papás ya llegaron y están preocupados. Voy a avisarles que vamos para allá.
--- De acuerdo.
No me equivoco. Contesta mi mamá.
--- Hola --- le digo.

--- ¡Felipe! --- su voz se torna furiosa ---. ¿Dónde fueron? La policía te está buscando.




PCP
LA DROGA DE HULK
Produce fuerza excesiva, agresividad y espejismos;
se queda latente en el cerebro por varias semanas.

Mi madre continúa hablándome por teléfono con la voz alterada:
--- El comandante necesitaba hacerte otras preguntas.
Como no te encontró, cree que te fugaste. Aviso por radio a todas las patrullas. Si te encuentran en la calle, te van a arrestar. Tu padre se puso muy nervioso. Vimos una servilleta que dejaron en la mesa de la cocina donde Itzel anoto el nombre de varias calles en la Plaza de arte. ¿Andan por ahí?
--- Si, mamá.
--- Tu papá fue en el coche a buscarlos, hace como una hora.
Está muy enojado.
--- ¡Llámale a su celular! Dile que no se preocupe. Vamos para la casa. Llegamos en veinte minutos.
Cuelgo el teléfono, preso de una gran agitación.
Mi prima y Riky siguen tratando de detener un coche de alquiler, pero de repente y sin que ninguno lo anticipe, un automóvil particular se detiene justo a nuestro lado.
Es mi papá.
Riky da un brinco de alegría y abre la puerta del auto.
--- ¡Papá! ¿Viniste por nosotros? Estábamos a punto de tomar un taxi.
--- ¡Suban! --- grita sin poder ocultar su enfado.
Empujo a mi hermano para que se apresure. Itzel da la vuelta por enfrente y se sienta adelante.
Papá mueve la palanca de velocidades y acelera. Riky toma la palabra.
--- ¡Tuvimos una aventura! Hubieras visto. Yo encontré a unos amigos que me invitaron a conocer un juego nuevo al que le dicen el cohete, pero no era verdad.
Lo pellizco para que se calle.
--- ¡Ay! --- grita---, ¿por qué…?
Mi prima voltea y nos fulmina con la mirada.
--- Felipe --- exclama papá ---, ¿sabías que el jefe de la policía fue a buscarte?
--- Me… me dijo ma…má.
--- ¿Hablaste con ella?
--- Por teléfono. Hace rato.
--- Itzel. Tú me prometiste que cuidarías a tus primos. ¿Por qué salieron de la casa sin permiso?
--- Perdóname, tío --- contesta ella ---. No sé qué decirte.
--- El comandante llevo a un grafólogo --- continua papá dirigiéndose a mí ---, para que te hiciera una prueba de escritura, pero ¡no te encontraron! Y ahora si que tenemos problemas. Creen que estas huyendo.
Puedo notar verdaderas vibraciones de zozobra. Mi prima parece muy abochornada. Se cruza de brazos y agacha la cara.
Papá marca un número desde su teléfono celular.
Después de unos segundos, dice:
--- ¿Comandante? Soy Owin Meneses, el papá de Felipe. Si, ya encontré a mi hijo. Salió con su prima y su hermano, un rato, a distraerse. Sí. Todo está bajo control. Aquí conmigo, ¿se lo paso? Un momento --- papá tapa el teléfono y me dice ---, el jefe de la policía quiere hablar contigo.
Tomo el aparato.
--- ¿Si?
--- Felipe ¿dónde andabas?
--- Fuimos al parque a caminar.
--- Escúchame bien, muchacho. Eres sospechoso de un asesinato, así que mi obligación es ponerte en una casa de arraigo mientras no se demuestre tu inocencia. Pero tu padre me prometió que él se haría cargo de que tú no escaparas. La próxima vez que desaparezcas sin avisar, lo considerare como una prueba en tu contra.
--- Sí, señor.
--- Pásame a tu papá otra vez.
Devuelvo el teléfono. No escucho más. Me tapo los ojos y los oídos.
--- Dios mío --- susurro ---. Ayúdame. ¿Qué está pasando?
Llegamos a la casa.
Mamá y mi tía se encuentran sentadas, muy serias, en la sala. En cuento entramos, se ponen de pie y comienzan a regañarnos de nuevo. Itzel trata de dar explicaciones. Mi tía le grita, preguntándole si no puede estarse quieta.
--- ¿Por qué siempre te metes en líos, Itzel? --- Continúa su madre ---.  Cuando viviste en el extranjero, la policía te detuvo por activar la alarma de incendios de tu escuela, te fracturaste un brazo, hiciste expediciones en montañas e incluso sufriste varios accidentes esquiando. ¡Pero ya tienes diecinueve años, hija! ¿Cuándo vas a madurar?
Mi prima no se defiende. Yo estoy aturdido. Me adelanto y digo:
--- Itzel no tiene la culpa --- de pronto, sin poder controlarlo, las lágrimas me vencen ---, ella solo quiere ayudarme a salir del problema en el que estoy --- agacho un poco la cara y pongo los puños sobre mi frente ---. Tarde o temprano todos van a saber que no le hice nada a Jennifer… --- articulo entre sollozos ---. Yo la quería mucho --- hago una pausa; apenas recobro el aliento y sigo ---. Cuando me invito a salir  no lo podía creer… Me sorprendió que tuviera un píercing en el ombligo y se vistiera así. Por eso quise ir a los lugares donde ella anduvo… --- respiro varias veces, luego concluyo ---, en realidad no estoy tratando de descubrir quien la asesino.
Solo intento comprenderla a ella…
Mi madre se acerca para abrazarme.
Sigo llorando por un largo rato.
Siento el abrazo tímido de Riky por el lado izquierdo, después la mano de Itzel en el hombro, y la presencia cercana de papá y tía Beky. Mi problema no es únicamente mío, es de la familia entera. No solo yo estoy angustiado. Todos lo están.
Minutos después, nos separamos y vamos a la cocina a comer algo. Hay una pizza tamaño familiar en la mesa. Repartimos las rebanadas, sin hablar mucho.
--- Que día más largo y horrible --- opino.
Mi tía Beky parece en extremo meditabunda… tiene la vista fija. Es lógico que con la muerte de esa joven, le atormenten ideas de un futuro incierto como directora del orfanato.
Mamá pregunta:
--- ¿En qué piensas, Beky?
--- Los tres adultos de esta mesa --- responde ---, también estuvimos a punto de ser atrapados por la droga cuando fuimos jóvenes.
Papá protesta:
--- ¿Nosotros vivimos circunstancias extremas! Es lógico que hubiera drogadicción en aquel mundo, ¡pero ahora, la droga ha llegado hasta las escuelas de nuestros hijos!
Mi tía Beky vuelve a guardar silencio, como recordando terribles vivencias de su pasado.
--- Cuéntanos, mamá --- le pide Itzel ---. ¿Qué contacto tuviste con la droga?
Toma un poco de agua, aprieta los labios y comienza a relatar:
--- Owin y yo somos gemelos; crecimos muy unidos. Pero el destino nos separó al momento en que mamá murió. Mi padre cometió algunos delitos y lo metieron a la cárcel. Owin se perdió en las calles. Yo termine en un orfanato. Ahí me educaron. Durante muchos años no supe nada de mi hermano. Cuando fui mayor de edad, quise ayudar a papá a salir de la prisión, ¡pero se había vuelto un drogadicto! Usaba PCP. Tenía fama de romper las cosas. Era extremadamente fuerte. Le apodaban Hulk, el hombre verde. Un  día, lo vi voltear muchos escritorios y destrozar oficinas enteras en un santiamén.
--- ¿Hacia eso cuando estaba drogado?
--- La Fenciclidina o PCP, que el consumía, permanece disuelta en el cuerpo durante varias semanas o meses y, aunque la persona tenga mucho tiempo de no tomarla, puede volver a sufrir alucinaciones o euforia extrema. Eso le pasaba a papá.
--- ¿Cómo? --- pregunto sacando las hojas con el resumen de las drogas ---, ¿entonces la sustancia que tomaba mi abuelo lo mantenía drogado por varios días?
--- No. Los efectos iban y venían…
Itzel me pide el material impreso que traigo doblado en mi bolsa. Se lo doy. Busca con rapidez y comienza a leer en voz alta:
--- El PCP se creó como anestésico. Hoy está prohibido y se fabrica ilegalmente; es un polvo blanco cristalino que tiene un sabor amargo. Como es fácil pintarlo, se encuentra en una gran variedad de formas: pastillas, capsulas y polvos de colores. Puede esnifarse, fumarse o ingerirse mezclado con bebidas. Se vende en la calle con nombres como Polvo de ángel, Ozono, Chifladura, y Combustible de cohete. El PCP sube la temperatura del cuerpo, produce fuertes palpitaciones, disminuye la sensibilidad al dolor y eleva los niveles de adrenalina. Esto ocasiona una sensación de excesiva confianza, energía ilimitada, y poder. Las personas drogadas con PCP frecuentemente se vuelven violentas y agresivas. Adquieren mucha más fuerza física de la que tienen, y para controlarlas se necesitan varias personas. Al mismo tiempo sufren alucinaciones, hablan con torpeza y no coordinad sus movimientos. En ocasiones sienten deseos de suicidarse y provocan accidentes graves. Aun después de que pasa el efecto del PCP, las moléculas se esconden en la corteza cerebral, por lo que, varios días o semana después, la persona suele tener nuevos ataques. Aunque parezca recuperada, la droga alojada en las células grasas del sistema nervioso central produce periodos de insomnio, pérdida de memoria, nerviosismo, ataques de pánico, delirios de persecución y tristeza profunda. Los síntomas por dosis altas se parecen a los de la esquizofrenia. En dosis medias, el PCP produce nauseas, vomito, visión borrosa, movimientos rápidos de los ojos hacia arriba y hacia abajo, babeo y perdida de equilibrio. Las personas que usan PCP por largos periodos terminan con un daño cerebral.
Cuando mi prima acaba de leer, nadie emite una palabra por largo rato.
Tía Beky asiente varias veces y dice:
--- Ese era nuestro padre ¿verdad, Owin? La droga acabo con él, tal como lo dice ahí.
Veo a mamá entre triste y perpleja.
--- Yo no sabía esa historia --- le dice a su esposo ---, creí que tu padre había muerto de… --- se detiene a tiempo.
No le corresponde a ella decirlo.
--- ¿De que murió mi abuelito? --- pregunta Riky.
Papá y tía Beky se miran con turbación. Ninguno de los hermanos habla.
Mamá aprieta los dientes. En su mente también se agolpan recuerdos dolorosos. Entonces le pregunto:
--- ¿Y tu mamá, que contacto tuviste con la droga?
Sopla como tratando de desahogar una gran presión interna.
--- Cuando mis papás se divorciaron --- nos cuenta ahora mi madre ---, yo me enoje tanto que hui de mi casa. Pero no tenía a donde ir, así que termine en un barrio de mala muerte. Alguien me llevo con una mujer que hospedaba a niños de la calle y los obligaba a trabajar para ella. A mí me uso como cocinera. Mis compañeros eran muy vulgares y se drogaban con solventes. Cuando estaban más excitados por la droga se subían a una enorme torre de luz como de treinta metros de altura y se aventaban de clavado, directo a una caja llena de papel y hule de espuma. Inhalar solventes hace que los jóvenes se sientan superhéroes.
--- Si --- digo echando un rápido vistazo a Riky ---, lo leímos.
--- A mí me obligaron a arrojarme de la torre una vez --- continua ---, y a tu papá también, pero él pensaba y actuaba diferente. Owin me defendía. Nos hicimos amigos. Siempre hablaba de su hermana extraviada, Beky, a quien idolatraba, y todo el tiempo estaba soñando con volver a encontrarla. Un día planeamos escapar de ese lugar y la mujer, administradora, escucho. Entonces, como castigo, nos encerró en dos bodeguitas de basura junto a los chiqueros. El sitio estaba lleno de ratas. Fue la experiencia más horrible de mi vida. Todavía lo recuerdo por las noches y tengo pesadillas.
Se queda quieta sin explicar más. Mi padre continúa la narración.
--- Algunos compañeros nos pasaban bolsas con pegamento por debajo de la puerta para ayudarnos a soportar el castigo.
Según ellos, solo si inhalábamos sustancias volátiles lograríamos tener fuerzas.
--- ¿Lo hicieron?
--- No --- contesta mamá ---. Owin y yo nos dábamos ánimo a través de la cerca. Dormíamos por turnos. Uno de los dos siempre estaba despierto haciendo ruido con un palo para ahuyentar a las ratas.
Riky se ha acurrucado en mi prima Itzel, quien escucha con un rictus de asco.
Durante la larga pausa tomo las hojas impresas con el resumen de las drogas, que están sobre la mesa, las vuelvo a doblar y las meto a la bolsa de mi camisa.
--- Bueno --- dice mi tía usando voz apesadumbrada ---, tenemos que arreglarnos. El cuerpo de Jennifer ya se encuentra en los velatorios. Creo que todos debemos estar presentes.
--- ¿No es peligroso? --- pregunto ---, quizá encontremos gente que trate de agredirnos. De seguro muchos piensan que yo soy el culpable de lo que paso.
--- El que nada debe, nada teme --- dice papá ---, es mejor dar la cara que esconderse.
Se pone de pie.
--- Felipe y Riky --- comenta mamá ---, usen traje y corbata.
Nos vamos en media hora.

LECTURA 12

sustancias volátiles
LA DROGA DE LOS “SUPERHEROES”
Al inhalar solventes, la persona se cree “invencible”, se emborracha y tiene alucinaciones.

Entro al local de videojuegos y corro como loco en todas direcciones, preguntando por Riky.
--- ¡Es un niño rubio de doce años! Estaba en aquella esquina. ¿Lo han visto?
Recibo la misma respuesta una y otra vez. Algunos lo vieron, pero nadie sabe dónde fue.
--- Yo ya lo busque hasta el cansancio --- dice mi prima ---.
No está aquí. Tenemos que ir a la calle. Vamos a separarnos.
--- ¡No! --- digo ---. ¡hagámoslo juntos!
Seguimos preguntando a las personas. Después de veinte minutos, comienzo a sentir una angustia paralizante.
--- ¡Por favor! --- grito ---, ¿alguien vio a mi hermano?
Al fin, una de las pintoras que está promoviendo sus cuadros nos dice:
--- Yo vi a varios niños que salieron de los videojuegos. Se fueron por la avenida.
--- ¿Adonde? ¿No sabe?
--- A lo mejor a la tlapalería, dando la vuelta en el crucero.
Ahí venden pinturas.
--- ¿Pinturas? ¿Para que las quieren?
--- Juegan a cosas peligrosas como subirse a las bardas para saltar desde arriba, y atravesarse la calle corriendo con los ojos cerrados. Ya ha habido varios accidentes.
--- No entiendo.
--- ¡Los solventes los hacen sentirse poderosos!
--- Oh, no --- dice Itzel echando a correr.
Voy tras ella.
Apenas damos la vuelta en la esquina vemos venir a un grupo de jóvenes como de quince años. No parecen vagabundos ni pordioseros. Todo lo contrario. Lucen aseados y bien vestidos. Dos, detienen un trapo en su boca, como si no quisieran respirar la contaminación del aire.
Riky camina en medio de ellos.
Mi prima le grita, casi con desesperación:
--- ¿Dónde andas? ¿Por qué te saliste de donde te dejamos?
Los muchachos al ver que nos acercamos, le arrebatan a Riky algo de las manos, dan media vuelta y echan a correr en sentido opuesto.
Llegamos hasta mi hermano.
--- ¿Por qué nos haces eso? --- lo sacudo ---, se suponía que no ibas a causar problemas. ¡Eres un desobediente!
--- Se tardaron mucho, Felipe. Estuve en las maquinitas con unos amigos nuevos y ellos me dijeron que conocían juego al que le dicen el cohete. Fuimos a la tlapalería a comprar el combustible. Les dije que tenía prisa. Ya sabía que te ibas a enojar si no me veías.
--- ¿Riky, te dieron algo para oler? --- pregunta mi prima.
--- ¿Cómo sabes?
--- ¡Contéstame!
--- Sí. Una franela. Dijeron que necesitaba respirar eso para que pudiera sentir los efectos especiales del juego. Yo trate de ponerme el trapo en la cara como ellos, pero me picaba mucho la nariz. En ese momento ustedes nos encontraron.
--- ¡Riky! --- le dije ---, te estaban tratando de drogar.
--- No es cierto.
--- Claro, bruto.
Itzel interviene y se pone en medio de nosotros. Nos abraza por sobre los hombres a los dos. Caminamos de regreso.
Riky le pregunta.
--- ¿Es cierto lo que dice Felipe?
--- Si, primo. Muchos creen que respirar los vapores en una bolsa de pegamento es costumbre de vagabundos o niños de la calle, pero los jóvenes de clase media también lo hacen. Como no quieren “rebajarse” inhalando Resistol cinco mil, porque dicen que es “corriente”, usan otras sustancias: Esmaltes de uñas, líquidos para limpieza, pinturas, disolventes como el tinner, aguarrás, gasolina o cemento para unir PVC.
--- ¡Exacto! --- dice Riky ---. Eso es lo que compramos. Le dijeron al chavo de la tienda que necesitaban pegar uso tubos.
--- ¿Y se los vendió?
--- Sí.
--- ¡Es increíble! Está prohibido vender esos líquidos a los niños.
--- ¿Por qué son tan malos?
--- Desprenden partículas volátiles, si las respiras, sentirás alegría y borrachera, pero al mismo tiempo te llenaras de una sensación de que eres invencible. Hace rato una señora nos platicó que ha habido muchos accidentes cerca de aquí. Después de inhalar solventes, algunos jóvenes saltan de lugares altos, queriendo volar como Superman o tratan de detener un camión con la mano. Quien se droga con esas sustancias suele tener alucinaciones y salir corriendo sin prudencia.
--- ¡Y ocasionan adicción! --- digo como queriendo contribuir a la nota.
--- No física --- aclara Itzel ---, pero si psicológica. Cuando le quitan los solventes, el joven adicto se siente nervioso, deprimido, triste y con miedo.
--- ¿Estás seguro de que no estuviste respirando esa cosa?
--- insisto en tono regañón.
--- Ya te dije que no.
Llegamos de nuevo a la plaza de artistas.
Procuro tranquilizarme y le digo a mi prima:
--- Vi a Pascual.
--- ¡Cómo! --- me toma por los hombros ---. ¿Estás seguro?
--- Más o menos… Usaba un disfraz de dark-punk. Se veía horrible… paso junto a mí, me miro y se fue. Quise seguirlo. Llegue a la tienda de la calavera. Había varios darketos. Les dije que deseaba pertenecer a su grupo y estuvieron a punto de hacerme un piercing. Apenas pude escapar. No volví a ver a Pascual, pero si a una compañera de la escuela que se llama Modesta. ¡Ella se perforo la lengua!
--- ¿Por qué hiciste todo eso tu solo, Felipe?
--- ¡Te andaba buscando!
Cambia el tono de su voz; vuelve a abrazarnos y camina en medio de nosotros.
--- Yo también estuve en esa tienda y comprobé que ahí fue donde Jennifer se hizo la perforación, es el único sitio en la ciudad donde se ponen aretes y broches grabados con ese símbolo. Se han vuelto populares porque perforan como a treinta jóvenes cada fin de semana.
--- ¡Treinta!
Llegamos a la avenida.
Riky opina:
--- Quiero conocer el lugar de la calavera. ¡Llévenme!
--- ¿De qué hablas, primo? --- dice Itzel ---. No sabes la angustia que sentí cuando te perdiste. ¡Yo soy responsable de ustedes! ¿Te imaginas si te pasa algo? Debemos regresa a la casa ya.
--- ¡No me paso nada!
--- ¡Basta! Pongan atención. Si ven un taxi, levantan la mano.
Esperamos.
Junto a nosotros hay un teléfono público. Saco una moneda y la depósito para marcar el número de la casa.
--- ¿Qué haces? --- pregunta mi prima.
--- A lo mejor nuestros papás ya llegaron y están preocupados. Voy a avisarles que vamos para allá.
--- De acuerdo.
No me equivoco. Contesta mi mamá.
--- Hola --- le digo.

--- ¡Felipe! --- su voz se torna furiosa ---. ¿Dónde fueron? La policía te está buscando.




PCP
LA DROGA DE HULK
Produce fuerza excesiva, agresividad y espejismos;
se queda latente en el cerebro por varias semanas.

Mi madre continúa hablándome por teléfono con la voz alterada:
--- El comandante necesitaba hacerte otras preguntas.
Como no te encontró, cree que te fugaste. Aviso por radio a todas las patrullas. Si te encuentran en la calle, te van a arrestar. Tu padre se puso muy nervioso. Vimos una servilleta que dejaron en la mesa de la cocina donde Itzel anoto el nombre de varias calles en la Plaza de arte. ¿Andan por ahí?
--- Si, mamá.
--- Tu papá fue en el coche a buscarlos, hace como una hora.
Está muy enojado.
--- ¡Llámale a su celular! Dile que no se preocupe. Vamos para la casa. Llegamos en veinte minutos.
Cuelgo el teléfono, preso de una gran agitación.
Mi prima y Riky siguen tratando de detener un coche de alquiler, pero de repente y sin que ninguno lo anticipe, un automóvil particular se detiene justo a nuestro lado.
Es mi papá.
Riky da un brinco de alegría y abre la puerta del auto.
--- ¡Papá! ¿Viniste por nosotros? Estábamos a punto de tomar un taxi.
--- ¡Suban! --- grita sin poder ocultar su enfado.
Empujo a mi hermano para que se apresure. Itzel da la vuelta por enfrente y se sienta adelante.
Papá mueve la palanca de velocidades y acelera. Riky toma la palabra.
--- ¡Tuvimos una aventura! Hubieras visto. Yo encontré a unos amigos que me invitaron a conocer un juego nuevo al que le dicen el cohete, pero no era verdad.
Lo pellizco para que se calle.
--- ¡Ay! --- grita---, ¿por qué…?
Mi prima voltea y nos fulmina con la mirada.
--- Felipe --- exclama papá ---, ¿sabías que el jefe de la policía fue a buscarte?
--- Me… me dijo ma…má.
--- ¿Hablaste con ella?
--- Por teléfono. Hace rato.
--- Itzel. Tú me prometiste que cuidarías a tus primos. ¿Por qué salieron de la casa sin permiso?
--- Perdóname, tío --- contesta ella ---. No sé qué decirte.
--- El comandante llevo a un grafólogo --- continua papá dirigiéndose a mí ---, para que te hiciera una prueba de escritura, pero ¡no te encontraron! Y ahora si que tenemos problemas. Creen que estas huyendo.
Puedo notar verdaderas vibraciones de zozobra. Mi prima parece muy abochornada. Se cruza de brazos y agacha la cara.
Papá marca un número desde su teléfono celular.
Después de unos segundos, dice:
--- ¿Comandante? Soy Owin Meneses, el papá de Felipe. Si, ya encontré a mi hijo. Salió con su prima y su hermano, un rato, a distraerse. Sí. Todo está bajo control. Aquí conmigo, ¿se lo paso? Un momento --- papá tapa el teléfono y me dice ---, el jefe de la policía quiere hablar contigo.
Tomo el aparato.
--- ¿Si?
--- Felipe ¿dónde andabas?
--- Fuimos al parque a caminar.
--- Escúchame bien, muchacho. Eres sospechoso de un asesinato, así que mi obligación es ponerte en una casa de arraigo mientras no se demuestre tu inocencia. Pero tu padre me prometió que él se haría cargo de que tú no escaparas. La próxima vez que desaparezcas sin avisar, lo considerare como una prueba en tu contra.
--- Sí, señor.
--- Pásame a tu papá otra vez.
Devuelvo el teléfono. No escucho más. Me tapo los ojos y los oídos.
--- Dios mío --- susurro ---. Ayúdame. ¿Qué está pasando?
Llegamos a la casa.
Mamá y mi tía se encuentran sentadas, muy serias, en la sala. En cuento entramos, se ponen de pie y comienzan a regañarnos de nuevo. Itzel trata de dar explicaciones. Mi tía le grita, preguntándole si no puede estarse quieta.
--- ¿Por qué siempre te metes en líos, Itzel? --- Continúa su madre ---.  Cuando viviste en el extranjero, la policía te detuvo por activar la alarma de incendios de tu escuela, te fracturaste un brazo, hiciste expediciones en montañas e incluso sufriste varios accidentes esquiando. ¡Pero ya tienes diecinueve años, hija! ¿Cuándo vas a madurar?
Mi prima no se defiende. Yo estoy aturdido. Me adelanto y digo:
--- Itzel no tiene la culpa --- de pronto, sin poder controlarlo, las lágrimas me vencen ---, ella solo quiere ayudarme a salir del problema en el que estoy --- agacho un poco la cara y pongo los puños sobre mi frente ---. Tarde o temprano todos van a saber que no le hice nada a Jennifer… --- articulo entre sollozos ---. Yo la quería mucho --- hago una pausa; apenas recobro el aliento y sigo ---. Cuando me invito a salir  no lo podía creer… Me sorprendió que tuviera un píercing en el ombligo y se vistiera así. Por eso quise ir a los lugares donde ella anduvo… --- respiro varias veces, luego concluyo ---, en realidad no estoy tratando de descubrir quien la asesino.
Solo intento comprenderla a ella…
Mi madre se acerca para abrazarme.
Sigo llorando por un largo rato.
Siento el abrazo tímido de Riky por el lado izquierdo, después la mano de Itzel en el hombro, y la presencia cercana de papá y tía Beky. Mi problema no es únicamente mío, es de la familia entera. No solo yo estoy angustiado. Todos lo están.
Minutos después, nos separamos y vamos a la cocina a comer algo. Hay una pizza tamaño familiar en la mesa. Repartimos las rebanadas, sin hablar mucho.
--- Que día más largo y horrible --- opino.
Mi tía Beky parece en extremo meditabunda… tiene la vista fija. Es lógico que con la muerte de esa joven, le atormenten ideas de un futuro incierto como directora del orfanato.
Mamá pregunta:
--- ¿En qué piensas, Beky?
--- Los tres adultos de esta mesa --- responde ---, también estuvimos a punto de ser atrapados por la droga cuando fuimos jóvenes.
Papá protesta:
--- ¿Nosotros vivimos circunstancias extremas! Es lógico que hubiera drogadicción en aquel mundo, ¡pero ahora, la droga ha llegado hasta las escuelas de nuestros hijos!
Mi tía Beky vuelve a guardar silencio, como recordando terribles vivencias de su pasado.
--- Cuéntanos, mamá --- le pide Itzel ---. ¿Qué contacto tuviste con la droga?
Toma un poco de agua, aprieta los labios y comienza a relatar:
--- Owin y yo somos gemelos; crecimos muy unidos. Pero el destino nos separó al momento en que mamá murió. Mi padre cometió algunos delitos y lo metieron a la cárcel. Owin se perdió en las calles. Yo termine en un orfanato. Ahí me educaron. Durante muchos años no supe nada de mi hermano. Cuando fui mayor de edad, quise ayudar a papá a salir de la prisión, ¡pero se había vuelto un drogadicto! Usaba PCP. Tenía fama de romper las cosas. Era extremadamente fuerte. Le apodaban Hulk, el hombre verde. Un  día, lo vi voltear muchos escritorios y destrozar oficinas enteras en un santiamén.
--- ¿Hacia eso cuando estaba drogado?
--- La Fenciclidina o PCP, que el consumía, permanece disuelta en el cuerpo durante varias semanas o meses y, aunque la persona tenga mucho tiempo de no tomarla, puede volver a sufrir alucinaciones o euforia extrema. Eso le pasaba a papá.
--- ¿Cómo? --- pregunto sacando las hojas con el resumen de las drogas ---, ¿entonces la sustancia que tomaba mi abuelo lo mantenía drogado por varios días?
--- No. Los efectos iban y venían…
Itzel me pide el material impreso que traigo doblado en mi bolsa. Se lo doy. Busca con rapidez y comienza a leer en voz alta:
--- El PCP se creó como anestésico. Hoy está prohibido y se fabrica ilegalmente; es un polvo blanco cristalino que tiene un sabor amargo. Como es fácil pintarlo, se encuentra en una gran variedad de formas: pastillas, capsulas y polvos de colores. Puede esnifarse, fumarse o ingerirse mezclado con bebidas. Se vende en la calle con nombres como Polvo de ángel, Ozono, Chifladura, y Combustible de cohete. El PCP sube la temperatura del cuerpo, produce fuertes palpitaciones, disminuye la sensibilidad al dolor y eleva los niveles de adrenalina. Esto ocasiona una sensación de excesiva confianza, energía ilimitada, y poder. Las personas drogadas con PCP frecuentemente se vuelven violentas y agresivas. Adquieren mucha más fuerza física de la que tienen, y para controlarlas se necesitan varias personas. Al mismo tiempo sufren alucinaciones, hablan con torpeza y no coordinad sus movimientos. En ocasiones sienten deseos de suicidarse y provocan accidentes graves. Aun después de que pasa el efecto del PCP, las moléculas se esconden en la corteza cerebral, por lo que, varios días o semana después, la persona suele tener nuevos ataques. Aunque parezca recuperada, la droga alojada en las células grasas del sistema nervioso central produce periodos de insomnio, pérdida de memoria, nerviosismo, ataques de pánico, delirios de persecución y tristeza profunda. Los síntomas por dosis altas se parecen a los de la esquizofrenia. En dosis medias, el PCP produce nauseas, vomito, visión borrosa, movimientos rápidos de los ojos hacia arriba y hacia abajo, babeo y perdida de equilibrio. Las personas que usan PCP por largos periodos terminan con un daño cerebral.
Cuando mi prima acaba de leer, nadie emite una palabra por largo rato.
Tía Beky asiente varias veces y dice:
--- Ese era nuestro padre ¿verdad, Owin? La droga acabo con él, tal como lo dice ahí.
Veo a mamá entre triste y perpleja.
--- Yo no sabía esa historia --- le dice a su esposo ---, creí que tu padre había muerto de… --- se detiene a tiempo.
No le corresponde a ella decirlo.
--- ¿De que murió mi abuelito? --- pregunta Riky.
Papá y tía Beky se miran con turbación. Ninguno de los hermanos habla.
Mamá aprieta los dientes. En su mente también se agolpan recuerdos dolorosos. Entonces le pregunto:
--- ¿Y tu mamá, que contacto tuviste con la droga?
Sopla como tratando de desahogar una gran presión interna.
--- Cuando mis papás se divorciaron --- nos cuenta ahora mi madre ---, yo me enoje tanto que hui de mi casa. Pero no tenía a donde ir, así que termine en un barrio de mala muerte. Alguien me llevo con una mujer que hospedaba a niños de la calle y los obligaba a trabajar para ella. A mí me uso como cocinera. Mis compañeros eran muy vulgares y se drogaban con solventes. Cuando estaban más excitados por la droga se subían a una enorme torre de luz como de treinta metros de altura y se aventaban de clavado, directo a una caja llena de papel y hule de espuma. Inhalar solventes hace que los jóvenes se sientan superhéroes.
--- Si --- digo echando un rápido vistazo a Riky ---, lo leímos.
--- A mí me obligaron a arrojarme de la torre una vez --- continua ---, y a tu papá también, pero él pensaba y actuaba diferente. Owin me defendía. Nos hicimos amigos. Siempre hablaba de su hermana extraviada, Beky, a quien idolatraba, y todo el tiempo estaba soñando con volver a encontrarla. Un día planeamos escapar de ese lugar y la mujer, administradora, escucho. Entonces, como castigo, nos encerró en dos bodeguitas de basura junto a los chiqueros. El sitio estaba lleno de ratas. Fue la experiencia más horrible de mi vida. Todavía lo recuerdo por las noches y tengo pesadillas.
Se queda quieta sin explicar más. Mi padre continúa la narración.
--- Algunos compañeros nos pasaban bolsas con pegamento por debajo de la puerta para ayudarnos a soportar el castigo.
Según ellos, solo si inhalábamos sustancias volátiles lograríamos tener fuerzas.
--- ¿Lo hicieron?
--- No --- contesta mamá ---. Owin y yo nos dábamos ánimo a través de la cerca. Dormíamos por turnos. Uno de los dos siempre estaba despierto haciendo ruido con un palo para ahuyentar a las ratas.
Riky se ha acurrucado en mi prima Itzel, quien escucha con un rictus de asco.
Durante la larga pausa tomo las hojas impresas con el resumen de las drogas, que están sobre la mesa, las vuelvo a doblar y las meto a la bolsa de mi camisa.
--- Bueno --- dice mi tía usando voz apesadumbrada ---, tenemos que arreglarnos. El cuerpo de Jennifer ya se encuentra en los velatorios. Creo que todos debemos estar presentes.
--- ¿No es peligroso? --- pregunto ---, quizá encontremos gente que trate de agredirnos. De seguro muchos piensan que yo soy el culpable de lo que paso.
--- El que nada debe, nada teme --- dice papá ---, es mejor dar la cara que esconderse.
Se pone de pie.
--- Felipe y Riky --- comenta mamá ---, usen traje y corbata.
Nos vamos en media hora.