jueves, 8 de diciembre de 2016

Lectura 8 "UN DÍA DE ESTOS"

UN DÍA DE ESTOS 
Gabriel García Márquez 

El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos. 
Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella. 
Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción. 
-Papá. 
-Qué. 
-Dice el alcalde que si le sacas una muela. 
-Dile que no estoy aquí. 
Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo. 
-Dice que sí estás porque te está oyendo. 
El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo: 
-Mejor. 
Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro. 
-Papá. 
-Qué. 
Aún no había cambiado de expresión. 
-Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro. 
Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver. 
-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo. 
Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente: 
-Siéntese. 
-Buenos días -dijo el alcalde. 
-Buenos -dijo el dentista. 
Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca. 
Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos. 
-Tiene que ser sin anestesia -dijo. 
-¿Por qué? 
-Porque tiene un absceso. 
El alcalde lo miró en los ojos. 
-Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. 
Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo: 
-Aquí nos paga veinte muertos, teniente. 
El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio. 
-Séquese las lágrimas -dijo. 
El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera. 
-Me pasa la cuenta -dijo. 
-¿A usted o  20 de Enero al municipio? 
El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica. 

-Es la misma vaina. 

jueves, 24 de noviembre de 2016

Lectura 7 ¿ERES FELIZ?

¿ERES FELIZ?...  

En cierta ocasión, durante una elegante recepción de bienvenida al nuevo Director de Marketing de una importante compañía londinense, algunas de las esposas de los otros directores, que querían conocer a la esposa del festejado, le preguntaron con cierto morbo: Te hace feliz tu esposo, verdaderamente te hace feliz?  

El esposo, quien estaba en ese momento no estaba su lado, pero sí lo suficientemente cerca para escuchar la pregunta, prestó atención a la conversación e incorporó ligeramente su postura, en señal de seguridad, y hasta hinchó un poco el pecho, orgullosamente, pues sabía que su esposa diría que sí, ya que ella jamás se había quejado durante su matrimonio.  

Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo  
- No, no me hace feliz.  
En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran escuchado la respuesta de la mujer.  
El marido estaba petrificado.  
No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan importante para él.  
Ante el asombro del marido y de todos, ella simplemente se acomodó enigmáticamente sobre su cabeza su elegante chalina de seda negra y continuó:  
- No, él no me hace feliz... Yo soy feliz....!  
El hecho de que yo sea feliz o no, no depende de él, sino de mí.  
- Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad.  
Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi felicidad dependiera de otra persona, de otra cosa o circunstancia sobre la faz de la tierra, estaría en serios problemas.  
- Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, mi cuerpo, el clima, los placeres, etc.  
Y así podrían decir una lista interminable.  
- A través de toda mi vida, he aprendido algo:  
- Yo decido ser feliz y lo demás son "experiencias o circunstancias", lo amo y el me ama, muy a pesar de sus circunstancias y de las mías.  
- Él cambia, yo cambio, el entorno cambia, todo cambia; habiendo amor y perdón verdadero, y observando esos cambios, (los cuales tal vez puedan ser fuertes o no, pero existen), hay que enfrentarlos con el amor que hay en cada uno de nosotros, si los dos nos amamos y nos perdonamos; los cambios serán sólo "experiencias o circunstancias" que nos enriquece y que nos darán fortaleza, de lo contrario, solo habremos sido parejas de "paso".  
- Para algunos divorciarse es la única solución; (... en realidad es la más fácil...)  
El amar verdaderamente, es difícil, es dar amor y perdonar incondicionalmente, vivir, tomar las "experiencias o circunstancias" como son, enfrentarlas juntos y ser feliz por convencimiento.  
Hay gente que dice:  
- No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace mucho calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me valoró!  
Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga calor, tengas o no dinero, aunque alguien te haya insultado, o alguien no te amó o no te haya valorado.  
Ser feliz es una actitud ante la vida y cada uno decide!...  
Ser feliz... depende de ti! 




viernes, 11 de noviembre de 2016

LECTURA 6 Los Hombres de Maíz, Leyenda mexica Mitos y Leyendas mexicanas

LECTURA  6
Los Hombres de Maíz, Leyenda mexica
Mitos y Leyendas mexicanas

El Lugar Donde Fueron Creados los Dioses, nombre que le otorgaron los mexicas a este increíble sitio llamado Teotihuacan, pues su verdadero nombre nos es desconocido, fue el centro urbano más grande de Mesoamérica durante el Período Clásico (200d.C. a 900 d.C.). Teotihuacan se encuentra situado al noreste del Valle de México, cerca del desaparecido Lago de Texcoco. Teotihuacan fue la primera ciudad del Altiplano, cuyo trazo fue medido siguiendo el rumbo del Sol. Para el año 400 era la mayor de las ciudades: media veinte kilómetros cuadrados y contaba con 100,000 habitantes. Fue el poderoso Estado que dominó la parte central de Mesoamérica durante seis siglos, para acabar completamente arrasada hacia el año 650, consumiéndose los registros y libros testimoniales que pudieron habernos contado su historia y cultura. De la cosmovisión teotihuacana saldrá el modelo cosmogónico que será la base para muchas otras culturas mesoamericanQuilaztlias, y aun de las que subsisten  en nuestros días, herederas de esta excepcional cultura teotihuacana

Algunos testimonios nahuas que retoman la mitología teotihuacana cuentan que una vez creada la Tierra, y después de haber pasado por varias etapas creativas, se le encomendó a Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, la creación de los seres humanos que poblarían al mundo en el Quinto Sol; es decir en la quinta era. Para ello, el dios descendió al Inframundo, al Mictlan, en busca de los huesos que habían dejado las antiguas y desaparecidas generaciones de hombres que habían vivido en las cuatro eras anteriores. Después de mucho disputarse los huesos ya que Mictlantecuhtli, el Dios del Mictlan, se oponía que a Quetzalcóatl se los llevase, éste acabó por obtenerlos  y emprendió su salida del Inframundo. Pero Mictlantecuhtli, no conforme con ello, hizo un hoyo en el que el dios cayó, con la consecuencia de que los huesos se rompieron al caer. Desesperado, el dios juntó los huesos y se dirigió a Tamoanchan, lugar donde se encontraban los dioses creadores. Quetzalcóatl le entregó los huesos a la diosa Quilaztli (o Cihuacóatl), quien los molió y les dio vida al mezclarlos con masa de maíz que llevaba la vitalidad necesaria para dar vida. En seguida, el dios roció la masa divina con sangre de su pene, y aparecieron los pobladores del Quinto Sol en una cueva que comunicaba con el interior de la Tierra, localizada debajo de la Pirámide del Sol. Así dio inicio Nahui Ollin, Cuatro Movimiento destinada a desaparecer a causa de un terrible temblor de la Tierra.


jueves, 27 de octubre de 2016

Lectura 5 "La Calaca que Vive en Ti"

LA CALACA QUE VIVE EN TI

 El conjunto de huesos forma el sistema óseo; mejor conocido como esqueleto, que funciona como armazón para dar soporte al cuerpo. también nos permite movernos y proteje a los órganos internos. 



Te presento algunos de los huesos más importantes del esqueleto: 

Columna vertebral 
Empieza en la cabeza y recorre el cuello y la espalda hasta la pelvis. Está compuesta por 26 huesos en forma de anillo llamados vertebras. Protege a la médula espinal: un haz de nervios que transmite información entre el cerebro y el resto del cuerpo. 
Costillas 
Se parecen a una caja que rodea el pecho. Protege órganos vitales como el corazón, los pulmones  y el hígado. 
Cráneo 
Ya sabes qué hay dentro del cráneo, ¿verdad? Exacto: ¡el cerebro! De hecho el cráneo está formado por diferentes huesos, algunos de los  cuales forman la estructura de la cara. 
Brazos 
Cada brazo está constituido por tres huesos: el húmero, el radio y cúbito. El primero está encima del codo; los otros dos, debajo de él. 
Manos 
La parte central de la mano está formada por cinco huesos diferentes. Cada dedo tiene tres huesos, excepto el pulgar,  que tiene dos. Entre las muñecas, las manos y los dedos tenemos nada más y nada menos que ¡54 huesos! 
Pelvis 
Es una estructura en forma de embudo que sostiene la columna vertebral. Está compuesta por dos huesos grandes de la cadera en la parte de adelante y por unos huesos llamados sacro y coxis en la parte de atrás. Actúa como una barrera de protección que rodea partes de los sistemas digestivo, urinario y reproductor. 
Piernas 
Tienen huesos muy grandes y fuertes para ayudar a sostener el peso de todo el cuerpo. El hueso más largo de todo el cuerpo  llamado fémur, es el que va de la pelvis a la rodilla. En la rodilla hay un hueso triangular llamado rótula. Debajo de la rodilla están la tibia y el peroné. 
Sabías que… 

·                Todos los bebes nacen con espacios entre los huesos del cráneo. –conforme el bebe crece, estos espacios se van cerrando hasta que los huesos  se unen por completo. 

·                Los bebes tiene más huesos que los adultos, porque su esqueleto está formado por 300 diferentes partes de huesos y cartílago. 

·                Durante el crecimiento los huesos extra se unen con otros hasta que llegan a ser 206. 


·                La mayoría de la gente tiene 12 costillas a cada lado, pero una persona de cada 500 tienen una costilla extra, llamada costilla cervical. Cuando tengas 25 años tus huesos habrán alcanzado el tamaño máximo que van a tener 

lunes, 17 de octubre de 2016

LECTURA 4 "El Aprendiz"

LECTURA 4


EL APRENDIZ

A finales del siglo XVIII, vivía en la capital de la Nueva España un maestro panadero llamado Justino. Durante las primeras horas de la madrugada, mientras todos en la ciudad dormían, él se afanaba elaborando el pan que las familias disfrutarían en el desayuno. Aunque su negocio era modesto (contaba sólo con dos ayudantes), gozaba de mucha fama en el barrio. Desde muy temprano la gente hacía cola frente a su establecimiento para comprar panes de sal, birotes y cocoles olorosos a anís y a canela. También llegaban los repartidores, quienes acomodaban las piezas en cestos que cargaban sobre la cabeza para venderlas en las calles. 
Una mañana se presentó en la panadería la prima de Justino. Venía acompañada de un chico de unos doce años. La mujer le informó que su marido acababa de morir y que le traía a su hijo Alfonso para que, por favor, lo empleara como aprendiz. Justino le dio el pésame a su prima y aceptó darle trabajo al muchacho. “Comenzarás mañana”, le dijo. La noche del día siguiente, llegó Alfonso. Tras mostrarle el lugar, Justino le explicó cuáles serían sus obligaciones: “Cargarás los sacos de harina y te ocuparás de barrer y limpiar la panadería”. El sobrino interrumpió a su tío y le dijo que, con todo respeto, no estaba allí para hacer la limpieza, sino para preparar pan. Afirmó que no era necesario que le ensañara nada, pues él había visto cómo se hacían las distintas piezas. “Soy un experto”, aseguró el muchacho en tono arrogante. Justino sonrió y le dijo: “Muy bien, pues ya que eres un experto, te ocuparás de elaborar unos pambazos”. Dicho esto, le dio medio saco de harina, catorce huevos, manteca, sal y lo dejó solo. Un par de horas después, Alfonso abrió la puerta del horno de adobe y sacó el pan que había hecho. Aquéllos no parecían pambazos, sino pedazos de carbón. “No es culpa mía —se defendió Alfonso—, la harina que me dio usted era de muy mala calidad. Además, los huevos estaban podridos.” El tío guardó silencio. Al día siguiente, le ordenó a su sobrino que preparara cemitas. 
El resultado fue aún peor. Sin embargo, el chico tampoco admitió su error. “No es culpa mía —se justificó—, la chimenea de su horno está llena de hollín y lo ahúma todo. Además, la manteca estaba rancia.” Justino volvió a guardar silencio. Al tercer día, el panadero le anunció a su sobrino: “El virrey, don Miguel José de Azanza, duque de Santa Fe, nos ha hecho un pedido especial. Quiere tres docenas de rosquetas, pues tendrá invitados a desayunar. Y como eres un experto, tú las prepararás. Te daré harina de calidad, huevos frescos y manteca recién comprada”. Cuando Alfonso escuchó esto se puso nervioso. “Por cierto, querido sobrino, no sé si sepas que el virrey tiene muy mal carácter. Un día compró un tonel de vino y como éste no fue de su agrado, mandó encerrar en una mazmorra al comerciante que se lo había vendido.  

Pero, claro, eso no es ningún problema para ti, ¿verdad?” Estas últimas palabras hicieron que Alfonso se pusiera aún más nervioso. Comenzó a sudar y las piernas le flaquearon. Con voz temblorosa, le preguntó a su tío cuánto tiempo había permanecido preso el comerciante de vinos. “Creo que tres meses”, respondió Justino con fingida inocencia. Entonces Alfonso le pidió perdón a su tío. Reconoció que no era ningún experto y que con gusto barrería el negocio y le ayudaría a cargar los sacos de harina mientras aprendía el oficio. El panadero sonrió y juntos se ocuparon de hornear las rosquetas para el virrey. 


viernes, 30 de septiembre de 2016

Lectura 3 "El niño, el viejo y el burro"



“EL NIÑO, EL VIEJO Y EL BURRO” 
AUTOR: ESOPO. 
 ADAPTACIÓN: JUAN MARTÍNEZ CHACÓN 

La historia versa sobre un niño que junto a su anciano abuelo se encontraban embarcados en un viaje que de pueblo en pueblo realizaban con un viejo animal. Esta bestia, cuyas fuerzas flaqueaban por su avanzada edad, no era, si no, un burrito que les acompañaría hasta el final. Puesto que la misión última de semejante compañía era por aquel entonces ayudar en el transporte de cualquier persona o material, decide el anciano subirse encima del pequeño burro para realizar el trayecto inicial. 
Al paso por el primer pueblo, comienzan a oírse numerosos murmullos. Entre ambos, niño y viejo, distinguen entre susurros y voces numerosas críticas dirigidas a ellos  “¡mirad!, pobre niño, con lo pequeño que es y ese viejo carcamal no le deja montar”, “que poca vergüenza, que fácil es ir en burro cuando ese pequeño zagal se ve forzado a caminar” o “¿cómo puede ser que ese señor deje caminar a ese pequeño niño mientras él, a su lado, avanza tranquilamente en el burro?” Harto entonces de los comentarios ajenos, el anciano decide poner fin a tan vergonzosa situación para él y le comenta al pequeño “¡anda hijo!, sube tú, que yo iré de momento andando”. 
Así es como prosiguen su viaje, hasta un segundo pueblo, el niño montado en el burro mientras a pie, llevando la correa del animal, avanza el anciano al lado del chaval. A la llegada de este, un nuevo grupo de personas se percata de su llegada y, tras observar esta nueva situación, comienzan a opinar. “¿Habéis visto ese niño?”, no parecen ser positivos los nuevos comentarios que realizan los habitantes de ese lugar, piensan el anciano y su nieto. Y así, entre las distintas voces, logran escuchar “que maleducado ese niño, con lo mayor que es ese anciano va en burro y deja a este caminar”. A la salida del pueblo, hartos de tanta crítica, deciden hacer ambos uso del pequeño animal y así montados los dos, continúan su largo recorrido. 
Llegados a la tercera aldea, no son pocas las personas que les ven llegar. Tras ver al pequeño borrico exhausto, se lanzan entonces a opinar “¡mirad!, que poca sensibilidad, ¿acaso pretenden matar a ese burro?”, “¿de verdad piensan que ese pequeño animal puede con el peso de ambos?” Pasado entonces este pueblo, deciden ambos hacer un alto para buscar una solución. “Si no podemos ir subidos, ni tú, ni yo y ni siquiera los dos, porque siempre parece que nos van a criticar, ¿qué podemos hacer?”, pregunta el anciano a su joven nieto, “¡pues vamos los dos a pie y así no nos criticarán!” Entonces deciden proseguir su ruta, los dos a pie, acompañados de ese viejo burro, que aliviado de su carga les acompaña hasta llegar al siguiente lugar. 
En la entrada al siguiente pueblo, comienzan de nuevo los susurros y las opiniones en voz baja. Pronto, un bueno grupo de gente les sigue con la mirada mientras amplias sonrisas alumbran sus caras. “¡Mirad! ¿Habéis visto eso?” Grita uno de ellos. “¡Es la primera vez que veo que dos personas, cansadas de caminar, andan junto a un burro sin quererlo montar!” y entre risas provenientes del gentío se oye gritar “¡vaya par de estúpidos!”. 








lunes, 19 de septiembre de 2016

Lectura 2. ¿Què es el éxito?

¿QUÉ ES EL ÉXITO? 


Para todos aquellos que han está en lo económico.  
Yo creo que una persona no es de éxito porque le va bien en los negocios o le va bien profesionalmente o saca 10 en la escuela.  
Creo que eso es lo que menos vale. Lo que vale es tener los pies en la tierra, la familia – el concepto de familia-, los amigos (Pero alcanzado el éxito y para quienes estamos en el camino para alcanzarlo). 
“Yo creo que el éxito no los verdaderos amigos, ese que cuando te recuerda te llama, cuando sabe que estas mal  en cualquier circunstancia te llama para saber si se te ofrece algo, ese que cuando te ve te da un abrazo sincero, ese que cuando te ve le da gusto saber que existes).  
Apreciar  las cosas que tienen valor VERDADERO!, no material, no físico necesariamente”. Pienso que a este concepto bien le puedo añadir una reflexión que me regaló mi madre:  
“El Éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina.  
No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste.  
No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuantos carros quepan en tu cochera. No se trata si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales.  
No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces.  
No se debe a la ropa, o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu status social.  
No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres  atractivo, joven o viejo. 
El Éxito…….. Se debe a cuanta gente te sonríe, a cuantas gentes amas y cuantos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu.  
Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuanta gente ayudas, a cuanta evitas lastimar y si guardas o no rencor en tu corazón. Se trata de que en tus triunfos estén incluidos tus sueños. 
De si tus logros no hieren a tus semejantes. Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás.  
Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si fuiste arrogante o humilde, soberbio o considerado, si fuiste exigente o tolerante.  
Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta. 
No es acerca de cuantos te siguen si no de cuantos realmente te aman. No es acerca de transmitir, si no cuantos te creen si eres feliz o finges estarlo.  
Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más, 
¡ESTO ES EL ÉXITO!  






lunes, 5 de septiembre de 2016

ENVEJECER ES OBLIGATORIO, CRECER ES OPCIONAL


El primer día de clase en la Universidad, nuestro profesor se presentó a los alumnos y nos desafió a que presentáramos a alguien que no conociéramos todavía. Me puse de pie para mirar, y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.
Dijo: “Eh, muchacho... mi nombre es Rosa. Tengo 87 años. ¿Puedo darte un abrazo?...¡Claro que puede!
Y ella me dio un gigantesco apretón. ¿Por qué está usted en la facultad en tan tierna e inocente edad?, le pregunté. Yo estaba curioso por saber que la había motivado a entrar en este desafío con su edad; y ella me contó:
”Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora estoy logrando uno”. Después de clase caminamos hasta el edificio de la unión de estudiantes, y compartimos una tableta de chocolate. Nos hicimos amigos enseguida.  En el curso de un año, Rosa se volvió un “icono” en el campus universitario y hacía amigos fácilmente dondequiera que iba.
Adoraba vestirse bien y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes, ¡estaba disfrutando la vida...!
Al fin del semestre invitamos a Rosa a hablar. Fue presentada y se aproximó al podium. Cuando comenzó a leer su charla preparada, dijo simplemente:”Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa!...Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden, así que déjenme hablar a ustedes sobre aquello que sé: Ella despejó su garganta y comenzó: “No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar”.
Existen solamente tres secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito:
• Se necesita reír y encontrar humor cada día.
• Se necesita tener un sueño, pues cuando estos se pierden, uno muere...¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo sospechan!.
• Se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer...Si usted tiene 19 años y se queda tirado en la cama por un año entero sin hacer nada productivo, terminará con 20 años...
• Si yo tengo 87 años y me quedo en la cama por un año y no hago cosa alguna, quedaré con 88 años...Cualquiera consigue quedar más viejo.
Eso no exige talento ni habilidad. La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad: Los viejos generalmente no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer. Las únicas personas que tienen miedo a la muerte son aquellas que tienen remordimientos.
Al de este año, Rosa terminó el último año de la facultad que comenzó tantos años atrás. Una semana después de doctorarse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño.  Más de 2.000 alumnos de la facultad fuimos a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través de su ejemplo, que...

“NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA SER TODO AQUELLO QUE UNO PUEDE PROBABLEMENTE SER”.






Bienvenidos

Muy buenos días.

Se les informa que en esta semana se subirá la primer Lectura que corresponde al ciclo escolar 2016 - 2017.

Recuerda que la lectura se realiza en casa, se lee en familia, se pone un comentario de padre e hijo, con firma y nombre completo del alumno.; grado y grupo.

Cada maestro tendrá que hacer un actividad con esa lectura en casa.


Cualquier aclaración; favor de hacerla saber.

viernes, 27 de mayo de 2016

Lectura 22



SIN CADENA

CUAUHTÉMOC     SÁNCHEZ


Owin y Beky jugaban a las damas chinas cuando escucharon golpes insistentes. —¡Abran! —gritó una voz. —¿Quién es? —¡Traigo a su padre! ¡Está enfermo! Los mellizos se miraron atemorizados. Beky saltó y abrió la puerta sin preguntar más. Dos hombres, uno de overol azul y otro de bata blanca, cargaban al señor Meneses, quien arrastraba los pies y cabeceaba como si estuviese a punto de desmayarse.
—¿Dónde podemos acostarlo? —preguntó el que parecía médico. —Aquí, en el sillón. El padre de Owin y Beky trabajaba como obrero. Era flaco, un tanto encorvado, de temperamento nervioso y con frecuencia deprimido desde que su esposa murió. Apenas lo recostaron, comenzó a temblar y a emitir gemidos de pánico como si viera fantasmas alrededor. —¿Qué le pasa a mi papá? —preguntó Beky. El médico abrió su maletín y sacó una jeringa. —Voy a inyectarle un sedante. La angustia había invadido a los muchachos. Miraban a su padre y después al médico. —¿Qué... qué tiene mi... mi papá? —insistió Owin tartamudeando como solía hacerlo—, ¿po... por qué tiembla y llora? ¿Por qué hace esos ruidos? ¿Se vo... volvió loco? El doctor habló mientras preparaba la ampolleta. —Ha sufrido un colapso nervioso. —¿U... un qué? —Los pensamientos negativos lo han dominado. Su espíritu está como encadenado. Necesita terapia psicológica. Beky protestó: —¿Encadenado? ¿Terapia? ¡No entiendo nada! El hombre de overol azul que acompañaba al médico le explicó a los niños. —Su papá se preocupa demasiado. Es perfeccionista y se toma todo demasiado en serio. Algunos compañeros le hacen bromas y él se enfurece. ¡Se pone como loco! Hoy, nuestro jefe lo regañó. Le dijo que era un bueno para nada, lo hizo quedar en ridículo frente a todos y lo amenazó con despedirlo. ¡Meneses comenzó a temblar y a gritar! Tomó una barreta de acero y golpeó la maquinaria. Trataron de detenerlo, pero también le pegó a un compañero. Por fortuna sólo le sacó el aire. Entonces se puso a llorar y a sacudirse como si le estuviese dando un ataque. Así está desde entonces. Owin y Beky se quedaron callados mientras el doctor terminaba de inyectar a su padre. La medicina tardó en hacerle efecto. Mientras tanto, comenzó a jadear como si le faltara el aire. El médico trató de tranquilizarlo. —No se preocupe, todo va a estar bien. —Papá, cálmate —dijo Beky—, nos estás asustando. —¡Es injusto! —gritó el enfermo con todas sus fuerzas—. ¡Van a correrme del trabajo! Desde que murió mi esposa, me ven triste y nadie me quiere. ¿Qué va a pasar si me despiden? Tengo dos hijos que mantener —gimió amargamente como lloriqueando—. ¡Injusto! ¡Injusto! Yo siempre he sido un hombre trabajador y honrado, pero no tengo apoyo. Odio la fábrica, odio a mis compañeros, odio a mi jefe. Ojalá que a todos les vaya mal. ¡Se lo merecen! —Tranquilícese, Meneses —sugirió el médico—, trate de no pensar en nada. El hombre temblaba y sudaba como si estuviese ardiendo en fiebre. Luego se giró de espaldas sin cerrar los párpados. Sus hijos lo contemplaron un largo rato. Después Beky comentó en voz baja: —Él nunca se había puesto así antes. —E... es cierto —confirmó Owin—, cua... cuando mamá vivía... nue... nuestra familia e... era muy hermosa... pe... pero ahora... Echó un vistazo alrededor como queriendo explicar. La casa estaba descuidada y los escasos muebles se caían a pedazos; como había comenzado la época de lluvias, numerosas goteras hacían tintinear los recipientes llenos de agua que estaban distribuidos por toda la vivienda.
—Nuestra familia sigue siendo hermosa —rebatió Beky. El doctor escribió una receta, cerró su maletín y dejó sobre la mesa una caja de medicina. —Su papá está sedado. Dormirá hasta mañana. Que se tome estas pastillas como lo indica la receta y no vaya a trabajar. Necesita descanso. Si tiene otra crisis llámenme. Los muchachos asintieron sin poder hablar. Vieron salir al médico y al hombre de bata azul. Se quedaron solos. No hablaron por un largo rato. Después Beky comentó: —Debemos animar a papá... Owin dijo que sí con la cabeza y luego agregó: —Siempre que... que él se ponía hi... histérico, ma... mamá le decía co... cosas que lo tranquilizaban... E... ella sabía cómo a... ayudarlo a controlar su... su mal carácter. Beky miró a su hermano y levantó la cabeza como si se le hubiese ocurrido una gran idea. —¿Qué haría mamá? —preguntó. Owin comprendió. Su madre asistió a una escuela de asertividad en la que aprendió técnicas para fortalecer su personalidad y tomó varios cursos que influyeron en ella de manera importante. Fueron a las repisas en donde había libros y notas. Beky sacó una libreta y la hojeó. Halló reflexiones personales de su mamá. Leyó una de las páginas en voz alta: Siempre me ha costado trabajo atreverme a exigir mis derechos. Toda la vida me enseñaron a ser recatada, tímida y respetuosa, pero he llevado la cortesía a un grado extremo. Mi personalidad se ha anulado. Tiendo a ser demasiado pasiva mientras que mi esposo suele ser agresivo. Ninguno de los dos estamos bien. Temo que hemos dado mal ejemplo a nuestros hijos.
Hoy fui a comer a un restaurante con mis compañeros del curso de asertividad. Me desagradó el guiso, pero me quedé callada. En cambio, una compañera, reclamó. Le dieron otro plato, y como tampoco le gustó, llamó al capitán de meseros y comenzaron a discutir. Al final le llevaron un nuevo platillo gratis. Fue muy interesante verla aplicar las técnicas que hemos aprendido. A mí me cuesta mucho trabajo. Siempre me ense- ñaron que debo ser amable, no causar problemas y callarme si algo está mal. Por mi bien y el de mi familia, debo trabajar en tres aspectos:
1. Mi individualidad. Así acabaré con la timidez, la inseguridad, el miedo a lo desconocido, el deseo exagerado de ser aceptada.
2. Mi control emocional. Así romperé con el negativismo, la rabia, la vergüenza insana, la preocupación.
3. Mi capacidad de comunicación. Así evitaré la descortesía, las peleas, amenazas, gritos, insultos y manipulación. Con estos cursos he aprendido que en la vida se requiere ser valiente, pues muchas cosas buenas sólo se consiguen discutiendo y exigiendo nuestros derechos; que quien no lucha contra la inseguridad, se va haciendo cada vez más miedoso; que los triunfadores son afirmativos: expresan sin rodeos sus deseos y opiniones, controlan sus emociones con ideas constructivas, no se dejan manejar por otros y ejercen su derecho a decir “no”. Owin le quitó el cuaderno a su hermana y lo hojeó. —E... esto es increíble... ¿Mamá lo... lo escribió? —Eso parece.
Los hermanos habían hallado un verdadero tesoro. ¡Ese cuaderno tenía plasmadas ideas personales de su madre! —Devuélvemelo —Beky quiso arrebatárselo a Owin pero el joven lo sostuvo. Estuvieron a punto de romperlo. —¿Qué... qué haces? ¡Te... ten cuidado! —Pues dámelo. —Yo lo guardaré. El señor Meneses gimió, se incorporó del sillón y se recargó en el respaldo con ambas manos en la cabeza. Beky y Owin dejaron de pelear por la libreta. —Recuéstate papá —sugirió ella—, tienes que descansar. Sin abrir los ojos, Waldo Meneses les dijo a sus hijos: —Acérquense, por favor. Los muchachos obedecieron. El hombre abrió los brazos y los atrajo cariñosamente hacia él. —Los quiero mucho. Perdónenme por ser un mal padre. —No digas eso. —¡Tengo miedo de fallarles ahora que su mamacita nos ha dejado! ¡La amaba tanto! ¡La extraño tanto! Los muchachos abrazaron a su papá y se abrazaron entre sí. Eran una familia resquebrajada: A los chicos se les había derrumbado su soporte emocional y el padre había perdido la estructura de su vida. Tenían que recuperarse pronto o nada volvería a ser igual. Estaban a tiempo. Los tres lo sabían...