miércoles, 11 de febrero de 2015

Lectura 16

ALCOHOL
LAS DROGAS “CULTURAL” QUE SIRVE DE PUERTA

Entrada para las demás drogas; produce más daño social y familiar que ninguna.

Salimos a toda prisa del hospital. Ya ha comenzado a oscurecer. Cuando vamos corriendo hacia el auto, le pregunto a mi padre, jadeando:
--- ¿Por qué no le llamas por teléfono a mamá o a la tía Beky para ver si ellas saben algo?
--- Solo las preocuparía.
--- ¿Recuerdas nuestra regla familiar? --- insisto ---. Para permanecer fuertes y unidos debemos decimos la verdad de toda lo que nos pasa.
--- Tienes razón.
Casi al llegar al auto, papá marca su teléfono. Lo hace despacio, como dándose tiempo para recuperar el aliento.
--- ¿Lorena? --- pregunta ---, soy yo. Owin. ¿No recibiste una llamada de Itzel? ¿Sí? ¿Qué dijo? ¿Mi hermana está ahí? ¡Tranquilízate! ¿Ya le hablaron a la policía? ¡Pues háganlo! ¡Pásame a Beky!
Mi padre se queda callado y comienza a caminar. Habla con monosílabos. Trato de seguirlo, pero no entiendo lo que dice. Después de un rato cuelga y regresa al coche.
--- ¿Qué ocurre?
--- Itzel hablo a su casa, pero mi hermana no contesto el teléfono a tiempo y su hija le dejo un recado. Me lo pusieron en el auricular para que yo mismo lo escuchara. La voz de Itzel sonaba muy angustiada. Decía: “mamá, me encerraron, no me deja salir. Están fumando. ¡Son muy agresivos! Ayúdame. ¡No! ¿Por qué quiere golpearme? ¡Váyase! ¡Déjeme!”. Después se cortó la comunicación.
--- ¿E… ese fu… fue el re… recado que dejo mi prima?
--- Textual.
--- No…
--- Felipe, ¿Dónde pudo ir Itzel?
Estoy tan asustado que no razono. Papá quita la alarma del carro con el control remoto. Santiago, nuestro nuevo guardaespaldas experto en drogas, abre la puerta de atrás.
--- ¿Usted --- pregunta mi padre con cierto desazón ---, de verdad quiere ir con nosotros?
--- Sí. Puedo ayudar, se lo aseguro.
--- No me lo tome a mal --- dice papá ---, pero yo no lo conozco y me siento invadido en nuestra intimidad. Tenemos un problema muy serio. Preferiría que se quedara. Dele las gracias a su jefa.
--- Como usted guste, señor. Solo estoy cumpliendo una orden, pero lo que sí puedo decirle es que conozco los lugares donde se reúnen personas que usan drogas. Antros, discotecas y tiendas de piercings. También soy amigo de gente que puede darnos información.
--- Papá --- sugiero ---, déjalo venir.
Mi padre lo piensa unos segundos.
--- De acuerdo --- dice al fin ---. Suba.
Mi padre conduce el auto a toda velocidad. Lo hace con una mano, mientras llama por su celular con la otra.
Se comunica con el comandante de la policía, quien, por lo visto, ya está enterado del problema. Luego vuelve a llamar a mi madre y le recomienda que tenga calma (pues él no la tiene). La señal del celular se pierde. Por fin toma el volante con ambas manos. Suspiro. Santiago también lo hace.
--- Piensa, Felipe --- me insiste después ---, ¿dónde crees que fue tu prima?
Lo he reflexionado y contesto con seguridad:
--- A ver a su ex novio.
--- ¿Perdón?
--- Hace como un año ella anduvo saliendo con un muchacho llamado Rodrigo. Es un joven apuesto, pasante de veterinaria, que trabaja por las noches en un antro…
--- ¿Lo conozco?
--- Sí. Es el portero que me echo la culpa de todo.
--- ¿Cómo? ¿Itzel conoce a ese sujeto? ¿Salió con él?
--- Sí. Es un tipo tramposo y grosero. Le gusta fumar y tomar. En una fiesta dejo que quemaran a Itzel con un cigarro.
--- No puedo creer lo que me estás diciendo. ¿Y por qué habría de ir tu prima a buscarlo?
--- Porque ella piensa que Rodrigo drogo a Jennifer.
Vuelve a tomar su teléfono y se cerciora de que tenga señal. Marca el número de mi casa.
--- Explícale todo eso a tu tía.
Me pasa el aparato. Contesta mamá. Apenas comienzo a hablar sobre Rodrigo, me interrumpe para decirme que la policía ya tiene esos datos y que están abocados a buscarlo. La señal del celular es débil y la llamada vuelve a perderse. Mi padre lanza una interjección de rabia. Disminuye la velocidad. Parece que hubo un accidente en la carretera.
Los autos se han detenido.
--- Es lo único que nos faltaba.
Avanzamos a vuelta de rueda. Después de un rato, me pregunta:
--- Este tipo, Rodrigo, dices que toma alcohol y fuma, pero ¿también usa drogas?
--- No sé --- contesto ---, Itzel sospecha que quiso darle una pastilla depresora, pero no está segura.
Durante largos minutos permanecemos en silencio observando el impresionante congestionamiento de tránsito.
--- Tu prima parecía tan asustada --- dice papá ---, que si esta con Rodrigo y sus amigos, de seguro todos se encuentran drogados o muy borrachos, que para el caso es lo mismo.
La fila de automóviles se vuelve a detener. Algunas personas salen de sus coches para asomarse. Nadie se explica él porque del atasco.
Pregunto:
--- ¿Es igual estar drogado que borracho?
--- Técnicamente, sí.
--- ¿Entonces el alcohol es una droga?
--- Tú contéstame. ¿Cuál es la definición de droga?
--- No me acuerdo bien. ¿Algo así como que las moléculas viajan al cerebro y actúan sobre el alterando sus sensaciones y cambiando la conducta?
--- Más o menos. Con base en eso que dijiste ¿el alcohol es una droga?
--- Tal vez, pero hay muchísima gente que se va a enojar si decimos que lo es.
--- Pues debemos ser objetivos, aunque algunos se molesten. Para saber si algo es una droga hay que responder dos preguntas. Primero: ¿Es una sustancia no alimenticia que produce tolerancia y a veces adicción?
--- He oído --- respondo ---, que el alcohol es alimento.
--- El alcohol tiene exceso de calorías huecas que solo producen obesidad y “panza”. Sus complejas moléculas tardan horas en ser procesadas por el hígado, pero no posee propiedades nutritivas y si produce dependencia y tolerancia. La primera pregunta se contesta con un rotundo. La segunda: ¿Actúa molecularmente sobre el cerebro alterando las sensaciones físicas o psicológicas y cambiando el comportamiento de la persona?
--- Si… ¿rotundo, también?
--- ¡Claro, Felipe! El alcohol traspasa la pared del estómago en segundos. Va directo al cerebro para deprimirlo. Los reflejos de la persona bajan, su razonamiento se vuelve torpe y pierde sus frenos de precaución y prudencia. Por eso, después de tomar, nos sentimos atrevidos, decimos chistes, bailamos y hacemos comentarios tontos. En mayoría cantidades, el alcohol deprime el sentido del equilibrio. Cada vez que el alcohol entra al cerebro, causa daños. Las neuronas se mueren. Con los años, la persona pierde inteligencia, memoria y facilidad de hablar.
Por el acotamiento del carril contrario avanza una fila de patrullas y ambulancias. Las luces y ruidos de las sirenas nos ponen nerviosos.
--- Si esto sigue así --- comento ---, tardaremos horas en llegar a la ciudad.
Durante mucho tiempo estamos callados. Parece que esa noche será muy oscura. Pienso en Itzel. En este momento puede estar en peligro. Agacho la cara y le pido a Dios por ella. Papá mira su celular con desesperación. No tiene señal.
Me está dando sueño.
Para tratar de distraerme, retomo el tema.
--- ¿Por qué --- pregunto ---, una droga tan dañina como el alcohol es legal?
--- Porque la fermentación de frutos y granos se descubrió hace miles de años. Egipcios, romanos, griegos y hebreos usaban y abusaban de los líquidos fermentados que producen alcohol --- contesta mi padre ---. El alcohol es una droga que ha acompañado siempre a la humanidad. Se ha heredado de generación en generación. Dicen que es “cultural”. Además, todos los gobiernos del mundo reciben mucho dinero por la producción, venta e impuestos que genera esta droga. Miles de millones de personas la consumen, y cerca del 20% de la población del mundo es adicta a ella… Por eso es legal.
--- En conclusión… --- digo ---, ¡el alcohol es una droga!
--- Así es --- confirma papá con cierta vehemencia ---. ¡Repite esa frase mil veces en tu cerebro hasta que te quede grabada! El alcohol es una droga… El alcohol es una droga.
--- Pero ¿entonces toda la gente que toma una copa es drogadicta?
--- No. Un drogadicto es quien tiene adicción y necesita su droga de forma continua para vivir. La persona que toma una copa no necesariamente es drogadicta, pero si está tomando droga. ¿Verdad, señor Santiago?
El hombre responde halagado de que mi padre lo haya tomado en cuenta.
--- Si --- dice voz grave ---. Aunque la Organización Mundial de la Salud asegura que el alcohol es la droga de entrada, porque funciona como puerta. O, como lo diría el director del hospital, es el agujero en el piso que se rompe y nos lleva al subsuelo infernal con más frecuencia.
--- ¿Usted también ha visto la pintura? --- pregunto.
--- Muchas veces.
--- Su jefa nos comentó que tiene una gran experiencia y conocimientos sobre estos temas. ¿Qué más puede decirnos sobre el alcohol, Santiago?
El hombre se suelta hablando.
--- Como las mujeres tienen menos agua y encimas para metabolizar el alcohol en sus cuerpos, ellas acumulan mayor concentración y los efectos les resultan varias veces más graves. Sin necesidad de usar drogas ilegales como Rohipnol o GHB,  hombres emborrachan a las mujeres para desinhibirlas y seducirlas. Muchas violaciones, embarazos no deseados y contagios de enfermedades venéreas, ocurren porque hay alcohol de por medio. Los novios que beben alcohol, son mucho más propensos a tener relaciones sexuales. Las bebidas dulces o efervescentes preparadas con alcohol nos inducen a tomar mayores cantidades. La persona a quien se le pasan las copas se vuelve impertinente, impulsiva y ególatra; no necesita estar cayéndose o vomitando para que su conducta cambie. Todos a su alrededor la detectan. El alcohol es el principal agente de accidentes automovilísticos, destrucción de hogares, familias, empresas y fortunas. En cantidades muy grandes el alcohol bloquea al bulbo raquídeo que regula las funciones vitales. Los jóvenes que hacen concursos para ver quien toma vasos completos de alcohol sin detenerse, pueden morir al instante por un paro respiratorio.
En sobredosis recurrentes se produce el Delirium tremens, un fenómeno que consiste en alucinaciones horribles, por lo regular conformadas por enormes serpientes, arañas, ratas o cualquier otra amenaza que causara pavor y deseos de morir al alcoholizado.
--- Vaya --- dice papá ---, supongo que usted es abstemio.
--- Sí, señor.
Al fin parece que hemos llegado al cuello de botella.
Un tráiler con doble caja cargado de refrescos, se volteo obstruyendo la carretera. Varias grúas hacen esfuerzos por moverlo. El piso está lleno de líquido y cristales rotos. Cuando logramos pasar por el acotamiento, papá acelera a fondo y vuelve a tomar su celular. Hay señal otra vez. Mamá contesta.
El rostro de mi padre se ilumina por un momento, luego parece decaer mientras escucha. Se disculpa por no haber llegado, todavía. Sí. Ya sabe que son casi las once de la noche. Explica que hubo un accidente en la carretera y llegaremos a la casa en treinta minutos. Cuelga.
--- ¿Qué paso? --- pregunto.
--- La policía capturo a Rodrigo, el portero del antro, cuando llego a trabajar – me explica ---. Fueron a su casa para revisar cada habitación. ¡No había nada! El tipo vive solo. Hallaron muchas botellas de licor y revistas obscenas, pero no había droga ni rastros de Itzel. Nadie sabe quién la rapto.


ETER EN EL HIELO
FORMAS DE ADULTERAR LAS BEBIDAS ALCOHOLICAS

La droga legal, barata, es el negocio del siglo.
Cada vez hay más muertes de jóvenes por alcohol adulterado

Llegamos a la casa en menos de media hora. Bajamos corriendo del auto. Afuera hay una patrulla con dos policías. Mamá se encuentra sola. La televisión esta prendida con el volumen muy bajo. Mi hermanito se ha quedado dormido en el sillón.
--- Hola, cariño --- saluda mi padre ---. ¿Ha vuelto a hablar Itzel?
--- No. Escuchamos varias veces el recado que dejo, sin entender donde pueda estar.
--- ¿Y Beky?
--- Anda con el jefe de la policía. Llevaron a Rodrigo al Ministerio Publico para seguirlo interrogando. El confeso que Itzel lo llamo en la tarde y le pregunto varias cosas sobre Jennifer. Eso fue todo. Estoy muy preocupada.
--- ¿Ya revisaron el cuarto de Itzel? ¿Hay alguna pista de con quien más pudo haberse comunicado últimamente?
--- En su estudio solo encontraron esta libreta. Me la devolvieron porque es de Felipe.
La tomo para examinarla. Busco con rapidez en la última página. La hojita con el número telefónico del Cadáver ha desaparecido.
--- ¡Ya sé a quién más llamo! --- digo ---. Yo tenía un papel aquí y no esta. Itzel se enojó muchísimo ayer cuando supo que el Cadáver se saltó la reja para amenazarme. Yo vi la rabia en los ojos de mi prima. Por eso no quiso ir con nosotros al hospital. Quería tomar el asunto por su cuenta.
--- ¡Eso es una tontería! --- exclama mi padre ---. ¿Quién rayos se cree esa niña?
Mamá asoma por la ventana y pregunta:
--- ¿El hombre que está afuera, viene con ustedes?
--- Si, es una migo; quiere ayudarnos.
--- ¡Pues hagan algo! El comandante nos dejó a dos patrulleros. ¡Llévenselos! Investiguen donde están los darketos.
Le hablamos al señor Santiago y le explicamos que necesitamos encontrar a un joven de la comunidad dark.
--- Hay tres lugares cercanos --- contesta de inmediato ---, donde se reúnen metaleros, punketos y darketos los viernes por la noche. Los puedo llevar.
--- Felipe --- dice papá ---, quédate aquí. Con tu madre.
--- ¡No! --- respondo ---. ¡Yo tengo que acompañarlos! Conozco al Cadáver y vi cómo se disfraza Pascual. ¡Nunca los reconocerán si mí!
Es evidente. Papá acepta. Habla con los patrulleros. Se comunican con su comandante y reciben la autorización para seguirnos.
Me subo al carro de nuevo. De inmediato recuerdo algo. En mi libreta de notas también tengo el calendario escolar con las direcciones y teléfonos de todos mis amigos… incluyendo algunos no muy fraternos, como Jordy, el Zorrillo.
--- ¡Espera! --- le digo a papá que ya estaba listo para arrancar el auto ---. Tal vez Itzel llamo a otra persona.
Me bajo y voy corriendo con mamá. Le pido la libreta. Busco en las primeras páginas. Hay varios números de teléfono subrayados con lápiz. Uno de ellos encerrado en un círculo. El de Jordy.
--- Yo no hice estas rayas --- digo ---, fue mi prima. Este compañero también es sospechoso --- entonces relato lo que el Zorrillo me dijo en el antro sobre los Poppers, y los comentarios que profirió sobre lo bueno que era la Efedrina para ayudar a las chicas a tener energía rave.
Cuando acabo de hablar, papá se muestra sorprendido y me dice con sarcasmo:
--- Que bueno que sigues nuestra regla de platicarnos todo lo que pasa.
--- Se lo conté a Itzel…
--- ¡Claro! Y tu prima, a quien todos tus comentarios le enfurecen, sabrá Dios adonde se fue a meter.
--- No lo regañes --- me defiende mamá ---, déjenme esta libreta. Voy a hablar con el director de la escuela y con el comandante para que vayan a la casa del tal Zorrillo a investigar. Ustedes averigüen en los antros.
Volvemos al carro. Santiago pregunta:
--- ¿Puedo manejar? Iremos más rápido y es más seguro.
Papá le da las llaves. La patrulla nos sigue.
A los pocos minutos llegamos a un antro. Está en plena avenida principal.
--- ¿Aquí? --- pregunto ---, ¡pero a este lugar llegan jóvenes de dinero! Incluso a mis compañeros de la escuela les fascina. ¿No se supone que íbamos a ir al “bajo mundo”, señor Santiago?
--- Créeme. Felipe. Este mundo puede ser más bajo de lo que te imaginas.
--- ¿Pero los darks vienen aquí? --- pregunta papá.
--- Algunos… Compruébelo.
Santiago le da las llaves del auto a un conocido suyo que sale a saludarlo. Los policías se quedan dentro de su patrulla.
Pasamos al antro sin ningún problema. Santiago camina con desenvoltura y autoridad. En el interior vemos como decenas de parejas se besan, bailan y toman. El alcohol es el motivo, dios y centro verdadero de la fiesta. Hay una larga fila de personas bajo un letrero fosforescente que dice “barra libre”.
Casi todas las chicas llevan vestidos muy cortos y escotados.
Los hombres traen camisas abiertas. Solo después de unos minutos identifico a los góticos. Personas con indumentaria negra y peinados extravagantes. En medio de la estridencia no llaman la atención.
Santiago se detiene y le hace una seña a mi padre para que haga lo mismo. Luego me indica con las manos que camine y observe. Los adultos se quedan rezagados. Yo me muevo entre las mesas mirando para todos lados. Como soy un joven, no causo sospechas. En esa zona del antro se ven pocas botellas de alcohol. Puedo detectar con claridad como varios asistentes en la esquina se pasan por debajo de la mesa una cajita con pastillas de colores.
No veo a ninguno de los hombres sombríos que conocí en la tienda de hot topics.
Regreso con mi padre. Me acerco a su oído y grito:
--- Nada. Vámonos.
Pasamos por la “barra libre”. Hombres y mujeres parecen a punto de caerse.
En la calle, Santiago pide el carro a su amigo. Casi de inmediato se lo traen. Les dice a los policías que iremos a otro lado.
--- ¿No viste a nadie conocido? --- me pregunta cuándo vamos en camino.
--- No --- contesto ---. Esos jóvenes más bien eran bastante lights. Los que buscamos son verdaderos esperpentos salidos de las tinieblas…
--- Muy bien. Ya sé adónde llevarte. No está lejos.
Papá permanece meditabundo. Luego dice:
--- ¿Se fijaron cuantos muchachos borrachos había?
--- Si --- responde Santiago ---, lo malo es que a veces, en los centro nocturnos, adulteran las bebidas. Los dueños mezclan las botellas con alcohol barato. El truco es siempre dar copas a bajo costo.
--- Eso es muy peligroso.
--- Claro. Han muerto jóvenes y otros han quedado ciegos a causa del alcohol adulterado. Por eso, el gobierno hace inspecciones y clausura los negocios que adulteran bebidas. Lo malo es que ahora en los lugares donde hay barra libre, les ponen éter a los hielos. ¡Y nadie inspecciona los hielos!
--- ¿Éter? --- pregunta papá ---, ¿qué hace el éter con el alcohol?
--- Lo potencia. El éter es un anestésico, un depresor del sistema nervioso que mezclado con alcohol ocasiona una borrachera tremenda casi de inmediato. Así, aunque los jóvenes quieran tomar varias copas, apenas con dos o tres quedan en la lona. Cada semana llegan al pabellón de servicios forenses, jóvenes muertos por paros cardiorrespiratorios a causa de estas mezclas depresoras.
--- ¡Éter en el hielo! --- repite mi padre como pensando en voz alta.
--- No se imagina lo común que es… Cuando lo prohíban, de seguro los comerciantes encontraran otra forma de seguir vendiendo alcohol a bajo costo. La droga legal y barata es el negocio del siglo.
Llegamos a otro centro nocturno. Esta vez se trata de un lugar más escondido. Santiago no intenta hallar amigos que le reciban el carro. Conduce hasta la esquina y se detiene frente a un garaje. Baja el vidrio y le dice al patrullero:
--- Dejare el carro aquí. Esa casa está abandonada. Ustedes vayan a la puerta del lugar. No estaría mal que preguntaran por radio si hay alguna patrulla cerca, por si necesitamos ayuda.
Bajamos del cocho. Caminamos los tres juntos. Apenas llegamos al antro percibimos un ambiente distinto. Se escucha música heavy metal tocada por un grupo en vivo. En el acceso hay un hombre espeluznante. Santiago habla con él. Al principio amablemente, después con fuerza. Por lo visto nuestro amigo no es bien recibido, pero su corpulencia y energía le abren las puertas.
--- Adelante --- nos dice Santiago ---. Pon atención, Felipe.
La gente que encontramos es del verdadero clan de las tinieblas. Algo macabro. Papá voltea a verme, impresionado.
--- Si --- le digo con voz baja ---, este tipo de gente es la que buscamos.
Como es imposible pasar desapercibidos esta vez no nos separamos. Vamos los tres juntos, en fila, caminando entre las mesas. Varios darketos se levantan de sus sillas y comienzan a murmurar entre ellos mientras nos observan también.
Mi corazón se acelera. Son la misma clase de sujetos que vi en la tienda de piercings. Se ven grupos de punks, con las cabezas rapadas en partes y los cabellos de colores levantados. Al llegar a las últimas mesas noto como uno de los más extravagantes agacha la cabeza y se tapa la cara con la mano.
Me detengo. Aunque las luces cambiantes me confunden un poco, veo sus botas de charol con agujetas blancas. Son inconfundibles.
--- Ahí está --- le digo a Santiago ---. ¡Es Pascual!
--- ¿Seguro? --- pregunta ---. Obsérvalo bien.
El tipo me ha dado la espalda casi por completo. Calculo su estatura y complexión. Tiene que ser él.
---Si --- confirmo ---. Estoy seguro.
--- Señor Owin --- le dice a mi padre ---, vaya afuera, por la policía. Tú, Felipe, se discreto y mira para otro lado.
Hago lo que se me indica mientras papá sale dando algunos traspiés.
Para mi sorpresa y desgracia detecto que alguien más tiene botas de charol con agujetas blancas. Es un joven gordito y bajo de estatura. Luego localizo a otro con el mismo calzado. Me llevo una mano a la cabeza. ¡No puede ser! Esas botas están de moda… Acabo de acusar a un inocente.


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