En mi
adolescencia comprendía muy poco el arte de manejar las
emociones no "deseadas" excepto conquistándolas. A menudo
identificaba la capacidad de negar y rechazar con la
"fortaleza".
Recuerdo
mis sentimientos de soledad, en ocasiones muy dolorosos, y de deseo de alguien
con quien poder compartir ideas, intereses y sentimientos. A los dieciséis años
acepté la idea de que la soledad era una debilidad y el deseo de intimidad con
otra persona representaba un fracaso de la independencia.
Esta idea
no la tenía siempre, sino parte del tiempo, y cuando me venía a la mente no
tenía respuesta al dolor, excepto poner en tensión mi cuerpo contra ella,
limitar mi respiración, hacerme reproches a mí mismo y buscar distracciones.
Intentaba convencerme a mí mismo de que no me importaba. De hecho, me recluí en
la alienación como algo virtuoso.
No daba
muchas oportunidades a la gente. Me sentía diferente a todos y veía que esta
diferencia era un abismo entre nosotros. Me decía a mí mismo que tenía mis
ideas y mis libros, y que con eso era suficiente o debía serlo si confiaba lo
suficiente en mí.
Si
hubiese aceptado el carácter natural de mi deseo de contacto humano, habría buscado
puentes de entendimiento entre los demás y yo.
Si me
hubiese permitido sentir plenamente el dolor de mi aislamiento, sin
reprochármelo, habría hecho amigos de ambos sexos; habría apreciado el interés
y benevolencia que a menudo se me ofrecía.
Si me
hubiese dado la libertad de atravesar las etapas normales del desarrollo
adolescente y salir de la prisión de mi aislamiento, no me habría preparado
para un matrimonio desafortunado. No habría sido tan vulnerable a la primera
muchacha que parecía compartir verdaderamente mis intereses.
Sin duda
existían "razones" que explicaban mis áreas de no aceptación de mí
mismo, pero eso no importa ahora. Lo que sentía, era lo que sentía, tanto si lo
aceptaba o no.
En algún
lugar de mi mente, sabía que estaba condenando y rechazando una parte de mí
mismo, la parte que deseaba compañía de otras personas. Estaba en una relación
de rechazo a una parte de quien yo era. Por muchas otras áreas de confianza y
felicidad que pude disfrutar, me estaba infligiendo una herida a mi
autoestima.
Cuando
más tarde aprendí a recuperar las partes de mí mismo negadas, aumentó mi
autoestima.
Como
mantener tú autoestima en forma.
·
Recuerda con frecuencia tus
pequeños éxitos.
·
Identifica tus puntos
fuertes y piensa en ellos.
·
Haz una lista de tus
cualidades y recítalas en voz alta ante el espejo.
·
Escribe en un papel tus
propias etiquetas negativas y al lado de ellas escribe una afirmación más
compasiva.
·
Piensa que tú no eres la
responsable de que los demás sean felices. Si se enfadan o se sienten
mal, no es tu culpa.
·
No aceptes por las buenas
las opiniones de los demás sobre ti. Reflexiona y piensa si están basadas en
hechos racionales.
·
Acepta tus debilidades y
errores como comportamientos. Los comportamientos son cosas que se pueden
modificar. Los errores no afectan tu valor personal. Tú eres tú y tus
errores son acciones que tú puedes corregir y aprender de
ellos.
·
No te compares con los
demás. Tú no eres ni inferior ni superior. Tú eres tú misma y sigue
por tu propio carril.
·
No digas sí a todas las
cosas que te pidan para que no se enfaden. Intenta comprometerte solo con las
cosas que quieras hacer.
·
Haz lo que tú quieras hacer
y no lo que los demás creen que tú debes hacer.
Una buena forma para mantener una
autoestima buena es practicar una serie de dinámicas centradas en mejorar la
percepción de nosotros mismos y la proyección que damos a las demás personas. Afecta a personas
de todas las edades, Poseer una autoestima alta es fundamental para poder
desarrollarnos en la sociedad y en el mundo de una forma sana, por ejemplo, una
persona con una autoestima baja no querrá aprender y no aceptará los cambios,
mientras que tener una buena autoestima contribuye a tomarnos mejor estas
situaciones.
1.
Cosas que puedo
hacer bien: elabora una lista o repasa una serie de tareas
donde esa persona ha de clasificar las aptitudes y capacidades que creen tener
para realizarlas. El objetivo de este ejercicio es que se den cuenta que,
aunque hay cosas que no saben hacer bien, hay otras tantas que se les dan de
maravilla. Todos tenemos puntos fuertes y puntos no tan fuertes.
2.
Como soy yo: haz
que elaboren una lista con rasgos de su personalidad tanto positivos como
negativos. De esta forma descubrirán que también tienen muchas cosas buenas que
ofrecer. Por ejemplo, puede que sean un poco impuntual pero, en cambio, son
amigos leales. ¿Y que significan 5 minutos de retraso cuando se puede
tener un amigo de verdad?
3.
Antes y ahora: aquí
es necesario que tú les ayudes a resaltar los aspectos en los que ha
mejorado con el paso del tiempo, sean grandes o pequeñas cosas. Así la persona
con la baja autoestima percibirá que, con el tiempo, su situación ha mejorado
aún sin proponerlo y que, si va con una actitud más positiva puede mejorar
mucho más.
4.
Manos, corazón y
cabeza: es la forma de referirnos a las cualidades
positivas de las habilidades manuales, los sentimientos y las habilidades
intelectuales. En este ejercicio se deben resaltar las cosas buenas de la
persona en estas tres áreas básicas. Puedes mostrarles trabajos que hayan hecho
para ayudarles a valorarse más a sí mismos.
5.
Recuerdos
positivos: una buena forma de mejorar la autoestima de una
persona que lo necesite es recordar junto a ella algún episodio positivo del
que fueron objeto de reconocimiento social, académico o laboral.
Valora su esfuerzo, su dedicación y recuérdale que otras tantas personas
hicieron lo mismo.
6.
Carta de
deseos: la persona con baja autoestima debe escribir una
carta pidiendo algunos cambios sobre su propia forma de ser. Es recomendable
que se empiece por pequeñas cosas que puedan cambiar, de este modo, al percibir
su mejora aumentará su autoestima. En cambio, si empiezan por tratar de cumplir
grandes metas y no lo consiguen, puede ser peor.
7.
¡Sácame los
colores!: Este es un ejercicio para hacer con varias
personas, quizás los miembros de la familia o junto a algunos amigos. Se trata
de hacer una recopilación de los puntos 1 a 5 y centrarlos todos en la misma
persona. Una vez finalizado el ejercicio se leerá en voz alta lo que piensan
los demás sobre esta persona con baja autoestima y esta persona. Si una persona
puede querernos, las otras también podrán.
8.
Te voy a
sorprender: para cambiar la percepción que tienen las demás
personas sobre la persona con baja autoestima, esta debe proponerse decirles
tres cosas positivas a tres personas distintas. Es un ejercicio que tiene un
doble beneficio ya que las personas halagadas se sentirán bien consigo mismas y
la persona que lo diga también.
9.
Nada de activos
tóxicos: algunas veces la persona tiene una baja autoestima
por su entorno, personas que lo desvalorizan y tratan de anularlo para
reafirmarse ellos mismos. Esta es una situación común en adolescentes. Por ello
es necesario hacer un paso hacia la madurez y entender que si una persona no
nos trata bien no merece la pena que nos preocupemos por sus opiniones sobre
nosotros. Solo quiere hacernos daño y recurrirá a mentiras para ello.
Como último consejo, una buena forma de
empezar el día es poner una canción alegre, que nos transmita energía positiva
y mirarnos en el espejo durante un minuto repitiéndonos lo geniales que somos y
lo bien que haremos nuestras tareas a lo largo del día. Si quieres saber más,
te aconsejamos un libro sobre
mejorar la autoestima. ¡Aprende a quererte a ti mismo!