sábado, 1 de abril de 2017

LECTURA 15 "MI ADOLESCENCIA"


 
En mi adolescencia comprendía muy poco el arte de manejar las emociones no "deseadas" excepto conquistándolas. A menudo identificaba la capacidad de negar y rechazar con la "fortaleza". 
Recuerdo mis sentimientos de soledad, en ocasiones muy dolorosos, y de deseo de alguien con quien poder compartir ideas, intereses y sentimientos. A los dieciséis años acepté la idea de que la soledad era una debilidad y el deseo de intimidad con otra persona representaba un fracaso de la independencia. 
Esta idea no la tenía siempre, sino parte del tiempo, y cuando me venía a la mente no tenía respuesta al dolor, excepto poner en tensión mi cuerpo contra ella, limitar mi respiración, hacerme reproches a mí mismo y buscar distracciones. Intentaba convencerme a mí mismo de que no me importaba. De hecho, me recluí en la alienación como algo virtuoso. 
No daba muchas oportunidades a la gente. Me sentía diferente a todos y veía que esta diferencia era un abismo entre nosotros. Me decía a mí mismo que tenía mis ideas y mis libros, y que con eso era suficiente o debía serlo si confiaba lo suficiente en mí. 
Si hubiese aceptado el carácter natural de mi deseo de contacto humano, habría buscado puentes de entendimiento entre los demás y yo. 
Si me hubiese permitido sentir plenamente el dolor de mi aislamiento, sin reprochármelo, habría hecho amigos de ambos sexos; habría apreciado el interés y benevolencia que a menudo se me ofrecía.  
Si me hubiese dado la libertad de atravesar las etapas normales del desarrollo adolescente y salir de la prisión de mi aislamiento, no me habría preparado para un matrimonio desafortunado. No habría sido tan vulnerable a la primera muchacha que parecía compartir verdaderamente mis intereses. 
Sin duda existían "razones" que explicaban mis áreas de no aceptación de mí mismo, pero eso no importa ahora. Lo que sentía, era lo que sentía, tanto si lo aceptaba o no.  
En algún lugar de mi mente, sabía que estaba condenando y rechazando una parte de mí mismo, la parte que deseaba compañía de otras personas. Estaba en una relación de rechazo a una parte de quien yo era. Por muchas otras áreas de confianza y felicidad que pude disfrutar, me estaba infligiendo una herida a mi autoestima. 
Cuando más tarde aprendí a recuperar las partes de mí mismo negadas, aumentó mi autoestima. 
Como mantener tú autoestima en forma. 
·                Recuerda con frecuencia tus pequeños éxitos. 
·                Identifica tus puntos fuertes y piensa en ellos. 
·                Haz una lista de tus cualidades y recítalas en voz alta ante el espejo. 
·                Escribe en un papel tus propias etiquetas negativas y al lado de ellas escribe una afirmación más compasiva. 
·                Piensa que tú no eres la responsable de que los demás sean felices. Si se enfadan o se sienten mal, no es tu culpa. 
·                No aceptes por las buenas las opiniones de los demás sobre ti. Reflexiona y piensa si están basadas en hechos racionales. 
·                Acepta tus debilidades y errores como comportamientos. Los comportamientos son cosas que se pueden modificar. Los errores no afectan tu valor personal. Tú eres tú y tus errores son acciones que tú puedes corregir y aprender de ellos. 
·                No te compares con los demás. Tú no eres ni inferior ni superior. Tú eres tú misma y sigue por tu propio carril. 
·                No digas sí a todas las cosas que te pidan para que no se enfaden. Intenta comprometerte solo con las cosas que quieras hacer. 
·                Haz lo que tú quieras hacer y no lo que los demás creen que tú debes hacer. 
Una buena forma para mantener una autoestima buena es practicar una serie de dinámicas centradas en mejorar la percepción de nosotros mismos y la proyección que damos a las demás personas. Afecta a personas de todas las edades, Poseer una autoestima alta es fundamental para poder desarrollarnos en la sociedad y en el mundo de una forma sana, por ejemplo, una persona con una autoestima baja no querrá aprender y no aceptará los cambios, mientras que tener una buena autoestima contribuye a tomarnos mejor estas situaciones. 
1.                Cosas que puedo hacer bien: elabora una lista o repasa una serie de tareas donde esa persona ha de clasificar las aptitudes y capacidades que creen tener para realizarlas. El objetivo de este ejercicio es que se den cuenta que, aunque hay cosas que no saben hacer bien, hay otras tantas que se les dan de maravilla. Todos tenemos puntos fuertes y puntos no tan fuertes. 
2.                Como soy yo: haz que elaboren una lista con rasgos de su personalidad tanto positivos como negativos. De esta forma descubrirán que también tienen muchas cosas buenas que ofrecer. Por ejemplo, puede que sean un poco impuntual pero, en cambio, son amigos leales. ¿Y que significan 5 minutos de retraso cuando se puede tener un amigo de verdad? 
3.                Antes y ahora: aquí es necesario que tú les ayudes a resaltar los aspectos en los que ha mejorado con el paso del tiempo, sean grandes o pequeñas cosas. Así la persona con la baja autoestima percibirá que, con el tiempo, su situación ha mejorado aún sin proponerlo y que, si va con una actitud más positiva puede mejorar mucho más. 
4.                Manos, corazón y cabeza: es la forma de referirnos a las cualidades positivas de las habilidades manuales, los sentimientos y las habilidades intelectuales. En este ejercicio se deben resaltar las cosas buenas de la persona en estas tres áreas básicas. Puedes mostrarles trabajos que hayan hecho para ayudarles a valorarse más a sí mismos. 
5.                Recuerdos positivos: una buena forma de mejorar la autoestima de una persona que lo necesite es recordar junto a ella algún episodio positivo del que fueron objeto de reconocimiento social, académico o laboral. Valora su esfuerzo, su dedicación y recuérdale que otras tantas personas hicieron lo mismo. 
6.                Carta de deseos: la persona con baja autoestima debe escribir una carta pidiendo algunos cambios sobre su propia forma de ser. Es recomendable que se empiece por pequeñas cosas que puedan cambiar, de este modo, al percibir su mejora aumentará su autoestima. En cambio, si empiezan por tratar de cumplir grandes metas y no lo consiguen, puede ser peor. 
7.                ¡Sácame los colores!: Este es un ejercicio para hacer con varias personas, quizás los miembros de la familia o junto a algunos amigos. Se trata de hacer una recopilación de los puntos 1 a 5 y centrarlos todos en la misma persona. Una vez finalizado el ejercicio se leerá en voz alta lo que piensan los demás sobre esta persona con baja autoestima y esta persona. Si una persona puede querernos, las otras también podrán. 
8.                Te voy a sorprender: para cambiar la percepción que tienen las demás personas sobre la persona con baja autoestima, esta debe proponerse decirles tres cosas positivas a tres personas distintas. Es un ejercicio que tiene un doble beneficio ya que las personas halagadas se sentirán bien consigo mismas y la persona que lo diga también. 
9.                Nada de activos tóxicos: algunas veces la persona tiene una baja autoestima por su entorno, personas que lo desvalorizan y tratan de anularlo para reafirmarse ellos mismos. Esta es una situación común en adolescentes. Por ello es necesario hacer un paso hacia la madurez y entender que si una persona no nos trata bien no merece la pena que nos preocupemos por sus opiniones sobre nosotros. Solo quiere hacernos daño y recurrirá a mentiras para ello. 
Como último consejo, una buena forma de empezar el día es poner una canción alegre, que nos transmita energía positiva y mirarnos en el espejo durante un minuto repitiéndonos lo geniales que somos y lo bien que haremos nuestras tareas a lo largo del día. Si quieres saber más, te aconsejamos unlibro sobre mejorar la autoestima.¡Aprende a quererte a ti mismo!