jueves, 18 de septiembre de 2014

Lectura 4

Semana del 22 al 26 de septiembre se trabajara en cada clase, no olvides que tu Papá o Mamá debe de poner su comentario y firma... recuerda también que es un rasgo a evaluar.
Cualquier duda... recuerda que puedes enviar un msj.. 

ghb

LA DROGA DEL BAILE ERÓTICO


Liquido insaboró que se pone en los refrescos; emborracha a la persona, la hace sentirse sensual y alegre.

El beso de Jennifer es tan repentino que me quedo paralizado. Siempre soñé con eso, pero algo no está bien. ¿Quién es la chica que esta sobre mí, besándome como si fuéramos novios desde hace meses?
Siento una extraña combinación de emociones: enamoramiento, alegría, excitación y miedo.
Respondo con torpeza a sus caricias. Se aparta y dice:
--- Me gustas mucho, Félipe. Estoy loca por ti.
--- Relájate --- respondo ---. Quítate esa peluca y abotónate el vestido. Vuelve a ser tu misma.
--- ¡Déjame! --- grita histérica ---. ¡No me toques! Tengo calor. Creo que voy a desmayarme. Quiero vomitar.
Da un salto y abriéndose paso entre la gente se dirige al sanitario. Voy detrás de ella; antes de entrar, voltea a verme y regresa para agarrarse de mi playera.
--- ¡Me asfixio, Felipe! El corazón se me quiere salir. Por favor ayúdame…
--- ¡Auxilio! --- grito.
Mi exclamación se pierde en el sonido de la música.
--- ¡Jennifer! --- le digo ---, ¿qué te pasa?
Jordy, el Zorrillo, y Modesta llegan corriendo.
--- ¡Traigan a alguien! --- ordeno ---, es urgente.
Modesta se va a toda prisa. Regresa con el portero. Detrás, llegan los demás compañeros.
--- Tenemos que sacarla de aquí…
--- ¡Necesita aire!
--- ¡Consigan un medico!
--- ¿Por qué tiene el vestido abierto?
Una de sus amigas le abotona la ropa mientras el portero nos lleva hasta afuera.
Jordy saca su celular. Me lo presta. Marco el teléfono de mi tía Beky. Le digo, casi a gritos, que debe venir de inmediato al antro. No le explico más y cuelgo.
En el pasillo de la plaza comercial, queda poca gente.
--- ¡Mi cabeza! --- se queja Jennifer con voz pastosa ---, no aguanto el dolor.
Respira con dificultad, los músculos de sus mandíbulas tiemblan. Parece hirviendo en fiebre.
--- ¿Qué me pasa, Felipe?
Sus ojos se abren enormemente y me miran con angustia.
Nuestros amigos no saben qué hacer. Me paro y corro.
--- ¿Adónde vas? --- grita alguien ---. No huyas.
Bajo las escaleras a toda velocidad. En la calle, busco a un policía. Paso más de diez minutos esperando. El tiempo parece eterno. Al fin llega una ambulancia. Corro hacia adentro guiando a los asistentes de emergencia.
Jennifer ha comenzado a convulsionarse.
Los paramédicos se mueven discretamente pero con seguridad. Uno revisa los signos vitales de Jennifer mientras otro le coloca una mascarilla de oxígeno. Pregunta:
--- ¿Saben si tomo alguna droga?
Todos voltean a verme.
--- ¡No! --- respondo de inmediato ---. Quizá antes de venir aquí comió algo que le hizo daño.
--- ¡Jennifer! --- grita una de sus amigas ---. Despierta. ¡Contesta!
--- Jóvenes, por favor retírense, déjenos trabajar.
En ese instante llegan, corriendo, mi tía Beky con su hija, Itzel.
--- ¿Qué ocurrió? ¡Dios mío!
--- ¡No responde! --- dice uno de los paramédicos ---, ¡tenemos que trasladarla de inmediato!
La suben a una camilla para llevarla a toda prisa hacia la ambulancia. Su peluca negra se queda tirada en el piso.
--- ¿Qué está pasando? --- pregunta mi prima Itzel, al levantar los cabellos artificiales.
Nadie le contesta. Caminamos detrás de la camilla. Cuando estamos en la calle, vemos llegar a mis papas. De seguro, mi tía les llamo. Parecen aterrados. Comienzan a hacerme preguntas. Yo no puedo ni hablar. Los compañeros alrededor de mí, explican sin ton ni son.
En mi mente se agolpan los recuerdos de esa semana. Un día antes, llame a mi tía Beky por teléfono para pedirle autorización de invitar a Jennifer a una fiesta en el antro de la plaza comercial. Mi tía se asombró un poco, porque, según me dijo, Jennifer estaba saliendo con un joven mayor, quien la llevaba en un coche deportivo a sus clases de jazz.
--- Lo sé, tía --- respondí ---. El tipo se llama Pascual. Trabajaba en la escuela como ayudante, pero ya renuncio y Jennifer corto toda relación con él.
--- ¿De verdad, Felipe? Que buena noticia me has dado.
Ese Pascual nunca me gusto. Prefiero, mil veces que Jennifer salga contigo.
Mi tía, además de ser la fundadora y administradora del orfanato, se considera la “mamá” de todas las niñas huérfanas de esa casa. Siempre lo ha dicho.
Convencer a mis padres resulto más sencillo. Solo les explique que se trataba de una tardeada y que no iban a dar bebidas alcohólicas. También les comente que iría con Jennifer, la chica más linda del orfanato. Me dejaron ir. No les platique nada de lo que ocurrió en la escuela. Pensaba decírselos después de la fiesta.
Los perfiles de la gente giran y las imágenes pasan ante mis ojos como una película en cámara lenta. La ambulancia enciende su torreta. El ruido agudo de la sirena resuena en mis oídos. Papá comienza a das instrucciones:
--- Ustedes, jóvenes, regresen a la discoteca, recojan las cosas de Jennifer y váyanse a sus casas. Beky, Itzel, Felipe y Lorena, suban al carro. Vamos a seguir la ambulancia.
Todos obedecemos. Ya en el auto, mi tía pregunta:
--- ¿De quién es el vestido que trae Jennifer?
--- No sé --- respondo ---. Fue al baño y salió con él.
--- ¿Y ese maquillaje y peluca?
--- Dijo que es una moda.
--- ¿Qué otra cosa rara notaste?
--- Estaba demasiado alegre.
Mi tía voltea a ver a su hija.
--- Itzel --- la interroga ---. ¿Jennifer se droga?
--- Claro que no, mamá, tú la conoces, ¡es una chava hiperactiva, pero sana! Todo el tiempo organiza coreografías de jazz.
Llegamos al pabellón de urgencias y bajamos del auto a toda prisa.
Durante varios minutos nadie nos da ninguna información.
Al fin sale un médico, preguntando:
--- ¿Quiénes son los papás de Jennifer?
Mi tía Beky se adelanta para explicar:
--- Ella es huérfana. Yo soy su tutora.
--- ¿La joven tomo alcohol?
Voltean a verme.
--- Si… --- confieso ---, pero no mucho.
Mi padre protesta:
---- Felipe, tú me dijiste que era una tardeada “de refrescos”.
--- Si, papá, pero un amigo le dio propina al mesero y nos dio soda preparada.
--- No lo puedo creer.
El medico insiste:
--- ¿Cuánto alcohol tomo?
--- Unos cuantos vasos de refresco de toronja con tequila…
El doctor asiente, luego informa:
--- Las cosas están mal, señora. Me apena decirles que la joven sufrió una sobredosis de droga. Le hicimos varios exámenes de identificación, y todo parece indicas que se trata de GHB.
--- ¡No puede ser! --- dice mi tía ---, debe haber un error.
--- En verdad lo lamento.
Hay un silencio denso. Durante varios minutos nadie puede articular palabra.
--- Explíquenos mas --- dice mi madre.
--- ¿Qué quiere decir?
--- Esa droga que tomo…
--- Gamahidroxibutirato. Un líquido sin color ni sabor sintetizado a partir de una sustancia química con la que se limpian circuitos eléctricos. Se ha usado como   pre-anestésico y como estimulante hormonal para aumentar el volumen de los músculos, pero, ahora, es una sustancia prohibida. Algunos le dicen “éxtasis liquido”, aunque no tiene nada que ver con la droga llamada “éxtasis”. También le llaman Liquido X, Gama y Gama-O. Un poco de GHB produce borrachera. La persona se siente alegre, eufórica y sin inhibiciones. Por eso, es común el consumo de GHB en fiestas y antros. A los homosexuales les encanta, porque dicen que quienes lo toman se vuelven más sensuales. También lo usan las parejas para bailar y moverse con “soltura”. Quien toma GHB se olvida de sus preocupaciones. Al día siguiente no siente debilidad o resaca; por el contrario, muchos hablan de una sensación de frescura y hasta mayor energía. El peligro verdadero del GHB consiste en que nunca se sabe cuál es la dosis que se está tomando. En un frasco de los que se venden en la calle puede haber solo cuatro gramos, que ocasionan mareo, mientras en otro frasco, con la misma cantidad de líquido, podría haber hasta treinta gramos de droga, cantidad suficiente para ocasiona una sobredosis. El GHB tiene efectos impredecibles; varían entre las personas. Cuando se usan con alcohol, puede ser fatal… pero aun, por si sola, en dosis altas, ocasiona ansiedad, temblores, sudoración, dolor de cabeza, vómitos, espasmos, convulsiones, pérdida de consciencia, paro respiratorio y estado de coma por depresión del Sistema Nervioso Central. Eso es lo que le paso a Jennifer…
Mis padres tienen los ojos muy abiertos.
---¿Jennifer está en peligro de morir? --- pregunta mamá.
--- Si --- dice el médico.
--- Esto es imposible --- comenta mi prima ---. Ella no toma drogas.
--- Bueno --- aclara el doctor ---, por los efectos que produce el GHB, es común que los hombres la pongan en la bebida de las mujeres sin que se den cuenta. Cuando una chica sufre una sobredosis, el principal sospechoso es el muchacho que la invito a salir.
Siento un leve mareo. Mi tía Beky voltea a verme muy despacio.
--- ¡Yo ni siquiera sabía que existía eso, tía! --- me defiendo ---. ¡De verdad! Mis amigos vas de antro todo el tiempo. Yo a veces los acompaño y jamás ha pasado algo así. ¡Esto es absurdo!
El medico nota la angustia en mi rostro.
--- ¿Tú estabas con Jennifer en la fiesta?
--- Sí.
--- Pues temo decirte que la policía querrá hablar contigo…
En primera instancia supondrán que tú la drogaste. Tal vez te detengan.





Continuara...

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