jueves, 4 de septiembre de 2014

Lectura 2

Nota: fecha de   trabajo 8 al 12 de septiembre
Recuerda que debe de venir el comentario de tu Papá o Mamá incluyendo el tuyo y con firma.
(no se revisara si no viene así)
además de recuerda que en clase ya se te dijo el día en que se trabajara exclusivo con la misma.
Dudas: Vía whatssap o facebook 


ENEMIGO AL ACECHO

Consumir droga es como darle alojamiento a un asesino en nuestra casa. Aunque duerma, en la noche despertara…

Miro alrededor, sorprendido de encontrarme en ese improvisado juicio en el que todo apunta hacia mi culpabilidad.
---¿Cuántos años tienes, Felipe?
--- Dieciséis.
--- Todavía eres menor de edad, pero eso no te va a eximir de algunas sanciones penales.
Intento defenderme, dirigiéndome al ayudante del laboratorio.
--- Tú dijiste que eras mi amigo, Pascual ¿por qué me haces esto? Tarde o temprano va a saberse la verdad.
--- Yo no soy amigo de gente como tú, Felipe; encontraron las pastillas en tu casillero --- gira la cabeza y levanta las manos como para demostrar inocencia ---. A mí no me pueden hacer nada. Estoy limpio --- se dirige al policía ---. Felipe trajo esas cosas a la escuela. Me las ofreció. ¡Yo también caí en la trampa! Creí que eran medicinas legales. Eso me dijo.
--- ¡Está mintiendo! --- rebato.
--- Es tu palabra contra la mía.
Mi respiración se hace más agitada. Sé que cuando investiguen, quedara demostrada mi inocencia, pero mientras tanto, tal vez sea suspendido de la escuela y la policía me detenga. Necesito ayuda. Solo si consigo testigos…
--- ¡Jennifer! --- exclamo ---. Díganle que venga. Por favor.
--- ¿Quién? --- pregunta el director.
--- Jennifer González. Estudia en mi salón. Pascual la invito a salir varias veces. ¡Jennifer nos conoce muy bien a los dos!
Háblenle. Ella dirá la verdad.
El director mueve la cabeza de forma asertiva y le pide al coordinador que vaya por la chica. Después le pregunta a Pascual:
--- ¿Invitaste a salir a una alumna? ¡Sabes que eso está prohibido!
Pascual titubea y se contradice.
--- Ella es una amiga. No somos nada. Nunca salimos. Solo a veces.
Por primera vez parece que ha perdido la calma. Se agacha para pensar.
Jennifer llega con pasos tímidos, escoltada por el coordinador. Se asusta al ver tanta gente reunida en la oficina.
El director le pregunta:
--- ¿Pascual ha tratado de venderte pastillas como esta? --- le muestra la cajita.
Jennifer se queda quieta como el personaje de una película en pausa. Luego exhala.
--- No.
--- ¿Estas segura?
--- Me las regala.
--- ¿Cómo?
--- A todos se las vende, pero a mí no. Me las recomendó para que pueda bailar mejor. Pertenezco a un grupo de jazz. Ensayo por las tardes. El me lleva en su coche… Solo dos ocasiones tome sus pastillas. Esos días, pude bailar como nunca. Tuve mucha energía, pero después pase las noches enteras sin dormir. Jamás volví a tomarlas.
--- ¿Dijiste que Pascual las vende? ¿A quién?
Jennifer titubea, prefiere salirse por la tangente.
--- Eso se rumora… A mí no me consta.
--- ¿Pero las trae a la escuela?
Mueve la cabeza de forma negativa.
--- No lo sé.
--- Suponemos que los comprimidos son de Speed King --- declara el policía ---, y la caja, que contiene más de un kilogramo, fue encontrada en el casillero de Felipe. Tendremos que arrestarlo a él.
--- ¡Jennifer! --- le digo con voz suplicante ---, no te quedes callada. Pascual está diciendo que la droga es mía.
Mi compañera observa el cuadro con detalle. Es fácil adivinar el temor en su rostro. A pesar de ello, se controla.
---Está bien --- entrecierra los ojos ---. Voy a decir la verdad --- agacha la cara ---. Pascual toma esas pastillas y otras. Dice que “se activa” con ellas. Un dia se puso muy agresivo. Por eso ya no quise volver a salir con el. Trae las pastillas a la escuela y las guarda en el casillero de Felipe --- hay un breve silencio cargado de expectación ---. Yo lo he visto…
Lo que ella acaba de decir nos ha dejado mudos.
Se necesita mucho valor para hacer lo que hizo.
--- ¡Jennifer, maldita! --- expele Pascual por lo bajo ---. Te vas a arrepentir.
El jefe de la policía toma esas palabras como una confesión.
Se acerca a Pascual y lo esposa por las muñecas.
---Tienes derecho a permanecer en silencio y a llamar a un abogado.
Salen del despacho.
Cuando las autoridades se han ido con el acusado, ninguno atinamos a decir nada.
Al fin, el padre de Susana emite con voz amenazante:
--- Esto no se acaba aquí. ¡Ya detuvieron al vendedor de droga, pero la escuela también tiene culpabilidad! Voy a llevar a mi hija a revisión y hablare con los padres de sus amigas.
¡Usted, director, es responsable por todas las secuelas que tenga esas niñas! ¡Va a tener que indemnizarnos!
El rector ha perdido el color natural de sus mejillas.
--- Espere, señor --- dice la doctora de la Secretaria de Salud ---. Antes de que haga un escándalo, debe pensar bien las cosas. La droga esta por todos lados hoy en día. ¡No se imagina la cantidad de casos que veo a diario! Sin ir más lejos, ayer llego al Centro de ayuda una jovencita adicta a la Cocaína. Hace algunos meses salió con su novio, tomo mucho alcohol y se embriago. Entonces, el novio considero que no era prudente regresar a la joven a su casa en estado y decidió cortarle la borrachera con “una rayita” de Cocaína. Es el remedio más usual. La chica sintió una dosis de bienestar y autoestima fuera de lo común. A partir de ese día acepto la oferta de una amiga, a quien antes había rechazado, y comenzó a esnifar Cocaína. Todo le fue mejor por un tiempo. Elevo sus calificaciones, su aspecto físico, su estado emocional, su seguridad y fuerza de carácter. Se llenó de un poder artificial. Hoy, su adicción la ha llevado a realizar los actos más inmortales. Esta arruinada. La droga brinda muchos beneficios inmediatos, pero usarla es como darle alojamiento en nuestra casa a un asesino. Aunque duerma un rato, en la noche despertara para matarnos.
El padre de Susana mueve la cabeza sin comprender.
--- ¿De qué rayos habla?
--- ¡De que no le servirá de nada tratar de perjudicar al colegio de su hija! La droga seguirá danzando alrededor. Mejor adviértale. Enséñele. Dele armas. Aborde el tema con ella abiertamente. Yo he trabajado en varios lugares. He tenido compañeros, profesionistas, que tomas por las mañanas licuados de frutas con Peyote. También conozco señoras de sociedad aficionadas a la Marihuana, y esposos que la fuman en pareja. Hay artistas, políticos y profesionistas de todo tipo que usan drogas. Es de lo más común. Su hija seguirá acechada por ese peligro toda la vida y tarde o temprano caerá, si no tiene convicciones claras.
El hombre no parece persuadido. Se ve dispuesto a seguir rebatiendo. Aprovecho la leve pausa para preguntar:
--- ¿Nosotros, podemos irnos?
--- Si --- dice el rector ---. Gracias, Jennifer y Felipe; regresen a su salón.
Salimos de las oficinas con movimientos decididos.
Cuando vamos subiendo las escaleras, le digo a mi compañera:
--- Me salvaste.
Jennifer parece preocupada. Sonríe sin responder nada.
Llegamos al aula. Todos nuestros amigos quieren enterarse de lo que paso. Ella prefiere no dar explicaciones. Yo la apoyo. Ambos sentimos cierta complicidad por haber acusado a Pascual y tenemos miedo de una posible represalia.
Al salir de la escuela, ella me dice:
--- El próximo viernes, nuestros compañeros irán a bailar de antro. ¿Por qué no vamos, tú y yo, como pareja?
Carraspeo. Después de lo que ha pasado, la oferta suena un poco descabellada.
---Sería interesante…
Jennifer es la muchacha más hermosa de la preparatoria, y ahora está libre. Pascual se ha ido para siempre.
--- De acuerdo --- contesto ---. Yo me encargo de pedir permiso…
--- Gracias. Te espero.
Se acerca para darme un beso muy cerca del labio. Me quedo vibrando por la emoción y el asombro.

El viernes siguiente, Jordy, el Zorrillo, pasa por mí en el Beatle color blanco de su madre. Subo al asiento del copiloto y lo saludo con gran alegría. Me dice:
--- Vamos a la casa de Modesta y después a la de Jennifer.
--- ¡Modesta! --- contesto, asombrado ---. ¿La compañera nueva que hace honor a su nombre? ¿Ella será tu pareja, hoy?
---Sí.
No digo nada más, para evitar ofender a Jordy, pero yo no saldría con esa chica ni aunque me obligaran.
Pasamos por las dos. ¡Qué diferencia de mujeres! Modesta lleva un grotesco vestido de lentejuelas y se ha levantado el cabello como solo lo hubiera hecho mi abuelita. Es tímida y desangelada; en cambio Jennifer, alegre y hermosa, aunque viene vestida de forma sencilla, me dice, al subir al auto:
--- Traigo otra ropa en esta maleta; luego me cambio. Te coy a sorprender.
--- Que bien…--- sonrió.
De inmediato, percibo que Modesta siente envidia de Jennifer. Es lógico. Ambas, en el asiento trasero del coche tratan de platicar, pero no existe la menor química entre seres tan dispares.
Llegamos al antro. Caminamos rumbo a la puerta. El Zorrillo, quien ha comenzado a sudar y a oler mal, me dice en secreto:
--- ¿No tienes miedo?
--- ¿Por qué?
--- Supe que Pascual estuvo detenido dos días, pero salió libre bajo fianza hoy. Me dijeron que tal vez ande por aquí…
Trago saliva y mis músculos se tensan.
En ese instante Jennifer me abraza por la espalda. Toco su esbelta cintura y siento un escalofrío. Ella se acurruca en mí. La abrazo con más confianza. Es una sensación indescriptible. Mis sueños secretos se están haciendo realidad.

--- No, Jordy --- contesto, convencido ---, no tengo miedo.

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