viernes, 30 de septiembre de 2016

Lectura 3 "El niño, el viejo y el burro"



“EL NIÑO, EL VIEJO Y EL BURRO” 
AUTOR: ESOPO. 
 ADAPTACIÓN: JUAN MARTÍNEZ CHACÓN 

La historia versa sobre un niño que junto a su anciano abuelo se encontraban embarcados en un viaje que de pueblo en pueblo realizaban con un viejo animal. Esta bestia, cuyas fuerzas flaqueaban por su avanzada edad, no era, si no, un burrito que les acompañaría hasta el final. Puesto que la misión última de semejante compañía era por aquel entonces ayudar en el transporte de cualquier persona o material, decide el anciano subirse encima del pequeño burro para realizar el trayecto inicial. 
Al paso por el primer pueblo, comienzan a oírse numerosos murmullos. Entre ambos, niño y viejo, distinguen entre susurros y voces numerosas críticas dirigidas a ellos  “¡mirad!, pobre niño, con lo pequeño que es y ese viejo carcamal no le deja montar”, “que poca vergüenza, que fácil es ir en burro cuando ese pequeño zagal se ve forzado a caminar” o “¿cómo puede ser que ese señor deje caminar a ese pequeño niño mientras él, a su lado, avanza tranquilamente en el burro?” Harto entonces de los comentarios ajenos, el anciano decide poner fin a tan vergonzosa situación para él y le comenta al pequeño “¡anda hijo!, sube tú, que yo iré de momento andando”. 
Así es como prosiguen su viaje, hasta un segundo pueblo, el niño montado en el burro mientras a pie, llevando la correa del animal, avanza el anciano al lado del chaval. A la llegada de este, un nuevo grupo de personas se percata de su llegada y, tras observar esta nueva situación, comienzan a opinar. “¿Habéis visto ese niño?”, no parecen ser positivos los nuevos comentarios que realizan los habitantes de ese lugar, piensan el anciano y su nieto. Y así, entre las distintas voces, logran escuchar “que maleducado ese niño, con lo mayor que es ese anciano va en burro y deja a este caminar”. A la salida del pueblo, hartos de tanta crítica, deciden hacer ambos uso del pequeño animal y así montados los dos, continúan su largo recorrido. 
Llegados a la tercera aldea, no son pocas las personas que les ven llegar. Tras ver al pequeño borrico exhausto, se lanzan entonces a opinar “¡mirad!, que poca sensibilidad, ¿acaso pretenden matar a ese burro?”, “¿de verdad piensan que ese pequeño animal puede con el peso de ambos?” Pasado entonces este pueblo, deciden ambos hacer un alto para buscar una solución. “Si no podemos ir subidos, ni tú, ni yo y ni siquiera los dos, porque siempre parece que nos van a criticar, ¿qué podemos hacer?”, pregunta el anciano a su joven nieto, “¡pues vamos los dos a pie y así no nos criticarán!” Entonces deciden proseguir su ruta, los dos a pie, acompañados de ese viejo burro, que aliviado de su carga les acompaña hasta llegar al siguiente lugar. 
En la entrada al siguiente pueblo, comienzan de nuevo los susurros y las opiniones en voz baja. Pronto, un bueno grupo de gente les sigue con la mirada mientras amplias sonrisas alumbran sus caras. “¡Mirad! ¿Habéis visto eso?” Grita uno de ellos. “¡Es la primera vez que veo que dos personas, cansadas de caminar, andan junto a un burro sin quererlo montar!” y entre risas provenientes del gentío se oye gritar “¡vaya par de estúpidos!”. 








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