EL
COLOR DE LA LIBERTAD
Había una vez un zoológico lleno de los animales
más hermosos y exóticos que pudiera haber sobre la faz de tierra. Un día los
encargados del zoológico trajeron un nuevo espécimen al lugar, se trataba ni más
ni menos, que de un hermoso quetzal, el
cual habían atrapado por su hermoso y colorido plumaje, durante un tiempo fue
la mayor atracción del lugar pero poco a poco, se fueron dando cuenta de que
aquel hermoso animal comenzaba a quedarse
sin color. Todos sus tonos eran grises, blancos y negros tanto, que
parecía salido de una película antigua.
Todos se preguntaban a que se debía su falta de color, y esto a su vez lo hacía más
famoso, tanto que los mejores pintores y expertos del mundo
entero habían visitado su zoológico tratando de colorearlo y encontrar
la solución para devolverle sus colores,
pero ninguno había conseguido nada: todos los colores y pigmentos
resbalaban sobre sus plumas.
Cuando
pensaron que nada más se podría hacer por aquella ave, apareció
un loco pintor, era un tipo
extraño que andaba por todas partes pintando alegremente con su pincel, nadie sabía
quién era ni de donde había salido. Aquel hombre con una alegría
indescriptible, recorrió todo el
zoológico admirando los hermosos colores de todos los animales que allí
estaban, al llegar a la jaula donde se encontraba aquel ave de tristes colores
se detuvo , observo moviéndose de un
lado a otro y dijo: ¡Yo voy a pintar a ese quetzal! saco su pincel y comenzó a
pintar o mejor dicho, hacía como si pintara, porque nunca mojaba su pincel, y
tampoco utilizaba lienzos sólo pintaba en el aire, todas las personas ahí
presentes se preguntaban cómo haría para regresarle sus bellos colores, si solo
pintaba en el aire; ¡Esta loco! Se escuchaba la voz de algunos, ¡Jamás le
regresara sus alegres colores! Decían otros, y a otros tantos les hizo gracia
que dijera que quería pintar al quetzal gris.
Al
entrar en la jaula del quetzal, el loco
pintor comenzó a susurrarle, al tiempo que movía su seco pincel de
arriba a abajo de un lado a otro sobre
el animal. Y sorprendiendo a todos, las plumas de aquel quetzal comenzaron
a tomar los colores y tonos más vivos que un ave pudiera
tener. Estuvo mucho tiempo
susurrando al bello animal y retocando todo su plumaje, que resultó bellísimo.
Todos
quedaron asombrados por tan inexplicable acontecimiento que quisieron saber
cuál era el secreto de aquel genial pintor. Él explicó cómo su pincel sólo
servía para
pintar
la vida real, que por eso no necesitaba usar colores, y que había podido pintar
al quetzal con una sola frase que
susurró continuamente: "en sólo unos días volverás a ser libre, ya lo
verás", los encargados le dijeron que por que le había dicho eso, si ellos
no pretendían liberarlo ya que era el ave más hermosa que habían visto en toda
su vida, a lo cual el pintor les respondió: -Amigos, no es necesario tener en
cautiverio a tan bella ave para admirar
sus colores, basta mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta que estamos
rodeados de tantas bellezas, de hermosos colores que no solo en un ave podemos
ver, podemos ver el hermoso azul del cielo así como los verdes prados, no
privemos de la libertad de la cual todos tenemos derecho y somos merecedores de
gozarla.
Y
viendo la tristeza que causaba al quetzal su encierro, y la alegría por su
libertad, los responsables del zoológico
finalmente lo liberaron en su hábitat
donde fue muy feliz y nunca más volvió a perder su color.
Autor: Beth Alexandra Hernández
César
1° C
Alumna de la Esc. Sec. Téc 33
“Juan Aldama”
“Juan Aldama”
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