viernes, 22 de noviembre de 2013

9na Lectura



Leyendas de Querétaro

EL AGUJERO DEL DIABLO

(La Celda de Satanás)

                Hace mucho tiempo, en el Convento de San Francisco, (hoy Museo Regional) permanecían  los jóvenes seminaristas que estudiaban para ser sacerdotes, entre ellos había uno que era de los más destacados. Una mañana, cuando fueron todos a misa, este joven sintió que alguien lo miraba,  al voltearse vio que era una mujer bellísima y joven, pero como el había decidido entregar su vida a Dios, no podía pensar en ninguna mujer, así que decidió olvidarse de ella y rezar durante toda la tarde, para olvidarla.
Al día siguiente cuando fueron a misa, el muchacho sintió otra vez esa mirada penetrante, se trataba de la misma muchacha, así que, al terminar la misa, fue con su confesor a pedir ayuda, el cual  le dijo que se trataba del demonio, que intentaba alejarlo de Dios.  Por tal motivo el joven seminarista decidió no ir a misa al día siguiente y quedarse a rezar en su celda. Ya por la tarde sus compañeros decidieron ir a verlo y este les dijo que todo estaba bien, pero en la noche, al estar rezando el muchacho, de pronto oyó ruidos y al voltear a la pared vio la silueta de la muchacha que se desprendía de la pared poco a poco, para después irse convirtiendo en una especie de bestia y hombre mezclados. El seminarista rezó y rezó y sus compañeros al darse cuenta intentaron abrir la puerta pero se dieron cuenta de que estaba totalmente bloqueada. Entonces todos ellos empezaron a rezar en voz muy alta, hasta que finalmente se dio una tremenda explosión, que impulsó a la bestia a salir por el techo.
Gracias a su fe, el demonio había sido derrotado una vez más y al salir de la celda dejó un enorme agujero en el techo.
A ese agujero ahora le llamamos "EL AGUJERO DEL DIABLO"

Esta leyenda le fue narrada a Marisa por la Miss Irma Tamayo y es una versión condensada de la leyenda "La Celda de Satanás" que le narró Don Germán Patiño al escritor y abogado Don José Guadalupe Ramírez Álvarez y que aparece publicada en la página 41 de su libro "Leyendas de Querétaro".


 



LA CASA DEL FALDÓN

En la segunda mitad del siglo XVIII  residía en Querétaro Don Pablo de Tapia, descendiente directo del fundador de Querétaro de origen indio, Don Fernando de Tapía. Don Pablo ocupaba entonces el cargo de Alcalde de la ciudad. Por aquel entonces también residía aquí  un acaudalado personaje de origen español de nombre Fadrique de Cázares y Puente que ocupaba el cargo de Regidor del Ayuntamiento, que desde luego era de menor rango que el de Tapia.
Cuenta la leyenda que en una elegante procesión bajo palio de Corpus Christie de aquella época, concurrieron los más importantes miembros del Clero, del Ayuntamiento, de la nobleza y personas muy distinguidas de la ciudad. Entre ellos ocupaban un lugar preponderante Don Fadrique el regidor español y Don Pablo el alcalde de origen indio, ambos a cual más elegantemente vestidos.
Ambos personajes, como personas notables, tenían encomendado portar dos de los bastones de soporte del palio utilizado para cubrir el Cuerpo de Cristo que daba motivo a la procesión. Don Fadrique procedió a tomar uno de los bastones y enseguida Don Pablo, que tenía mayor rango, se adelantó y tomo el siguiente. Esta acción le molestó al orgulloso regidor Don Fadrique que enfurecido le dio un tirón a uno de los faldones de la casaca de seda que portaba Don Pablo. El jalón fue tan fuerte que Don Fadrique se quedó con el faldón en su mano, causando tremenda confusión y enojo entre la concurrencia, estando a punto de suspenderse tan notable acontecimiento.
Tras del evento Don Pablo se sintió muy ofendido y emprendió un juicio legal en contra del regidor Don Fadrique, mismo que transcurrió durante varios meses. Cuando la Real Audiencia dictó sentencia concluyó que Don Fadrique debería ser desterrado de la ciudad de Querétaro y además pagar el daño causado en la casaca de Don Pablo y las costas del juicio.
Ante tal situación, Don Fadrique se vio obligado a construir una nueva residencia que quedara localizada fuera de los linderos de la ciudad. Como en aquellos días el Río Querétaro (hoy Av. Universidad) determinaba los límites de la ciudad, Don Fadrique construyó su nueva casa en lo que se conocía como "la otra banda", es decir en los terrenos que quedaban del otro lado del río. La construcción, que aún existe  frente al Templo de San Sebastián y la calle de Primavera, destacaba entre el conjunto de caseríos ubicados entonces en la zona, por sus rasgos de alta nobleza.
En la esquina de la casa de tres niveles, tiene en lo alto una terraza que le servía a Don Fadrique de mirador, para poder al menos, disfrutar de la vista de las cúpulas de las iglesias y hermosas huertas arboladas, así como de los espléndidos atardeceres primaverales de la ciudad queretana. Don Fadrique vivió en esa casa hasta su muerte, misma que en la actualidad, una vez que fue remodelada, se utiliza  para albergar un centro cultural, siendo un espacio ideal para las manifestaciones artísticas. En sus espacios se imparten disciplinas relacionadas con las bellas artes y manualidades.



LA  CONQUISTA DE QUERÉTARO.

Cuenta la leyenda (conocida como la Leyenda Dorada) que en el año de 1531 se llevó a cabo la conquista y la fundación de Querétaro, la cual se consumó por medio de una batalla muy singular.
Un indio de raza otomí cuyo origen fue el pueblo de Nopala, cercano a Jilotepec, acabó por convertirse en pieza muy importante para que los conquistadores españoles pudiesen lograr su objetivo. Conín fue su nombre y como era un excelente comerciante y negociador, viajaba con mucha frecuencia a la zona denominada La Cañada. En ese sitio se asentaban tribus chichimecas que recibían a Conín como un amigo, entregándole pieles de animales a cambio de sal y granos.
Para el año de 1529, Conin y un grupo de familias otomíes decidieron asentarse en la comarca cercana a La Cañada y como en ese sitio había muchas peñas le denominaron Queréndaro, que en lenguaje tarasco significa "Lugar donde hay peñas".
Cuando Don Hernán Pérez de Bocanegra regresó de Michoacán, acompañado de un religioso franciscano que tenía la encomienda de catequizar a la región, aprovecharon las dotes diplomáticas de Conin, el cual fue convertido al catolicismo y bautizado con el nombre español de Fernando de Tapia.
Este hombre fue el encargado de convencer a las tribus otomíes de la región de Jilotepec para que se aliaran a Conín y le ayudaran en la complicada tarea de conquistar y catequizar a los pobladores chichimecas de La Cañada.
El ejército conquistador, comandado por Fernando de Tapia (Conin), partió de San Juan del Río el 23 de Julio de 1531 y acampó en el Cerro Colorado el cual se encuentra cerca del Valle de Querétaro. Desde ese lugar Fernando de Tapia envió emisarios para que se entrevistaran con el Cacique de los Chichimecas don Juan Bautista Criado.
Al día siguiente regresaron al Campamento los emisarios acompañados por representantes del Cacique Chichimeca. Ya en el Parlamento, se acordó que el sometimiento seria pacífico, pero para demostrar la fuerza de los dos grupos se llevaría a cabo un combate en el cual pelearía el mismo número de hombres, sin armas, cuerpo a cuerpo, usando solamente los brazos, los pies y la boca.
Al amanecer del siguiente día, 25 de Julio de 1531, se le dio principio a la batalla, los dos grupos lucharon durante todo el día y al atardecer aún no había vencedor..Los españoles al darse cuenta de la superioridad de los Chichimecas y al encontrarse ellos en inferioridad, comenzaron a pedir auxilio invocando a su santo patrono Señor Santiago, en ese momento el cielo oscureció, se eclipsó el sol, salieron las estrellas y apareció en el cielo una cruz, como de cuatro varas de alto, y a su lado el Apóstol Santiago montado en un brioso caballo. Los Chichimecas al darse cuenta de esto se rindieron.
Desde ese momento, la ciudad ha llevado el nombre de la muy noble y leal ciudad de Santiago de Querétaro. En el escudo de armas de la ciudad se observa un óvalo en cuyo centro se ve una cruz, teniendo a su lado al Apóstol Santiago a caballo, y en el cuartel superior, el Sol poniéndose y el cielo cubierto de estrellas.
Querétaro es el nombre que le dieron los españoles al anterior Queréndaro, cuyo significado era "Lugar donde hay peñas".
Esta leyenda fue redactada por Marisa, en base a los datos del libro "Así es Querétaro" de Don Manuel M. de la Llata", publicado por Editorial Nevado en 1981.


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