“EL
NIÑO, EL VIEJO Y EL BURRO”
AUTOR: ESOPO.
ADAPTACIÓN:
JUAN MARTÍNEZ CHACÓN
La historia versa sobre un niño
que junto a su anciano abuelo se encontraban embarcados en un viaje que de pueblo
en pueblo realizaban con un viejo animal. Esta bestia, cuyas fuerzas flaqueaban
por su avanzada edad, no era, si no, un burrito que les acompañaría hasta el
final. Puesto que la misión última de semejante compañía era por aquel entonces
ayudar en el transporte de cualquier persona o material, decide el anciano
subirse encima del pequeño burro para realizar el trayecto inicial.
Al paso por el primer pueblo,
comienzan a oírse numerosos murmullos. Entre ambos, niño y viejo, distinguen
entre susurros y voces numerosas críticas dirigidas a ellos “¡mirad!, pobre
niño, con lo pequeño que es y ese viejo carcamal no le deja montar”, “que poca
vergüenza, que fácil es ir en burro cuando ese pequeño zagal se ve forzado a
caminar” o “¿cómo puede ser que ese señor deje caminar a ese pequeño niño
mientras él, a su lado, avanza tranquilamente en el burro?” Harto entonces de
los comentarios ajenos, el anciano decide poner fin a tan vergonzosa situación
para él y le comenta al pequeño “¡anda hijo!, sube tú, que yo iré de momento
andando”.
Así es como prosiguen su viaje,
hasta un segundo pueblo, el niño montado en el burro mientras a pie, llevando
la correa del animal, avanza el anciano al lado del chaval. A la llegada de
este, un nuevo grupo de personas se percata de su llegada y, tras observar esta
nueva situación, comienzan a opinar. “¿Habéis visto ese niño?”, no parecen ser
positivos los nuevos comentarios que realizan los habitantes de ese lugar,
piensan el anciano y su nieto. Y así, entre las distintas voces, logran
escuchar “que maleducado ese niño, con lo mayor que es ese anciano va en burro
y deja a este caminar”. A la salida del pueblo, hartos de tanta crítica,
deciden hacer ambos uso del pequeño animal y así montados los dos, continúan su
largo recorrido.
Llegados a la tercera aldea, no
son pocas las personas que les ven llegar. Tras ver al pequeño borrico
exhausto, se lanzan entonces a opinar “¡mirad!, que poca sensibilidad, ¿acaso
pretenden matar a ese burro?”, “¿de verdad piensan que ese pequeño animal puede
con el peso de ambos?” Pasado entonces este pueblo, deciden ambos hacer un alto
para buscar una solución. “Si no podemos ir subidos, ni tú, ni yo y ni siquiera
los dos, porque siempre parece que nos van a criticar, ¿qué podemos hacer?”,
pregunta el anciano a su joven nieto, “¡pues vamos los dos a pie y así no nos
criticarán!” Entonces deciden proseguir su ruta, los dos a pie, acompañados de
ese viejo burro, que aliviado de su carga les acompaña hasta llegar al
siguiente lugar.
En la entrada al siguiente pueblo,
comienzan de nuevo los susurros y las opiniones en voz baja. Pronto, un bueno
grupo de gente les sigue con la mirada mientras amplias sonrisas alumbran sus
caras. “¡Mirad! ¿Habéis visto eso?” Grita uno de ellos. “¡Es la primera vez que
veo que dos personas, cansadas de caminar, andan junto a un burro sin quererlo
montar!” y entre risas provenientes del gentío se oye gritar “¡vaya par de
estúpidos!”.