viernes, 20 de junio de 2014

Lectura 25

¿MALINCHE TRAIDORA O HEROÍNA?




NUNCA NOMBRE DE MUJER HA SIDO TAN VAPULEADO, VILIPENDIADO Y FALSA MENTE ACUSADO,
      Recientemente paso el Día Internacional de la Mujer, que siempre e pensado es un día comercialista mas como todos los que se han inventado por el consumismo capitalista, soy un convencido y es mi personal opinión, que a la Mujer se le festeja a diario, después de todo, hasta el ser humano más ruin, nació de mujer, aunque algunos políticos y poderosos no lo parezcan, y reconozcan es aún más difícil en un país eminentemente misógino y machista
       La incorporación de las Mujeres en México a posiciones de poder ha sido particularmente lenta y escasa en comparación con el resto de América Latina y el mundo. Tras la obtención del voto (en 1953) lograron apenas un 2,5% de presencia en la Cámara de Diputados y cuarenta años después ocupaban sólo el 9,2% de los escaños. Recién en 1981 una mujer llego a ministra y sólo tres mujeres lo han logrado hasta hoy.
En 1992 ejercían apenas el 2,8% de las presidencias municipales. Mucho se a avanzado hasta hoy, pero aun y pese a sus continuos esfuerzos son minoría, por lo mismo al ponerme a leer sobre mujeres ilustres en la historia, (que son menos de las que se reconocen), encontré un trabajo sobre la MALINCHE, del Profesor  Matuz, que me recordó lo injusta que a sido la historia en general para con las mujeres de poder en su época, y con esta excepcional, mujer  para mi Heroína, sin lugar a dudas, y para que usted amable lectora, lector, se forme su propia opinión, aquí el relato, histórico no el Novelado que la mayoría conocen.
MALINCHISTA
          Frecuentemente escuchamos el término “malinchista”, atribuido a aquel que tiende a valorar más lo extranjero que lo nacional. Proviene, desde luego, del nombre de Malinche, aquella mujer que junto con otras más les fueron entregadas a Cortés en su paso por tierras de Veracruz y Tabasco, mismo trato que hoy seria claramente acotado, de "Trata de Personas", ya que como eran usos y costumbres, les fueron, entregadas e intercambiadas en varias ocasiones como más adelante se describe el trato dado a las Mujeres como intercambio de tributo , el termino Malinchista, como sinónimo de “traidora” o “traidor” es parte del lenguaje "coloquial" al considerarse que la Malinche traicionó a los suyos y apoyó a los españoles en la conquista de México.
          Pero ¿quién era la Malinche? ( Malinalli Tenépatl ) Los primeros datos acerca de ella nos los proporciona Bernal Díaz del Castillo, quien señala que doña Marina "nombre que le dieron los españoles cuando la bautizaron", era hija de gran  señor  de pueblos y vasallos, hija de los caciques de Painala, cerca de Coatzacoalcos. Muerto su padre, su madre "Cimatl", “cacica” de Xaltipa, se casó nuevamente y tuvo un hijo a quien querían entregar el cacicazgo, por lo que (vendieron) a Malinche a unos indigenas de Xicalango, quienes a su vez la entregaron, cedida como esclava al cacique maya de Tabasco después de una guerra entre los mayas de Potonchán y los Mexicas de la zona de Xicalango. Malintzin fue parte del tributo cedido al cacique de Tabasco al resultar este ganador, pues esa era la tradición entonces. Fue entregada siendo todavía muy niña como sirvienta y esclava, por lo que hablaba con fluidez su lengua materna, el náhuatl, y la lengua de sus nuevos amos, la maya., al llegar los Españoles, y  a modo también de Tributo es cedida de nuevo como sirvienta y escalaba a Cortez.
          Lo que debe quedar claro para nuestro propósito histórico es que (Malintzin) no era de origen Mexica  es decir, que no estaba traicionando a su pueblo, sino todo lo contrarios, ella pertenecía a otro Pueblo “Painala” que estaba bajo la amenaza que representaba  los Mexicas de Tenochtitlan y su acción expansionista que sometía pueblos enteros y trataba como vasallos e inferiores y a los cuales les imponían altísimos tributos.


          A la llegada de los españoles, los Mexicas (aztecas) mantenían relaciones de tensión con los pueblos sometidos por el inconformismo generalizado de los altísimos tributos que los Mexicas exigían en pago. Esta situación fue aprovechada por los recién llegados españoles en 1519, que rápidamente establecieron alianzas con los zempoaltecas y los tlaxcaltecas.
           Las circunstancias  colocaron a la Malinche en la situación de poder ayudar a su pueblo ante la amenaza que representaba el Imperio Mexica, al igual que lo hicieron los pueblos de la costa y la sierra, cuando informan a Cortés que estaban sujetos al señor Moctezuma Emperador Mexica de la Gran Tenochtitlan ,  el capitán español  viendo una oportunidad para sumar guerreros ante su Inminente acometida promete ayudarlos lo que decide a Cortés a emprender la conquista de Tenochtitlan, al percatarse que estaba entre indígenas que lo apoyaban, campaña al la que más tarde otros pueblos se unirían y lograr la tan anhelada conquista del Imperio Mexica
           Cortez  a pesar de su poderío militar, comprendió que sin la ayuda de los sublevados pueblos indígenas no lograría vencer al Imperio Azteca, (ejemplo la derrota de la noche triste) por lo que las acciones de la Malinche cobran gran importancia para triangular la comunicación entre las diferentes lenguas, trascendental papel histórico de la Malinche, ya que ella Marina por su nombre castizo, hablaba varias lenguas indígenas, entre ellas el náhuatl y maya por que había sido vendida a estos mismos, por lo que dominaba estas principales lenguas de la zona. Esto fue de invaluable ayuda para Cortés, pues la manera en que se entendía con los Mexicas, que hablaban el náhuatl,  era de la siguiente manera: Moctezuma se dirigía a Cortés en náhuatl;  la Malinche lo traducía al maya a Jerónimo de Aguilar, un náufrago que había llegado a las costas de la península de Yucatán junto con Gonzalo Guerrero y conocían la lengua maya y estos lo traducía al castellano a Cortés. Con esta triangulación de lenguas se entendían aunque en alguna ocasión trajo la incomprensión de uno u otro lado como el lector podrá suponer, sin embargo logro el acercamiento con los pueblos de las diferentes regiones unificando a todos para marchar junto a Cortez y derrotar al entonces Infame Imperio Mexica, que tanto tributo les había arrebatado
         Más allá de su servicio como intérprete, Malintzin  trascendió al solo hecho de ser la traductora, ya que asesoró a los españoles sobre las costumbres sociales y militares de los nativos, y realizó también tareas de lo que hoy llamaríamos "inteligencia" y "diplomacia", jugando un papel primordial durante la primera parte de la conquista. Tuvo un hijo de Cortés, Martín, su primogénito pero ilegítimo; luego daría Cortés el mismo nombre de Martín a su primer hijo legítimo, que tuvo con Juana de Zúñiga. Cortés posteriormente en Orizaba casó a Marina (Malintzin) con un español, el hidalgo Juan Jaramillo, de quien se sabe que tuvo otra hija, María Jaramillo. Hay constancia de que Marina (Malintzin) había muerto ya en 1529, por documentos de las gestiones de su viudo para volverse a casar. Al parecer Marina falleció enferma de viruela por una epidemia que hubo en 1528 o 1529.  Marina tuvo un papel relevante en la conquista de México. Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera..., encomia repetidamente y habla de su compromiso para los conquistadores y su valor en la batalla.  Referencia que pocos conocen de la Malinche Guerrera, Recuerda también la alegría de los españoles cuando supieron que Marina había sobrevivido a la dolorosa  derrota inicial conocida hoy como la Noche Triste.
          Mujer adelantada a su época y tiempo, que vislumbro una oportunidad para liberar a su pueblo del yugo, de los Mexicas, Mariana, (Malitzin) quedo deslumbrada por el recién descubierto "señorío español"_habría que transportarse  imaginariamente en tiempo y forma en aquella terrible época_ para entender a cabalidad y con justicia, las valientes y  decididas acciones de esta extraordinaria Mujer, tan injustamente "vilipendiada"  y falsamente acusada de "traidora"  que es reconocida de manera muy escueta, (como de costumbre),  por la innegable importancia y relevancia de esta excepcional y valiente Mujer orgullosamente Mexicana que fue sin lugar a dudas pieza clave y fundamental en la conquista española, que significo para ella , “solo la liberación de su pueblo” ante el constante abuso del Imperio Mexica.

El resultado es de todos sabido y aun que polémico, dará más adelante para otro comentario

jueves, 12 de junio de 2014

Lectura 24

Graffiti
 

Antoni TÁpies


     Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.


     Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.


     Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.


     Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.


     Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.


     Casi en seguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.


     Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.


     Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera y en el llanto.


     Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.



     Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.